
El miércoles pasado, una gran movilización le dijo ‘no’ al proyecto del nuevo Código de Convivencia que intenta establecer Julio Garro en la ciudad de La Plata.
Para conocer de cerca los cuestionamientos y las preocupaciones de trabajadores informales, artistas callejeros y militantes políticos, PolíticaYMedios dialogó con Sofía Matta, integrante de la Red de Trabajadores Precarizados, que participó de la masiva manifestación.
#LaPlata Gran movilización desde Plaza Italia hasta el Palacio Municipal en Plaza Moreno. Es en contra del nuevo código de convivencia de @JulioGarro, ya que lo consideran "represivo" pic.twitter.com/pmDwHZW6pM
— Carolina Villalba (@carovillalba__) December 2, 2020
- ¿Qué es la red de trabajadores precarizados?
- El espacio es una red que se formó en la cuarentena, durante la pandemia, cuando muchos jóvenes nos quedamos sin trabajo y sin ingresos, y también sectores de trabajadores de la cultura. Entonces conformamos esta red, que aglutina a vendedores ambulantes, manteros, precarizados de call center, de comidas rápidas, artistas y también desocupados.
Cuando salió a reflote el código, empezamos a pensar acciones, además de pronunciamientos. El lunes pasado hicimos una jornada cultural en Plaza Italia en contra del código, en una actividad para compartir el espacio con los manteros y compañeros que son perseguidos y hostigados por la policía constantemente.
El código se quiso votar en 2018 y Garro no pudo, porque hubieron pronunciamientos, un montón de acciones y movilizaciones. Pero hoy lo hace, no en un cielo sereno, sino en un marco en el que hace un mes hubo un desalojo en Guernica y en varias tomas del país.
Hay un avance represivo en la política en general, no sólo localmente, y hace muy poco se votó un presupuesto brutal para el año que viene, donde sacan el IFE, recortan las jubilaciones, en la salud. Y todo eso en el marco de la pandemia, donde nos recortan el sueldo, y la calidad de vida se pulveriza cada vez más. Entonces, la respuesta al código se da en el marco de una situación de cada vez más pobreza.
- ¿Entienden que se da en un contexto que respalda estas medidas?
- Claro, sí. Porque sino es muy difícil pensar el por qué de este código, que no es solamente de Garro, sino que está respaldado por una serie de políticas que están a pedidos del Fondo Monetario, de cara al año que viene. Y la respuesta no es dar muchas salidas a los problemas estructurales que hay, sino más bien represiva.
- ¿Cuándo se reflota el impulso de este código de convivencia?
- El código lo querían votar esta semana, pero se dilató la discusión, todavía se está discutiendo con el resto de los bloques, y con el Frente de Todos también. Pero ya salió la propuesta para empezar a tratarlo en comisiones y ver cuándo se podía votar. El tema es que saben que tiene un costo grande. Así como no lo pudieron sacar antes, no va a ser fácil votarlo sin que haya una reacción por parte de la gente.
Porque realmente es muy terrible, criminaliza toda actividad que se haga en la calle.
Las manifestaciones son una de las actividades afectadas por la iniciativa.
- Puntualmente ¿Cuáles son los cambios que plantea este código respecto al precedente que se cuestionan con más énfasis?
- Primero que nada, que toda manifestación o expresión que se realice en la calle puede ser multada. Además de multas, amonestaciones o sanciones, te pueden encarcelar desde 30 hasta 90 días. Esa es la parte de las sanciones.
Después, las actividades afectadas abarcan desde la prohibición de vendedores ambulantes, hasta trapitos y artistas callejeros que trabajan en los semáforos. Esto estaría penalizado Ese es uno de los problemas fuertes, que se enmarca en la profundización de un ataque que ya viene hace mucho tiempo sobre los manteros, y en particular sobre la comunidad senegalesa. Que son quienes están en esa situación de trabajo informal, en la calle, y que hace mucho tiempo que los quieren correr.
Otro punto, que también viene desde hace un tiempo, es que se quiere correr la 'zona roja', que puntualmente ataca a la comunidad trans y travesti, a las trabajadoras sexuales. También un sector que viene siendo atacado constantemente, brutalmente por la policía, y esto entra dentro de una política de perseguir. Centralmente es contra la comunidad travesti y trans, pero en esencia es la prohibición de toda expresión disidente que afecte la moral ajena.
Entonces da vía libre a toda una lógica discriminatoria, homofóbica, racista.
Otro punto importante es el tema de los artistas callejeros. Por un lado en el sentido de que te pueden encarcelar por hacer pintadas o grafitis. Por cualquier tipo de intervención mínima en el espacio público podés ser multado, sancionado e incluso arrestado. Y, otra vez, la persecución al arte callejero no es un fenómeno nuevo.
En la periferia la policía siempre está a la espera de ver a quién pueden a quiénes pueden agarrar; a los artistas que hacen murales, grafitis, que intervienen. Y más en una ciudad donde la actividad independiente cultural es tan grande.
Pero, además, va a afectar a los centros culturales. En las actividades que a veces se realizan en la vereda o en la calle, mismo a aquellos que no estén aprobados o tengan permiso del municipio. No se van a poder hacer ciclos de cine, no se puede hacer ninguna clase de espectáculo en la vía pública o algún festival. Incluso en el ámbito deportivo, no sólo en el cultural.
- ¿Se interpreta como una ofensiva contra la intervención en el espacio público en general?
- Claro, y además lo que ocurre es que después de ocho meses de pandemia, mucha gente que pierde su trabajo sale a buscarlo a la calle, a ganarse el 'mango' en el día a día. Los artistas hace meses que están esperando a poder hacer acciones o intervenciones que puedan desarrollarse dentro del distanciamiento social obligatorio, al aire libre, y esto realmente les corta las piernas.
- ¿Se pudo dialogar con representantes del municipio? Para transmitir no sólo los cuestionamientos, sino también consultar cuáles son las alternativas que se abren para toda la gente que se quedaría sin la posibilidad de ganarse la vida en el espacio público...
No. De por sí, el municipio tiene una política clara de no tener mucho diálogo que resuelva. Se han hecho arreglos mínimos con sectores como los manteros. Pero siempre en pos de tratar de sacarlos cada vez más.
Por ejemplo, en Plaza Italia pueden estar los lunes, miércoles y viernes, pero hay días que no. O sea, en clave de intentar establecer un régimen de control en todos los lugares. Vos podés controlar, pero el problema de la precariedad laboral, del no acceso a un trabajo digno, no se resuelve.
Desde los sectores culturales se han enviado cartas, un montón de pedidos. Pero si no es justamente mostrando fuerza en la calle, movilizando, es muy difícil que haya un diálogo. Ahora en el Concejo están tratando algunas modificaciones con el resto de los bloques, para tratar de que salga el nuevo código.
El Concejo Deliberante, que viene sesionando en el Pasaje Dardo Rocha, viene tratando el proyecto del Código de Convivencia.
- ¿Desde la Red pudieron comunicarse con algún bloque de concejales para transmitir estas inquietudes y la incertidumbre que genera la posibilidad de que se apruebe el código?
No, nosotros entendemos que las acciones más importantes que se pueden hacer son en las calles, articulando con el resto de los espacios que están involucrados en exigir que el código se baje. Estamos en contra del nuevo Código de Convivencia en conjunto, y no vemos que se haga mucho en esa dirección, se le quieren hacer pequeñas modificaciones.
Entonces, si no es con la fuerza de la movilización creemos que va a ser medio difícil, e incluso esta iniciativa ataca las movilizaciones callejeras. Entonces ese es también el gran problema. Según establece esa propuesta, para hacer una movilización tenés que pedir permiso, y que te escolte la policía. Ataca directamente el derecho a la protesta.
Después nosotros articulamos, en última instancia con concejales de la izquierda, pero no sé cuánto se puede modificar el código de por sí. Porque viene a reemplazar el código contravencional para profundizar una política punitiva y represiva.