Se cumplen 190 años del Pacto Federal: inicio de la Confederación Argentina y génesis de la organización nacional - Política y Medios
28-03-2024 - Edición Nº5900

REVISIONISO HISTÓRICO

Se cumplen 190 años del Pacto Federal: inicio de la Confederación Argentina y génesis de la organización nacional

El Pacto Federal fue el resguardo para la balcanización de nuestro territorio y una experiencia que, con todos sus errores y conflictos, cubrió casi tres décadas de la vida de la Argentina.

Por: Fabian Lavallén Ranea - Director del Grupo de Estudios del Paraná y el Cono Sur

 

Las diferencias de posiciones y propuestas en torno a la organización del país, como sabemos, se evidenciaron desde el momento mismo que comenzó la Revolución de Independencia, identificándose ya en los primeros pasos de la institucionalización de nuestros gobiernos locales, los proyectos que más tarde conoceremos como “unitarios” y “federales”.

La Guerra Civil de nuestro país, que tendrá a estas dos facciones (o partidos) enfrentadas, comenzará mucho antes que termine el ciclo revolucionario, como se puede observar en el belicismo sostenido por Buenos Aires sobre la Provincia de Santa Fe, y la tremenda violencia que el gobierno central sembrará sobre la misma. Si suenan exageradas estas palabras, para quien desee tener una impresión de primera mano de esa encarnizada lucha que ya se daba “antes” de la Guerra Civil, y conocer en detalle la desmedida violencia que los proto-unitarios ejercieron sobre la “Provincia Invencible” -como reza en su bandera hasta el día de hoy- puede leer las memorias de Manuel Ignacio de Diez Andino, testigo privilegiado de la invasión porteña y  las terribles matanzas y desmanes que cometieron, anticipando la falta de humanidad que caracterizará a muchas de sus acciones a lo largo del siglo XX, desde el golpe de estado decembrino (1828) hasta la “carnicería” de Cañada de Gómez (1861), esta última también en Santa Fe.

Ambos episodios citados van a ser designados eufemísticamente en los manuales mitristas, sin llamarlos por su nombre: el golpe de Lavalle va a ser designado como una “asonada” (para quitarle ilegalidad), y la fatídica matanza ordenada por Mitre en Cañada de Gómez, escondida bajo el cínico nombre de “Batalla”, tratando de disimular lo atroz de un episodio que el propio Ministro de Guerra de Mitre, Juan Andrés Gelly y Obes, llamara con todas las letras y un poco de vergüenza.

En los inicios de nuestra Guerra Civil, van a ser también los unitarios los primeros en tomar las riendas del gobierno central, inicialmente con la experiencia de los famosos triunviratos (donde será un actor central el “numen” y símbolo del unitarismo argentino, Don Bernardino Rivadavia), y posteriormente, Asamblea del Año XIII mediante, con los Directorios Supremos, donde hombres como Alvear, Posadas, Rondeau, Pueyrredón, llevarán las riendas del ejecutivo que se enfrentará abiertamente a los primeros caudillos federales del interior del país, siendo sin dudas el General Estanislao López el más importante de todos en aquellos primeros años de la guerra entre hermanos.

Pero es hacia fines de la década del ´20 en que los dos bloques parecen dividir todo el territorio argentino en ligas antagónicas. Primero los unitarios, con la creación de la Liga Unitaria en 1830, organizada y hegemonizada por el General Paz desde Córdoba, aglutinando las provincias interiores que invadía, y las cuales “limpiaba” de federales, en muchos casos deponiendo ilegalmente a los gobernadores de turno (como hiciera el propio Lavalle con Dorrego en Buenos Aires). Complementa esa liga con la creación de un “Supremo Poder Militar” en Agosto del mismo año, creando una fuerza general y centralizada de milicias y ejércitos provinciales.

Como respuesta a esa maquinación unitaria, las cuatro provincias litorales (Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos, y más tarde Corrientes) fueron firmando acuerdos y entendimientos parciales entre ellas, diversas convenciones preliminares a lo largo de 1830, hasta que finalmente deciden de manera más orgánica y planificada firmar el “Pacto del Litoral”, o más conocido como “Pacto Federal”, el 4 de Enero de 1831, en la ciudad que le hizo frente a lo peor del unitarismo, y la que sería a lo largo de los años una especie de segunda capital “legislativa” de nuestro país: Santa Fe. Fueron lo signatarios del acuerdo: Domingo Cullen por Santa Fe, José María Rojas y Patrón por Buenos Aires, y Antonio Crespo por Entre Ríos. Más tarde con la representación de Pedro Ferré, se sumará la provincia de Corrientes.

Inicialmente pensado para crear una representación permanente entre las cuatro provincias, con facultades para organizarnos en múltiples aspectos, los debates en torno a sus contenidos y sus alcances fueron uno de los primeros grandes acontecimientos en nuestro país, donde varios de los representantes de las provincias que posteriormente compondrían la República Argentina, expresaron sus ideas políticas, económicas, comerciales, legislativas, judiciales, diplomáticas y hasta geopolíticas. Se discutieron desde temas estratégicos militares, hasta navegación y proteccionismo comercial.

El Pacto Federal, que no descarta los avances y acuerdos previos, está compuesto por 17 artículos generales, más uno adicional y otro secreto. El espíritu general del mismo es la creación de una Liga ofensiva y defensiva, por la urgente situación dada con la Liga Unitaria ya referenciada. Dicha liga era tanto para invasiones extranjeras como de otras provincias, éstas últimas, a las cuales el acuerdo siguió considerando hermanas, ya que aclara en ese caso de enfrentamiento interno, “lo que Dios no permita”.

Se crea un entendimiento general en materia de justicia, al menos con los criminales de cada provincia, entre las cuales se impone una extradición recíproca. Asimismo, centralizaba en una coordinación general la política de las provincias signatarias, al crear una Comisión de Representantes, integrada por diputados de cada provincia, con sede en la Provincia de Santa Fe, y con múltiples atribuciones. De esta manera el poder quedaba bifurcado, como lo afirma Tau Anzoátegui, ya que Buenos Aires seguía conservando la representación de las Relaciones Exteriores que desde varios años antes venía ejerciendo dicha provincia, y ahora se abría un nuevo centro de poder en Santa Fe, más allá que a los pocos años esa comisión perdería fuerza, y sus atribuciones serían prácticamente absorbidas por la fuerza gravitatoria de Buenos Aires.

Uno de los aspectos más relevantes de aquel Pacto, es que dejaba el camino abierto para que se sumen a la Liga el resto de las provincias que conforman el territorio argentino, lo que terminará ocurriendo en pocos años, y quizás en donde reside el aspecto más relevante de todos. Al ser derrotado nuevamente el unitarismo, como ya se había dado un par de años antes en el fracaso de Lavalle, y ante la caída estrepitosa de la Liga del Interior del general Paz, se fueron adhiriendo al Pacto Federal una a una el resto de las provincias, tal como era el espíritu de la alianza. Primero Mendoza, luego Córdoba, Santiago del Estero, La Rioja, Tucumán, San Juan, San Luis, Salta y finalmente Catamarca, en el lapso de un año y medio, quedaron todas incorporadas al Pacto y al sistema. Y permanecieron unidas, a pesar de sus diferencias, sus conflictos, sus antagonismos, en una organización que permitió el embrionamiento de la República, y el fundamento jurídico de la Confederación Argentina que la antecede. Dicha Confederación sobrevivirá hasta 1861, hasta la Batalla de Pavón, en dos fases bien diferenciadas, 1) una etapa de hegemonía rosista centralizada en Buenos Aires (1831-1852), y una etapa urquicista, ya constitucional, con centro en Entre Ríos, conocida como la “Confederación del Paraná” (1853-1861), cuando Buenos Aires se separe transitoriamente del resto del país.

El Pacto Federal al invitar a las otras provincias, demostraba una vocación organizativa que excede la alianza sólo militar y coyuntural. Más aún, observándose los múltiples aspectos de entendimiento que anhelaban los representantes de las provincias litoraleñas, en instancias donde no sobrevivían las cartas magnas elaboradas en las primeras décadas de vida independiente con un claro matiz centralista, se puede hablar del Pacto Federal como de un entendimiento pre-constitucional de grandes miras, que fue germen de la Argentina moderna, y el sostén de la unidad para gran parte de los territorios de las Provincias Unidas que las potencias de la época (Francia, Inglaterra, Brasil) intentaron fragmentar y atomizar.  El Pacto Federal fue el resguardo para la balcanización de nuestro territorio y una experiencia que, con todos sus errores y conflictos, cubrió casi tres décadas de la vida de la Argentina.

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