El día que el progresismo fue más una apuesta altruista que conveniente - Política y Medios
19-03-2024 - Edición Nº5891

DNI NO BINARIO

El día que el progresismo fue más una apuesta altruista que conveniente

La decisión de integrar al DNI la posibilidad de identificar con una X a las personas no identificadas con un género binario no trajo sólo aplausos.

Este miércoles, el presidente de la Nación, Alberto Fernández, anunció la puesta en marcha del DNI para personas no binarias, como un paso más hacia el reconocimiento por parte del Estado de la existencia de identidades que no se circunscriben bajo los géneros masculino o femenino.

De esta manera, la Argentina se convirtió en el primer país de Latinoamérica en plantear un avance de esta naturaleza en su legislación social, en consonancia con la tradición de los Gobiernos peronistas de las últimas décadas -en particular, el de Cristina Fernández de Kirchner y el actual Frente de Todos-.

Sin embargo, no se trató de una ceremonia del todo armoniosa, ni de una medida aplaudida de manera unánime. Más allá de las obvias y contempladas reacciones conservadoras, hubo segmentos sociales y políticos vinculados a personas no binarias que expresaron su desacuerdo con la medida, o al menos con la manera en que se llevó adelante.

En el acto, el jefe de Estado y la ministra de Mujeres, Géneros y Diversidad, Elizabeth Gómez Alcorta, entregaron los primeros tres documentos nacionales de identidad con esta actualización.

Allí, una de las personas que las recibió, exhibió bajo su camisa una remera con la leyenda “No somos una X”, mientras posaban para las fotos ceremoniales entre aplausos en el Museo de la Casa Rosada. Luego, Valentine continuó presenciando el acto sosteniendo un cartel con la misma premisa.

Fernández no hizo caso omiso al cuestionamiento, que en un momento fue vociferado desde las sillas donde se ubicaban militantes y funcionarios, y replicó: “Me gritaban recién ‘hay otras formas’, claro que hay otras formas, seguro. Están incluidas dentro de esa ‘x’ que es una convención internacional que nos permite abrir derechos dentro de los límites, y es un avance. No deberíamos renegar de esto”.

En tanto, este jueves, el ministro del Interior, Eduardo de Pedro, reconoció que “por supuesto sabemos que la ‘X’ no representa a esos sectores”, pero explicó que debieron usar esa letra “para que el pasaporte tenga validez internacional”.

“Wado” fue quien le acercó al presidente la idea y se encargó del diseño de la iniciativa. Y también quien le explicó el por qué de esa decisión, según reconoció el propio mandatario en su discurso.

Sin embargo, la polémica no fue escasa. Las redes sociales se llenaron de mensajes y posteos celebrando un avance más en materia de política social en nuestro país, pero también de manifestaciones de rechazo y cuestionamientos por parte de muchos sectores disidentes.

Pasando en limpio, mientras miles de jóvenes y militantes progresistas celebraban la medida, muchos otros (o muches otres, para ser justo con su autopercepción) ponían de manifiesto que no se sentían identificades o incluides en esta política que presuntamente les beneficiaba.

Incluso, desde la izquierda partidaria llegaron a tildar de “electoralista” la iniciativa, al tomar nota de estas reacciones -que seguramente tomaron por sorpresa a no poca gente-.

Lo cierto es que la resistencia de colectivos y referentes no binaries o disidentes al flamante DNI abre un escenario de amplias discusiones y debates de movida.

Podría empezar planteando uno: ¿Cómo puede ser que un Ministerio -y en sentido más amplio, un Gobierno- vaya a anunciar con bombos y platillos una medida que ni siquiera complacía a en su totalidad sus beneficiaries directes?.

Pero no es el sentido de este artículo plantear estos interrogantes, ni mucho menos responderlos, sino más bien poner de relieve algunas consideraciones.

En primer lugar, la vocación progresista de la actual administración es indudable. El propio Alberto Fernández reconoció tiempo atrás, en la promulgación del cupo laboral travesti y trans, que deseaba “ganarle a Cristina” y que su Gobierno fuera “más progresista” que el de la presidenta del Senado de la Nación.

En segundo lugar, poner seriamente en duda el carácter electoralista de la puesta en marcha del Documento Nacional de Identidad no binario. No hay encuesta que respalde la idea de que una medida semejante pueda tener más aprobación que reprobación en la sociedad toda, y menos aún en un contexto de indudable urgencia socioeconómica.

Es una iniciativa dirigida a una minoría y, como tal, su respaldo no irá más allá de los grupos minoritarios -en teoría- y de sectores progresistas que apoyen esta apertura de derechos.

De hecho, muchas de las críticas esgrimidas al progresismo del Gobierno desde segmentos opositores -pero también de algunos del seno oficialista- gira en torno a las “prioridades”, en el marco de una profunda crisis social y económica. No pareciera ser una iniciativa ni oportunista ni conveniente, a priori.

En el mejor de los casos, es posible interpretar el anuncio de lo que podríamos denominar un nuevo avance (en la medida en que hubo beneficiaries que sí lo celebraron y lo reconocieron como tal) como un intento de consolidar la buena imagen entre la juventud militante y progresista.

No es casual que se haya elegido el aniversario de la promulgación de la Ley de Matrimonio Igualitario, que fue recordada en varios pasajes de la ceremonia, para lanzar el flamante documento.

Tanto el nuevo anuncio como la fecha conmemorativa apuntalan la tradición de ampliación de derechos a las minorías por parte de los Gobiernos peronistas del Siglo XXI, y seguramente se buscó poner en valor este atributo. Pero suena más a un intento de fidelizar votos que ya eran del Frente de Todos que de avanzar sobre nuevos segmentos electorales.

Después de los eventos de este miércoles, la sensación es que el Gobierno poco tenía para ganar, y se terminó llevando menos.

La vocación de ratificar un perfil progresista, que ya venía siendo anunciado con leyes como Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE), cupo laboral travesti y trans o la garantización de la paridad de género en medios de comunicación, poco tenía para sumarle en las urnas; y para colmo terminó exhibiendo -al menos- una falta de diálogo con parte del sector beneficiario.

Contra la resistencia del conservadurismo opositor y oficialista, y sin siquiera satisfacer a la totalidad de la población destinataria de esta medida, la apuesta progresista, esta vez, resultó más altruista que conveniente.

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