Créditos por $100.000 millones para aumentar el stock ganadero y la productividad - Política y Medios
28-03-2024 - Edición Nº5900

ANÁLISIS

Créditos por $100.000 millones para aumentar el stock ganadero y la productividad

El Gobierno ofrece una bonificación de tasa del 7% para sumar cabezas y elevar la competitividad de la cadena bovina. La producción estancada, el boom exportador, el programa Cortes Cuidados, la caída del consumo y las subas de precios reiteradas.

Por: Patricio Ballesteros Ledesma         

                                      

Desde el 1 de febrero entró en vigencia la bonificación de tasa del gobierno nacional para la línea de créditos por $100.000 millones de los bancos adheridos al Plan Ganadería Argentina 2022-2023.

Esta opción de financiación del Plan GanAr, destinado a ganaderos, tamberos y cooperativas agropecuarias, se plantea como un aporte estatal con el objetivo de aumentar la productividad y la competitividad en carnes, leches y subproductos.

Se ofrece una bonificación de 7%, a través del Fondo Nacional de Desarrollo Productivo (Fondep), sobre las tasas vigentes del Banco de la Nación Argentina, Banco de la Provincia de Buenos Aires y aquellas entidades bancarias provinciales que adhieran a la iniciativa.

Hay un listado de inversiones elegibles, que se focalizan en las necesidades expresadas por los beneficiarios, pero sobre todo en las prioridades que tiene el Gobierno para equilibrar al sector en función de las necesidades internas y la exportación.

1) Sanidad y biotecnologías reproductivas.

2) Instalaciones para el manejo de hacienda y bienestar animal.

3) Infraestructura predial.

4) Implantación de pasturas, verdeos, forrajes conservados y alimentación estratégica.

5) Incorporación de genética en pie con fines reproductivos.

6) Las acciones que realicen cooperativas agropecuarias y sus asociaciones para generar apoyo a sus asociados y avalar su respaldo destinado a generar mayor agregado de valor en la cadena cárnica.

7) Incorporación de tecnología ganadera y conectividad.

8) Adecuaciones en frigoríficos de tránsito federal, provincial y municipal para la incorporación del troceo.

[Promover inversiones para sumar previsibilidad]

"La decisión del presidente Alberto Fernández es aumentar la producción de carne, tanto para facilitar el acceso a todos los argentinos, como para generar previsibilidad y confianza a toda la cadena", declaró Julián Domínguez, ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación en diciembre pasado cuando presentó el plan a los presidentes de las cuatro entidades agropecuarias (SRA, FAA, CRA y CONINAGRO).

En esa oportunidad, el titular de la cartera agropecuaria confirmó que se está trabajando sobre la certificación verde, la estrategia Marca País y para garantizar la trazabilidad de la ganadería sustentable.

Además anunció la apertura total para las vacas categorías D, E y F con destino a mercados emergentes, lo que respondió a un pedido puntual de las entidades. Por otro lado, el funcionario aseguró el cumplimiento de todos los compromisos internacionales del país, como la Cuota Hilton, 481, Israel, EE.UU, Chile y Colombia.

"Vamos a aumentar la productividad porque queremos producir más carne, con un horizonte claro para los próximos dos años: recuperar nuestro stock ganadero", remarcó el ministro ante los presentes. Y ese es el punto clave del que pocos hablan pero que constituye la llave para equilibrar la puja histórica entre consumo y exportación.

Para el mercado interno, reiteró el sostenimiento de los siete cortes más consumidos en el país: asado, tapa de asado, vacío, matambre, falda, paleta, nalga y/o cuadrada, y anticipó un acuerdo con los frigoríficos exportadores para destinar una oferta adicional de 20.000 toneladas de carne en diciembre.

El problema con esa inédita medida es que ese volumen destinado a incrementar la disponibilidad del producto para las fiestas fue insuficiente, acotado a la última semana del año y sólo se orientaba a los grandes supermercados, pero no a las carnicerías donde millones de personas hacen a diario sus compras de cercanía.

[Precio fijo para los siete cortes más vendidos]

Tras la implementación del programa Cortes Cuidados, que comenzó a regir esta semana y se extendería durante todo el año, habrá que ver cuál es su disponibilidad en las góndolas y si su alcance tiene una cobertura nacional como se anuncia.

Medidas coyunturales para problemas históricos son poco eficaces, más si se tiene en cuenta que la cadena del sector bovino tiene alzas y bajas estacionales en los valores a lo largo del año. De marzo a junio y en el último trimestre las subas se producen todos los años.

En cualquier caso, los precios fijados por kilo son $799 la nalga, $779 el matambre, $749 el vacío, $699 la tira de asado, $649 la paleta, $639 la tapa de asado y $449 la falda.

Estos cortes populares se ofrecen en más de 1.000 puntos de venta, que incluyen a las cadenas de supermercados Coto, Jumbo, Vea, Disco, Carrefour, Walmart, Changomas, La Anónima y Día%, los mayoristas Vital y Makro, y carnicerías adheridas a la Unión de la Industria Cárnica Argentina y el consorcio de exportadores de carnes argentinas ABC.

Es cierto que en los últimos días del año pasado los precios al mostrador se aquietaron, pero luego de los sucesivos incrementos en el primer semestre, la trepada del 10,8% en noviembre, y aún así en diciembre terminaron con un 9,7% de suba.

En enero de 2022 los valores moderaron la senda alcista (6% en promedio, en supermercados, según el IPCVA), superior a la inflación prevista por el Gobierno en 3,8%. Ahora habrá que ver si continúa en ese nivel en febrero, o si sólo fue una baja compensatoria para equilibrar las alzas anteriores.

El control de precios oficial y los acuerdos sectoriales que lleva adelante el secretario de Comercio Interior Guillermo Feletti, tiene dos problemas de base: no todos los cumplen y es casi imposible de monitorear. En la evolución se verán los resultados, pero las experiencias pasadas demuestran no tener efectos duraderos.

[Casi la misma producción de carne en 20 años]

Sin echar leña al fuego sobre la anterior gestión en su área, el funcionario recordó que se exportaron 900.000 toneladas de res con hueso en 2021, por lo que algo había que hacer para descalzar la presión sobre la carne en la canasta alimentaria de la avidez exportadora que reina en el sector.

Así justificó sus políticas de restricción de exportaciones por un lado y los acuerdos de precios por el otro, pero la realidad indica que ambas medidas no son suficientes y que el problema responde a una tendencia de caída del rodeo bovino que lleva muchos años y que llevará otros tantos para recuperar.

En el pasado se tenía por objetivo el llegar a exportar 1 millón de toneladas de carne, pero cuando se superó esa cantidad en 2020 y aunque le reportó al país US$2.700 millones, la imparable escalada de precios a nivel interno demostró que no siempre más es mejor y el Gobierno empezó a ver la forma de intervenir.

En las últimas dos décadas, la producción argentina de carne osciló entre 2,5 y 3,5 millones de toneladas equivalentes de res con hueso, lo que demuestra que sólo se puede incrementar la faena mediante un aumento del stock bovino, lo que permitiría aumentar las exportaciones y abastecer al mercado interno con precios diferenciados.

Cuando se consume lo que se exporta, y más siendo el octavo proveedor mundial de carne y uno de los mayores consumidores, no hay muchas opciones. Más allá del auge del veganismo y la sustitución de la roja por otras carnes, un tercio de la producción se exporta y dos tercios quedan para consumo interno pero con precios siempre en alza.

La relación actual de 47,6 kilos/habitante es la más baja de la historia, según la Cámara de la Industria y el Comercio de Carnes y Derivados de la República Argentina (CICCRA).

Aún cuando los cortes que se envían al exterior en mayor medida no son los mismos que se consumen en el país, si el stock de hacienda y la faena permanecen estables pero las ventas externas crecen, los precios locales seguirán el tira y afloja más repetido e insoluble de la historia argentina.

[Fuerte caída del consumo interno y récord exportador]

Desde hace unos años se lleva a cabo una liquidación de vientres que provoca una paulatina y constante disminución del stock ganadero (menos hembras, menos terneros), lo que repercute en la caída de la oferta para el consumo local, el alza de los precios del ganado en pié y de la carne al mostrador, pero que casi no afecta las ventas externas.

En todo el 2021 se faenaron alrededor de 13 millones de cabezas (1 millón menos que en 2020), sobre un rodeo cercano a los 53,5 millones de animales, que pertenecen a casi 230.000 productores ganaderos de todo el país, según datos del MAGyP y el INTA.

Cuando se aumentaron las retenciones o se suspendieron las exportaciones, en lugar de mejorar la situación se empeoró, ya que ese tipo de medidas afectan a toda la cadena y no sólo a los frigoríficos que embarcan al extranjero. Y la mayoría de esa pérdida de mercados ha sido y es rápidamente abastecida por Uruguay y Brasil.

En el medio se perdieron mercados que luego costó mucho recuperar y, a nivel interno, se comenzaron a faenar animales más pesados y hasta las llamadas vacas viejas para abastecer a una demanda que resignó calidad por existencias. De manera colateral, bajó el consumo de carnes rojas y creció el de pollo y cerdo.

A diferencia de la agricultura, la ganadería tiene un ciclo que se extiende por varios años y que, por eso mismo, el nivel de riesgo en la inversión es mucho mayor y las consecuencias de la sequía y los incendios en las zonas productoras desde 2020 son más onerosas.

Los productores, sobre todo los pequeños y medianos ganaderos, que se orientan al mercado local y casi no participan de la exportación, y peor ahora que vienen de soportar la falta de precipitaciones y los incendios en sus campos, sólo pueden sobrevivir con políticas públicas proactivas para mantener sus negocios en pié.

[Producción atomizada y concentración exportadora]

De ahí que los créditos a tasa subvencionada ofrecen un desahogo financiero vital en su largo ciclo productivo y, como ya se estuvo evaluando, aportes no reintegrables para los ganaderos afectados por los recientes focos ígneos que quemaron sus pasturas, instalaciones y hasta algunos de sus animales en diversas regiones del país.

Están los que se dedican sobre todo a la cría o recría, los que hacen invernada, los que hacen planteos mixtos, los engordes a corral (feedlots) y cada uno tiene sus diferentes complejidades. No todos son iguales, aunque sí soportan elevados valores de los insumos (algunos en dólares) y costos crecientes en la alimentación animal.

El negocio de los grandes exportadores (hay sólo 75 y 50 son frigoríficos), que incluso tienen miles de cabezas propias, es totalmente diferente: manejan otras escalas, tienen anchas espaldas financieras y su interés es abastecer a los mercados externos en mayor medida.

Como ocurre con los subsidios de los servicios y otras políticas públicas, más allá de las discusiones ideológicas sobre el rol del Estado, lo justo es separar la paja del trigo y focalizarse en llegar a los sectores que están más complicados para llevar adelante el día a día.

Ya sea un ciudadano o una empresa, el gran desafío es identificar y apuntalar a los que tienen necesidades reales y concretas, con un criterio de equidad e inclusión.

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