
La reacción de los productores ganaderos tras la suspensión temporaria de las exportaciones de carne vacuna no sorprende. La 'oligarquía vacuna' -denominación utilizada durante la presidencia de Hipólito Hirigoyen, en años de la tristemente célebre "Liga Patriótica Argentina"- siempre puso por sobre los intereses colectivos del país sus privilegios de casta.
Cuando el gobierno de Alberto Fernández decidió suspender las exportaciones de carne por 30 días, la reacción de la mesa de enlace no se hizo esperar: cese de comercialización entre el 20 y el 28 de mayo. Algo así como un paro ganadero para que los consumidores sientan el "poder del campo" decidiendo qué productos llegan y cuáles no a la mesa de los argentinos.
La corporación vacuna es poderosa en ciudades del interior, cuya economía es campo-dependiente. La Provincia de Buenos Aires es la principal ganadera del país. Muy lejos en cantidad de animales, le sigue Santa Fe.
Los productores están unidos a través de la Sociedad Rural Argentina, que tiene filiales en los principales pueblos del interior. Esta es una verdadera red que acciona al unísono para defender los intereses económicos de sus asociados, que están siempre por encima de cualquier otro valor. El ganadero argentino nada tiene que ver con aquel gaucho de mano tendida, solidario y dispuesto siempre al sacrificio que supieron construir algunas obras literarias.
Un relevamiento realizado por el Colegio de Veterinarios de esta provincia, en el 2019, define a la cuenca del salado y depresión de Laprida como la zona de mayor relevancia en cuanto a la cría ganadera de todo el país. Conserva casi la mitad de las vacas (49%) y un 46% del stock total provincial en una superficie de 10,125 millones de hectáreas. La región del Oeste, fue caracterizada históricamente como de recría e invernada, situación que ha ido cambiando ante el avance de la agricultura y concentra el 11% del total provincial en una superficie de 3,5 millones de hectáreas.
La región del Sudoeste es una zona ganadera con perfil de cría, mantiene un 15% del total de establecimientos y stock provincial en una superficie de 6,7 millones de hectáreas. La región de Mar y Sierras, zona con perfil agrícola ganadero en donde se integran la agricultura con un área de explotación lechera; representa el 9% del total de establecimientos y stock provincial, sobre una superficie de 3 millones de hectáreas. Por último, la región Norte, especialmente dedicada a la Agricultura y definida como de ciclo completo, en donde la producción láctea posee una importante participación, se mantiene un stock del 20% del total de las cabezas provinciales en 7 millones de hectáreas.
El tema de la carne se "desmadró cuando la administración de Macri le otorgó una total apertura al sector”, cuando se produjo “el boom de China”, explicó oportunamente Alberto Fernández. “El 75 por ciento del 80 que se exporta va a China. El precio internacional subió tanto por la demanda grande, que empezó a competir con el precio interno”, dijo.
Entonces, para el ganadero argentino el negocio es producir para exportar y no para abastecer el mercado interno. Un mercado de argentinos que incluye en su alimentación a la carne como principal ingrediente, pero que cada vez puede consumirla menos. “Que no hagan pagar a los argentinos el precio que le hacen pagar por la carne, y que les den una migaja de 8.000 toneladas de carne cuando acá se consumen 200.000″, dijo el presidente.
Desde su trinchera, el presidente de la Sociedad Rural de Tandil, Matías Meli, refuta la decisión del gobierno diciendo que la carne que se exporta es en realidad la que no se consume en el mercado interno, porque son vacas viejas que van mayormente a Rusia y China para ser procesadas.
En Tandil, al igual que en otras ciudades, se suspendieron los remates programados para estos días y advirtieron que esto afecta directa e indirectamente a muchísima gente de diferentes sectores.
En Tres Arroyos, en una entrevista publicada por el diario "La Voz del Pueblo", Víctor Tonelli, licenciado en Ciencias Agrarias y consultor privado en el mercado de hacienda, analizó la suba en el precio de la carne: "Arrancó en agosto del año pasado cuando el valor del maíz, que estaba a US$ 125 por tonelada, fue subiendo gradualmente hasta alcanzar los US$ 220 o los 230 de la semana pasada. Eso hizo que la última parte del proceso productivo, que es la del engorde a corral o feedlot, dejara de ser negocio y provocara pérdidas importantes. Entonces, la mayoría de los animales que estaban para encerrarse en corral, por un período de 3 o 4 meses, para después salir a faena, se quedaron o se fueron al campo en un proceso de engorde pastoril o de mantenimiento, dependiendo del pasto. Así, se alargó enormemente, entre 8 y 12 meses, el proceso productivo".
"Por eso hubo este bache enorme de oferta, que, frente a una demanda, que si bien no es muy firme, hay siempre un sector que puede pagarla, y eso presionó sobre los precios", sostuvo el especialista.
No opina lo mismo Belisario Castillo, consignatario y titular de la Cadena Ganadera de la Cámara Agroindustrial de Tandil, que simplifica con la muletilla “claramente se trata de una medida electoral”. Sin embargo reconoce: "Si el Gobierno quería lograr un impacto en los precios hacia la baja es muy posible que lo consiga, porque en cuanto se vuelca internamente y de manera repentina un tercio de la producción de carne que se destinaba a la exportación, lógicamente va a influir en el mercado”.
En Saladillo los productores reciben el apoyo de la UCR. El radicalismo local recuerda que la misma determinación se adoptó en 2006 durante el gobierno de Néstor Kirchner, que supuestamente sería por 180 días y perduró por 10 años.
Sin embargo, el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, dijo que se intentará “si fuese posible” reabrir las exportaciones de carne ante de que venza el plazo de 30 días que en principio iba a tener la medida y que eso depende del avance de una serie de disposiciones alternativas para atacar prácticas especulativas.
Es aquí donde entra en escena otro de los sectores responsables del actual precio de la carne. El Ministro habló de “maniobras especulativas” de un grupo de exportadores –que no serían los actores tradicionales de ese mercado- que consisten en “prácticas dudosas de evasión, de posible contrabando y de exportaciones subfacturadas”. En el gobierno lo llaman “el rulo de la carne”.
Más allá de estas operaciones, el objetivo planteado en la Resolución dictada por el Gobierno, tiene un fin solidario y social en medio de una pandemia. "La medida dispuesta es razonable y proporcionada a las dificultades que presenta un mercado con severas distorsiones y una crítica situación social, que pueden frustrar el acceso de la población a un producto esencial para su alimentación", dice el documento y aclara que “la suspensión antes indicada, podrá darse por concluida una vez que se verifique el normal abastecimiento, a precios razonables y conforme los acuerdos alcanzados, de los productos indicados".
Estos fundamentos son más que atendibles cuando todos los sectores de la economía están perdiendo algo más que ganancias en función de preservar la salud de todos. Así lo entendió el Consejo Agroindustrial Argentino, cuyos miembros se mostraron igual de disconformes con la medida, pero prefirieron el camino del diálogo y la negociación. El CAA agrupa a los industriales exportadores de cereales, a las economías regionales y a casi todas las bolsas de cereales del país.
Mientras este sector busca puntos de acuerdo para que se pueda seguir exportando sin privar de carne al país, la Sociedad Rural, Confederaciones Rurales, la Federación Agraria y CONINAGRO, optan por el lock-out. Al igual que con la 125, vuelven a demostrar que solo les interesa una Argentina: la que otorga ganancias extraordinarias gracias a los precios internacionales y que mira a los mercados de espaldas al pueblo.