Mientras los países de la OPEP aprovechan el pico de precios del crudo, ante la escaza oferta que vuelcan en el mercado global, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ordenó liberar 50 millones de barriles de los 620 millones de su Reserva Estratégica de Petróleo para hacer bajar el precio interno de los combustibles.
Según expresó ese primer mandatario, la escalada del valor de la gasolina en los surtidores es el gran responsable del nivel de inflación que soportan la economía en general y los bolsillos de los automovilistas en especial: en 2021 trepó más del 40%.
Y aunque cueste creerlo, en octubre pasado la inflación estadounidense registró una suba interanual del 6,2%, la más alta en tres décadas. Como el problema es global, el gobierno de Biden pidió imitar esta medida a otros grandes consumidores de combustibles afectados, como China, Japón, India, Reino Unido y Corea del Sur.
En Europa, que tiene una fuerte dependencia de los combustibles fósiles y del gas natural proveniente de Rusia, la actual carencia provoca limitaciones para el transporte de cargas y largas filas de vehículos en las estaciones de servicio desde hace meses, y la trepada en la cotización del barril Brent.
España, por ejemplo, como no es un productor de hidrocarburos, desde hace años ha virado su matriz hacia las energías renovables para producir electricidad y cada vez más avanza con los vehículos híbridos y eléctricos.
[El precio del crudo más alto en 8 años]
Los precios del petróleo impactan en casi todas las actividades económicas, porque es un insumo básico de muchas industrias, una fuente primaria para generar electricidad y los combustibles que movilizan a cargas (costo logístico) y personas en todo el mundo.
Y cualquier perturbación que afecte la disponibilidad o los precios del petróleo, también afecta a sus substitutos energéticos, como los biocombustibles, el gas y las renovables. A medida que se reactivan actividades post pandemia y vuelven a crecer las necesidades energéticas, los conflictos derivados de la demanda en alza y la oferta restringida se agudizan.
De hecho, más del 30% de la energía consumida en el mundo en 2020 provino del petróleo, según datos de British Petroleum, y los valores negativos de los futuros operados en Estados Unidos el año pasado (barril WTI), por la escasa demanda y el almacenaje a tope, ahora rebotan con un impulso que pasó de menos de US$20 por barril a más de US$82 en noviembre de 2021, un valor inédito en los últimos 8 años.
[Casi el 40% es producción no convencional]
En la Argentina, que sí tiene una larga historia en hidrocarburos, se logró recuperar la actividad que venía sufriendo un declino en los últimos años y el crecimiento de la producción de petróleo avanza mes tras mes.
En octubre alcanzó un record de 541.000 barriles promedio por día, un volumen que no se registraba desde igual mes de 2015, según la Secretaría de Energía de la Nación.
Esta performance fue impulsada por la producción no convencional, que representa hoy el 36% del total de crudo extraído, y que en particular aumentó más del 60% con relación al mismo mes del año pasado.
Ya en septiembre, esta modalidad había logrado un record histórico de extracción con 28,66 millones de metros cúbicos por día y una suba del 53,2% con respecto a igual mes del año anterior.
Dentro de la producción de petróleo del país en ese mes, que alcanzó los 84,73 Mm3/d y una suba del 11% contra septiembre de 2020, la no convencional representaba el 33,8% del total, según el Instituto de Energía de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Austral.
Su director, Roberto Carnicer, puntualiza que “el crecimiento se da principalmente por el aumento de la producción desde reservorios shale, que representan el 97% de la extracción no convencional, y del leve aporte del 3% desde reservorios tight”.
Pero además, la producción de petróleo no convencional de la cuenca neuquina creció un 47% entre septiembre del año pasado e igual mes de 2021. En particular, el shale aportó 27,69 Mm3/d (32,67% del total país) y el tight 0,88 Mm3/d (1,04% del total).
[El octubre más productivo desde 2015]
La producción total de petróleo superó en 1,5% a la de septiembre y fue un 12% mayor a la de octubre de 2020, cuando la actividad considerada esencial operaba sin restricciones, salvo por medidas de fuerza puntuales de algunos trabajadores.
El secretario de Energía, Darío Martínez declaró: “Estamos produciendo un 56% más de petróleo no convencional de lo que hacíamos antes de la pandemia. Esto significa más fuentes de trabajo, más divisas por exportación para el país, más pymes, industria y tecnología nacional”.
El funcionario resaltó el círculo virtuoso que genera el aumento constante de la producción a nivel federal, porque a la vez que se ahorran divisas, las provincias productoras reciben más regalías.
La perforación de pozos se recupera mensualmente, a un ritmo similar al que se tenía pre pandemia, lo que demuestra la fuerte inversión en el sector de las concesionarias y el Estado en lo que va del año.
Si la cotización internacional del petróleo continúa se senda alcista esto podría repercutir en el mercado interno y provocar el aumento de los combustibles, pero lo cierto es que el denominado barril “criollo” implementado por el Gobierno establece un precio interno bastante menor a aquel, para garantizar que los valores en los surtidores se mantengan más estables.
Por el barril proveniente de la cuenca neuquina la industria recibe en promedio US$55 y si llega del Golfo de San Jorge obtiene picos de US$61, mientras que la referencia internacional del país es el crudo Brent británico que superó los US$85.
[Tras 6 meses frenados, los combustibles podrían subir]
Por ejemplo, mientras que hoy en CABA el precio de la nafta súper por litro es $90,40 y la premium $104,80 en la red de YPF (en el resto del país los valores difieren notablemente), en el mundo tiene un valor promedio equivalente a $165, lo que demuestra que aún con la volatilidad alcista global, a nivel local se paga un precio en boca de pozo acorde a los costos internos y se subsidia a los consumidores en las estaciones de servicio.
En el caso del gasoil, también según datos de la Confederación de Entidades de Comercio de Hidrocarburos y Afines (CECHA), el precio actual marca $84,90 y asciende a $99,90 en su versión Euro, y al igual que las naftas están congelados en esos valores desde mayo de 2021.
Como mayor productora y empresa de capital mixto, con mayoría estatal, YPF es la que regula el mercado, con una participación de mercado del 55% en el segmento minorista, y establece el parámetro de precios de los combustibles.
Mientras que el titular de YPF descartó un último aumento anual, y la Secretaría de Energía trabaja para que no se implemente la suba de dos impuestos postergada que afecta a los combustibles, en el sector estiman que el 1 de diciembre se subirán los valores actuales, dentro del plan de corrección tarifaria iniciado en agosto del año pasado y que ya lleva una sucesión de retoques que totalizan un 55% de aumento acumulado.
El secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti, antes de las elecciones generales, había adelantado que habría un último aumento promedio del 8% en los combustibles antes de fin de año, ya que finalmente se actualizarían esos tributos que por ley debían renovarse cada tres meses (Impuesto a los Combustibles Líquidos e Impuesto al Dióxido de Carbono).
Según el presidente de la petrolera estatal, los seis aumentos de los combustibles de 2021, le permitieron a YPF contar con los ingresos necesarios para producir petróleo y gas, mediante un ambicioso plan de inversiones por US$2.700 millones.
Y aunque el crudo local aún tenga un gap de precio con respecto al commodity de exportación, la realidad demuestra que las demás petroleras locales y extranjeras que operan en el país todavía tienen margen para seguir invirtiendo en el negocio local de los hidrocarburos.