Aislamiento y Salud Mental: “La apuesta a la palabra sigue siendo el faro” - Política y Medios
28-03-2024 - Edición Nº5900

Aislamiento y Salud Mental: “La apuesta a la palabra sigue siendo el faro”

La psicóloga Fernanda Artiñano Rivas, miembro de la Escuela Freud Lacan, explicó que la ansiedad y los trastornos del sueño son algunos de los síntomas más comunes durante el aislamiento. Recomendó seguir en contacto con familiares y realizar actividades online. “Hay una diferencia entre quedarnos en casa y aislarnos”, precisó.

Por: Fernanda Artiñano Rivas- Lic. en Psicología M.P. 54209 – Psicoanalista - Miembro de la Escuela Freud Lacan de La Plata.

Especial para Política&Medios

Es importante comenzar destacando que la Salud Mental es parte del concepto integral de salud del individuo: no son estratos separados o disociables. Pero, sin entrar en la dicotomía cuerpo/mente  (que sería muy larga de abordar y no viene al caso específico que nos convoca) es interesante pensar que en las decisiones que se tomaron desde del Estado al decretar el aislamiento social, preventivo y obligatorio, se priorizó el impulso de políticas públicas con un claro objetivo: disminuir el contagio de COVID19 y evitar el colapso del sistema de salud.

En este sentido, podríamos aventurarnos a pensar que la noción de salud que consideraron desde un primer momento -y, por tanto, la que prevalece a la hora de la toma de decisiones- es más genérica. Es decir, entiende al cuerpo en tanto organismo y no pone el foco en las consecuencias psicológicas de un aislamiento obligatorio que se extiende desde hace 40 días en todo el país.

A esta altura no quedan dudas deque se hizo y hace lo que se va pudiendo y que, frente a un contexto de incertidumbre mundial, el Estado debe tomar decisiones generales, masivas e incluyentes de toda la población. Pero los psicólogos y, en especial los psicoanalistas, atendemos la singularidad, el caso por caso, es decir, nos ocupa cada sujeto: ese sujeto que consulta, que habla y padece.

Es que, como seres sociales y hablantes que somos, es imposible pensar que una medida preventiva tal no tenga consecuencias y efectos en nuestros psiquismos ¿Cuáles son? Eso dependerá de cada quien. Ahí está en juego la subjetividad. Pero, lo que sí se puede afirmar es que, de un modo u otro, todos y todas nos vemos afectados.

Considero, también, que los efectos psíquicos y consecuencias de la pandemia, podremos y debemos leerlas a posteriori. Hoy, aún transitando el malestar, no existe tiempo/espacio para elaborar lo que está sucediendo o pudiera devenir traumático.

Los tratamientos y análisis que conducimos, como todo, se vieron afectados, algunos fueron interrumpidos y, otros, renovados a partir del encuentro posible on-line, ya sea por teléfono o video-llamada. La apuesta a la palabra sigue siendo el faro, pero esta vez desde nuevos modos y caminos posibles.

Allí se puede escuchar la proliferación y agudeza de síntomas, como respuesta padeciente al aislamiento y encierro. Algunos recurrentes son: trastornos en el sueño y alimentación, desgano, malhumor, depresión, fobia al contagio, angustia, duelo por la “vida anterior”, ansiedad por lo que sucede e incertidumbre por lo que vendrá. Además, rigidez en conductas recomendadas de cuidado y prevención, al punto de “no poder parar” de limpiar, lavarse las manos, desinfectar todo y una lista de etcéteras en el mismo sentido. 

Por supuesto que la inestabilidad económica, laboral o falta de ingresos al hogar también provocan numerosos efectos en la salud mental de cada individuo. No poder salir a trabajar, para quienes de ello depende que sus hijos e hijas coman, puede llegar a ser angustiante y devastador.

Se entiende: no son vacaciones, nunca lo fueron, no es algo programado ni elegido. Sin embargo es lo que nos está sucediendo, ese real que irrumpió, y con el que hay que vérselas.

Por supuesto, también, hay consecuencias entre quienes pasan la cuarentena en familia o quienes están solos  ¿Hay una mejor o peor opción? En general, se escuchan síntomas, inhibiciones y angustia en ambos casos. A modo general vemos que:

- En quienes lo pasan en familia, es un cambio radical acomodar la rutina al quedarse en el hogar, sin salir al colegio o a los trabajos, pero teniendo que hacerlo desde casa, todo y todos juntos. Personas que, tal vez, solo compartían la cena o los fines de semana, ahora comparten las 24hs ¿Qué lugares para la intimidad quedan? ¿Existen tiempos propios para expresar y trabajar lo que éstos cambios nos producen?

- En quienes están solos, aparece ese encuentro inevitable con uno mismo, eso que la rutina y lo social tanto ayudan a tapar ¿Qué hacemos con todo lo que pensamos y sentimos? Escuchamos más a nuestro deseo, ¿nos animaremos? ¿o ganará la batalla el padecer?

Los lugares de esparcimiento -gimnasios, salidas-  están en suspenso. Pero, ¿esto quiere decir que nos están prohibidos? Creo que no. Y acá hago una diferencia entre el tan necesario quedarnos en casa y aislarnos o encerrarnos. La proliferación de clases de gimnasia y baile on-line, son la gran muestra de ello. Es verdad, no podemos ir a la sede del gimnasio, ni al parque a correr, pero hay cosas que podemos hacer. Es aquí donde interviene la creatividad y flexibilidad mental de cada uno, para poder adaptarse, tomándolo como posibilidad y no sólo como restricción.

No encerrarnos en nuestros pensamientos y sentires, no aislarnos de las personas que queremos y nos quieren; seguir apostando a la palabra y el esencial lazo social con el otro, desde los modos y caminos que hoy sean posibles, se vislumbra como el mayor desafío en estos tiempos. Lo virtual emerge como una herramienta de apoyo para lograrlo.

Es verdad, son nuevos modos, distintos, complejos, diferentes a los que acostumbramos, pero modos posibles al fin. No hay prohibición sobre eso.

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