Europa sigue teniendo problemas para el abastecimiento de gas natural y el gasoducto Nord Stream 2, que une Rusia y Alemania a través del Báltico, sigue presentándose como un arma energética que el presidente ruso, Vladimir Putin, apunta sobre Europa. Rusia sostiene que está cumpliendo con los contratos, pero Europa sigue pidiéndole que aumente sus exportaciones de gas. Mientras, Putin espera la aprobación para poner en marcha el estratégico gasoducto y ahí sí aumentar las exportaciones de gas hacia el viejo continente. La Agencia Federal de Redes de Alemania, Bundesnetzagentur, suspendió el 16 de noviembre el procedimiento para certificar a la empresa Nord Stream 2 AG como operadora de transmisión independiente hasta que se incorpore un operador del gasoducto en Alemania bajo la ley alemana que cumpliera con las restricciones antimonopolio de la Unión Europea. Dicho cumplimiento no es negociable y establece que el propietario de un gasoducto no puede ser la misma entidad que el propietario del gas natural que transporta. Según la normativa, es ilegal en la UE que Gazprom (la empresa estatal de gas de Rusia) sea propietaria de los gasoductos que transportan su gas.
Putin está buscando la forma jurídica para saltear esta incompatibilidad y para eso creó una empresa en Suiza, pero Suiza no pertenece a la UE y por eso todavía el Nord Stream 2 tendrá que esperar. Pero la cuestión trasciende lo formal y tiene su costado geopolítico. Al mismo tiempo que Alemania retrasa la aprobación del nuevo gasoducto, está instando al Congreso de los Estados Unidos que no sancionen el gasoducto de Putin, argumentando que hacerlo debilitará la credibilidad de Estados Unidos y dañará la unidad transatlántica. A pesar que Joe Biden se opone al gasoducto, el presidente norteamericano y la entonces canciller alemana, Angela Merkel, llegaron a un acuerdo en julio en el que Alemania acordó tomar medidas, incluida la presión por sanciones a nivel de la UE, si Rusia “usaba la energía como arma” contra Ucrania y Europa. Hoy, aproximadamente 100.000 soldados ruso se están concentrando en la frontera ucraniana, y Kiev ve al Nord Stream 2 como una amenaza existencial para su seguridad.
El gasoducto eludiría la infraestructura de tránsito ucraniana y entregaría gas ruso directamente a Alemania, eliminando uno de los últimos elementos disuasorios que Ucrania tiene contra una invasión, por eso los republicanos están presionando por nuevas sanciones. En un intento por tranquilizar al Congreso americano, la embajada alemana en Washington detalló, mediante un documento privado. cómo podría ser la acción de represalia contra Rusia. El documento afirma que el Nord Stream 2 actualmente no presenta “ninguna amenaza para Ucrania siempre que se garantice un tránsito de gas razonable”, y se refiere a las posibles sanciones sobre el gasoducto como “una victoria para Putin” porque dividiría a los aliados occidentales. La OTAN incumplió su pacto de no avanzar hacia el este cuando se negoció con la desaparecida Unión Soviética la reunificación Alemana. Hoy, gracias al arma del gas, Putin está tratando de recuperar lo perdido. Europa y su crisis energética plantean un final abierto.
Como bien señala el analista de energía de Forbes, Llewelyn King: “Si Rusia tiene la culpa, lo que a primera vista parece ser el caso, ya que Europa obtiene la mitad de su gas natural de Rusia, entonces los europeos también tienen la culpa. Los compradores de gas de Europa y sus dirigentes políticos apostaron a que Rusia necesitaba su mercado más de lo que Europa necesitaba el gas de Rusia. Fue una apuesta y Europa perdió”.
[Gas natural y alimentos]
Es casi seguro que la escasez de gas natural en Europa tendrá impactos sociales y políticos más graves que los aumentos del precio de los combustibles, que están resultando incómodos para la Administración Biden. El problema va más allá de la posibilidad de apagones continuos en caso de períodos de frío prolongados. El gas natural representa aproximadamente el 80% de los costos variables de los componentes esenciales de los fertilizantes nitrogenados, como el amoníaco. El precio del amoníaco en Europa se triplicó aproximadamente entre enero y marzo. Los costosos de los fertilizantes ejercen presión sobre el suministro de alimentos. Durante el próximo año o dos, los agricultores europeos tendrán que absorber grandes aumentos en el precio de los fertilizantes, quizás escatimando en su aplicación. Eso conduce a un menor rendimiento de los cultivos y, por lo tanto, a un aumento de los precios de los alimentos. Si los precios de las importaciones de gas natural de Europa siguen siendo altos, parte de su industria nacional de fabricación de fertilizantes podría cerrar durante períodos prolongados, o incluso cerrar de forma permanente. Ya en octubre, el problemático mercado del gas provocó reducciones temporales sustanciales en la producción europea de fertilizantes por parte de empresas como Yara, BASF, CF Industries y Fertiberia.
A pesar de los deseos de varios grupos que se oponen al uso de fertilizantes, esa capacidad no podría ser reemplazada por un reciclaje más intensivo de desperdicios de alimentos, aguas residuales o estiércol crudo. El reciclaje en Europa ya es bastante eficiente. Los aumentos y la escasez del precio del gas natural afectan los componentes nitrogenados de los fertilizantes agrícolas. Pero ahora también hay aumentos significativos de precios en otros fertilizantes minerales principales como el fosfato y la potasa, junto con el azufre.
Europa importa la mayoría de esas materias primas, junto con una proporción cada vez mayor de su gas natural. Los productores extranjeros, sin embargo, han estado limitando las exportaciones este año para apoyar su agricultura nacional. China, que es el mayor productor de fosfato del mundo, suspendió o limitó severamente las exportaciones de fertilizantes ricos en fosfato a partir de finales de julio. Se espera que los recortes duren hasta junio del próximo año. Rusia ha anunciado restricciones a las exportaciones de fertilizantes nitrogenados y fosfatados durante seis meses a partir del 1 de diciembre. La geopolítica energética implica geopolítica alimentaria.
Es cierto que los precios de los fertilizantes han aumentado en el pasado y luego volvieron a bajar a medida que los productores aumentaron la capacidad y los agricultores redujeron el uso de fertilizantes. Picos similares a los que estamos viendo ahora se produjeron, por ejemplo, a principios de 2008, cuando el petróleo alcanzó los US$ 147 y el gas en Estados Unidos estaba alrededor de los US$ 14 antes de la crisis financiera mundial (hoy está US$ 3,7).
La diferencia esta vez, particularmente en Europa, es que la política climática significa que no hay financiamiento disponible para la expansión de la producción de gas natural. Los agricultores pueden escatimar en las aplicaciones de potasa y fosfato durante una temporada o dos, pero los rendimientos disminuirán rápidamente sin fertilizantes nitrogenados. El dilema de reducir las emisiones de carbono mientras se aumenta la producción de alimentos que requiere un mundo cada vez más poblado todavía no se ha resuelto. Es imprescindible hacerlo para avanzar en un proceso de transición energética exitosa.