Elecciones: las dos concepciones de país - Política y Medios
18-02-2025 - Edición Nº6227

ANÁLISIS

Elecciones: las dos concepciones de país

En las urnas se elige hoy a los ciudadanos que representarán al resto en las legislaturas. Pero, además, esta elección tensa diferencias entre dos países posibles que pugnan desde la Revolución de Mayo.

Por: Miguel Di Spalatro

 

En las urnas se elige hoy a los ciudadanos que representarán al resto en las legislaturas. Pero, además, esta elección tensa diferencias entre dos países posibles que pugnan desde la Revolución de Mayo. De Saavedra a Macri y Milei pasando por Roca y Mitre, desde que la patria es patria, los sectores que representan el interés de las corporaciones siempre tuvieron claro el poder que los mueve y la Nación a la que aspiran.

En el siglo XVIII, “Argentina granero del mundo” fue el slogan impuesto para preservar el sistema económico conservador. En la dictadura de los 70 el proyecto neoliberal en contra de la industria nacional incentivaba a comprar importado porque lo nacional era malo. Durante el menemato la alianza con el establishment económico del caudillo de La Rioja, que rápidamente olvidó sus promesas electorales, fue aplaudido por las finanzas internacionales mientras que la mayor parte del pueblo argentino descendía a la miseria.

Las políticas económicas impulsadas por los sectores dominantes, sacaron en helicóptero a De la Rúa de la Casa Rosada en un 2001 cercado por el corralito, la crisis económica y los muertos de la Plaza de Mayo. El proyecto mitriano de país resurge en el 2015 con la llegada de Mauricio Macri que se fue dejando empeñada a la Argentina por 223 mil millones de dólares.

Con sus idas y venidas, sin lograr a lo largo de la historia afianzar su proyecto, en aquellos años fundacionales, patriotas como Belgrano y Moreno pensaban en otra construcción posible. La inclusión de los sectores postergados representados en ese entonces por los negros y originarios, el acceso a la educación y el desarrollo de una industria criolla, marcaron su pensamiento progresista y popular.  En la búsqueda de un capitalismo menos salvaje, Juan Bautista Justo y Alicia Moreau impulsaron la idea de un socialismo de libre mercado. Hasta Hipólito Yrigoyen adscribió a ideas que permitieron, por primera vez, el acceso al poder político de la clase media.

Con la llegada de Perón, los trabajadores se incorporan a la política. De la mano de Eva también las mujeres pudieron decidir en las urnas al igual que los hombres, quienes hasta 1947 mantuvieron la exclusividad. El gobierno socialdemócrata de Raúl Alfonsín, intentó sin éxito la “renovación y cambio” del pensamiento conservador, condicionado por la inflación y la crisis de la deuda que impuso el oscurantismo militar: la deuda externa argentina había pasado de 7.875 millones de dólares al finalizar 1975, a 45.087 millones de dólares al finalizar 1983.

Con la llegada en el 2003 de Néstor Kirchner, que logró el desendeudamiento nacional, aquella burguesía nacional de los años de Perón volvió a surgir y de la mano de una industria nacional floreciente se redujo a la mitad los niveles de pobreza, indigencia y desempleo. Un proceso económico positivo, que continuaría durante los mandatos de Cristina Fernández, con aumento del salario real, crecimiento en la calidad y cantidad de empleo, crecimiento de la construcción y la industria por sustitución de importaciones y mejoras en la distribución del ingreso.

Lo que los comunicadores hegemónicos impusieron con el nombre de “grieta”, no es un fenómeno de la política de estos tiempos. Es la puja natural entre dos concepciones distintas de construcción política con resultados que repercuten en la vida diaria de cada habitante del suelo argentino.  El progreso por mérito propio no es posible si las condiciones macro del país no lo permiten. Como diría Héctor Oesterheld, no hay héroes individuales. Solo hay Eternautas, que únicamente pueden salvarse colaborando unos con otros.

Dos países distintos conviven este domingo en el cuarto oscuro. En las grandes ciudades, en los pequeños pueblos o en parajes perdidos, ricos y pobres se igualan en su calidad de ciudadanos con derecho a elegir. Virtud de la democracia que nos permite equivocarnos, rectificar caminos, volver a fallar y renacer tras cada sufragio. En cada escuela la urna espera nuestro voto a conciencia.

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