
Con internas en la mayoría de las provincias, peleas de liderazgos, figuras desgastadas y candidatos a pelear 2023, Juntos por el Cambio tendrá las primarias más intensas desde su creación.
Aquí van cinco interrogantes del principal frente opositor que podrían resolverse el lunes por la madrugada.
[¿Bullrich o Larreta?]
No habrá una respuesta definitiva, pero sí una aproximación. Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta comparten pretensiones presidenciales: empezaron a pelear en el cierre de listas, continuarán en las primarias y seguirán hasta 2023.
El jefe de Gobierno se conforma con un triunfo opaco de María Eugenia Vidal en la interna de la Ciudad y una victoria de Diego Santilli contra Facundo Manes en la provincia.
Son los candidatos que le impuso a Bullrich, quien bajó el perfil, pero no la capacidad de trabajo: pobló de figuras afines las listas del resto del país para pulsear por las jefaturas de bloques.
Tiene varias paradas bravas como Córdoba, donde respaldó a Luis Juez contra Mario Negri y puso a la segunda de su lista; o Santa Fe, donde apuesta a Federico Angelini.
Apunta a una victoria de Ignacio Torres en Chubut o a un posicionamiento del senador Claudio Poggi en San Luis, porque si libera la banca lo reemplazará Gabriela González Riollo, cercana a jefa del PRO.
Con el amparo de Mauricio Macri, Bullrich se cree mejor candidata. Repite que el núcleo duro anti kirchnerista la prefiere y el resto del electorado irá a quien compita contra el Gobierno si lo quiere fuera en 2023.
Larreta confía en traducir su alta imagen positiva en intención de voto con un discurso que modere la grieta e invite a los desencantados con el gobierno de Macri a volver a confiar en el PRO.
Santilli es su carta maestra: aún si pierde por escaso margen en noviembre, se jactará de haber mejorado el fracaso de 2019 en la provincia que más le cuesta a Cambiemos. La batalla será larga. Y tendrá un capítulo el domingo.
[UCR: Morales vs Nosiglia]
La falta de liderazgo en el PRO y los reproches por el fracaso de Macri subieron el tono de la interna radical, que tienen como protagonistas centrales al gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, y a Enrique “Coti” Nosiglia, padrino de Martín Lousteau.
En diciembre se pelearán por la presidencia del Comité Nacional y, como parte de esa disputa, se definirán también las autoridades legislativas. Pero los nombres que arribarán a cada bloque se definirán en las primarias.
Con Lousteau como monigote, Nosiglia dedicó el año a porotear. Presentó listas para internas de la mayoría de las provincias, con la intención de sumar convencionales que definan cualquier decisión orgánica del partido en 2023.
Pero también apadrinó candidatos en las primarias de provincias como La Pampa, San Luis, Santa Fe, Córdoba (apoya a Juez con Rodrigo De Loredo como candidato a diputado) y Tucumán. Además de acordar con Larreta para colar diputados por la Ciudad.
Las líneas tradicionales del partido están con Morales, como Mario Negri en Córdoba o el presidente del comité bonaerense Maxi Abad, promotor de Facundo Manes, quien necesita una primaria digna para ser considerado en cualquier discusión.
Un dato que puede desnivelar la disputa es la posición de las provincias gobernadas por la UCR. Las dominan Alfredo Cornejo, jefe político en Mendoza y candidato a senador; y el gobernador de Corrientesm Gustavo Valdés. Ambos prevén ganar con mucha diferencia esta elección, pero les cuesta penetrar en el lobby porteño.
El PRO ya juega en esa interna, aunque con la esperanza de sacarlos de carrera en 2023. Larreta almuerza con Negri una vez por semana y cobija a Lousteau en la Ciudad. Curioso, porque ambos se insultan por twitter.
Morales elogió a Bullrich, aunque no habla con Macri porque repite que su gestión presidencial fue mala. Y en privado reconoce “diferencias ideológicas” con él.
[¿Vidal se retira como diputada?]
La campaña de María Eugenia Vidal duró poco más de un mes, pero pareció eterna, porque nunca estuvo cómoda. Empezó con los papelones de compañeros de lista como los tuits machistas de Fernando Iglesias o la negación a la soberanía de Malvinas de Sabrina Ajmechet.
Nunca logró argumentos contundentes sobre su mudanza a la Ciudad, jamás enhebró un discurso propio para los porteños y las acusaciones por su gestión en la provincia de Buenos Aires la golpearon.
Ni siquiera pudo explicar el fastuoso departamento que compró en Recoleta ni bien se fue de la gobernación, que ya es motivo de investigación en el Congreso.
Las encuestas que circulan en el PRO colocan a Vidal con menos de 30 puntos y a Ricardo López Murphy con cerca de 15.
Con una elección tan opaca, Larreta tendrá problemas para instalarla como sucesora natural y empezaría a sentir la presión de Lousteau para pelear por ese lugar.
Macri no lo quiere. ¿Puede acaso apostar a Patricia Bullrich y dejar a Larreta libre para pelear por la Rosada? Martingalas que se evaluarán en 2022.
Antes de las elecciones, Vidal les decía a sus dirigentes cercanos que en 2023 miraría encuestas para pelear por la presidencia. Confía en su imagen en todo el país, pero nunca contempló lo que desahució su derrota en 2019.
Pocos la imaginan en otra campaña electoral y, tal vez, la mayor consecuencia de su mal agosto sea que no podrá llamar a dirigentes de la provincia para marcarles el destino, como hizo hasta el cierre de listas.
[¿El voto liberal ya no es PRO?]
En 2019 Marcos Peña se sorprendió con encuestas que colocaban a José Luis Espert con aceptable intención de voto en la Ciudad y le ordenó a la juventud del PRO salir a recorrer colegios y cervecerías para ver qué pasaba.
Además, organizó un operativo para dejar sin lista a Espert, no lo consiguió, pero logró golpearlo y complicar su campaña. Y el pragmatismo que impera en una elección presidencial logró que no pase de un susto.
Espert puede volver a ser inocuo en esta elección, en la que compite como diputado en la provincia de Buenos Aires; pero Javier Milei en la ciudad amenaza con moverle el piso de su propia casa al PRO.
Y convertirse en un problema irresoluble, porque quienes más lo siguen son jóvenes y su proyección en las próximas elecciones sólo puede ser positiva. Los operadores del economista admiten que pueden ser funcionales al kirchnerismo este año, pero no descartan una alianza con Cambiemos en 2023.
Claro que, si siguen creciendo, no está claro si al PRO le conviene dejarlos entrar a su frente electoral y perder votos propios en primarias contra variantes socialdemócratas de la UCR, como Morales. La elección de Milei dará los primeros indicios de ese interrogante.
[¿Cómo sigue Macri?]
El rol de Mauricio Macri en las primarias fue tal vez la mayor sorpresa en Juntos por el Cambio y deja abierta una disputa que hasta amenaza con su implosión.
Larreta logró desplazarlo del armado de las listas de la provincia de Buenos Aires y la Ciudad, partió a Zurich, se quedó varado por la pandemia, pero cuando retornó se coló en la campaña sin pedir permiso.
Obligó a Santilli a recibirlo en Vicente López; a Vidal a recorrer la ciudad y a Larreta a subirlo al escenario en el acto de cierre, cuando le golpeó la espalda y no lo dejó hablar.
Nadie tiene claro en el PRO qué hará Macri desde el lunes. Si bien le gusta fantasear con una candidatura en 2023, sabe que es imposible llevarla adelante. Pero quiere seguir con el control de Cambiemos porque desconfía. Cree que sus herederos no lo protegerán de las causas judiciales que lo aquejan.
La principal es la quiebra de Correo Argentino, la empresa que administró su familia, que se mantiene firme porque el procurador general del Tesoro Carlos Zannini rechazó el acuerdo. Tanta es la desesperación de Macri por ese asunto que, en medio de la campaña, les pidió a sus diputados afines denunciar a Zannini.
En el Gobierno celebraron cada aparición suya y hasta lo utilizaron como sparring en los debates televisivos. Llegaron a organizar una visita de Martín Guzmán al Congreso para refutar el argumento de Macri sobre la deuda que tomó con el FMI.