
Más de 200.000 personas se concentraron ayer frente al Congreso de la Nación, bajo el lema #NiUnaMenos para decir: “Basta de femicidios”. Mientras escribo, el corrector señala que “femicidio” no existe, lo tilda en rojo una y otra vez, hasta que lo incluyo en el diccionario. No es casual. Fue una lucha política instalar esta palabra, el lenguaje es transformador y edifica realidades. Los legisladores argentinos incorporaron el concepto de femicidio a nuestra lengua en el año 2012, al sancionar una norma que agrava la pena del homicidio de una mujer o persona trans cuando esté motivado por su condición de género.
Por eso la pregunta es ¿por qué la marcha fue frente al Congreso? Si en estos años se ha legislado a favor de la igualdad en la diversidad como nunca en la historia argentina. Cuando la marcha rumbeó hacia Tribunales pareció encontrar un sentido político más profundo y atinado. El Poder Judicial es el que menos ha avanzado en esta materia. Las leyes están, pero si no se cumplen son letra muerta. A su vez es frecuente que las víctimas no exijan sus propios derechos porque ignoran que les han sido restituidos. Ahí aparece otro gran actor en toda esta tormenta: los medios masivos de comunicación, que desinforman y contaminan a diario. Hubiera sido interesante marchar frente a los edificios de Canal 13.
Sin embargo, hubo quienes sumaron el plano mediático a su reclamo. Un grupo de manifestantes avanzaba con un cartel que llevaba una caricatura del rostro de Marcelo Tinelli, que seguramente haya estado de acuerdo con la manifestación de ayer, pero que lleva veinte años como líder de la TV sexista. Así empezamos a complejizar el tema y parece que se ordena contra qué luchamos. Un grupo de mujeres cantó: “Como a los nazis, les va a pasar, a donde vayan los iremos a buscar”. Y quien escribe se preguntaba, ¿a quiénes irán a buscar? ¿A los policías que no toman las denuncias? ¿A los homicidas? ¿A los fiscales que no investigan? ¿A los jueces que no sentencian? ¿A los dueños de medios que cosifican?
Lo cierto es que el movimiento de mujeres lleva años trabajando en la Argentina. La buena noticia es que ayer se hizo masivo el reclamo. La mala, es que para salir a la calle necesitamos la muerte de miles de mujeres. Ayer estuvo claro qué es lo que no queremos, el camino hacia cómo lograrlo es más largo. Es importante haber instalado que los problemas domésticos son hoy más públicos que nunca. También es clave entender que un cambio de matriz requiere de la sociedad en su conjunto. Todos podemos tener una situación de violencia cercana; hacer caso omiso es un crimen. El médico que recibe a la mujer golpeada se debe comprometer, la maestra que lo sabe porque el niño cuenta debe denunciar, el vecino que escucha los gritos no se puede callar un día más.
En más de 80 ciudades del país hubo manifestaciones. Será fundamental no quedarnos en el femicidio como un hecho de inseguridad, sino entenderlo como la etapa más brutal de unas violencias que empiezan allá muy temprano, cuando por ejemplo, una mujer cobra menos que un hombre por realizar el mismo trabajo. Ayer hubo familiares de víctimas, hubo “sobrevivientes” que así se identificaron, militantes, y miles de personas que salieron porque creen que el reclamo es justo. Hubo un cartel que pedía “perdón”.
Flamearon banderas de los pueblos originarios, de las izquierdas, unas con Eva y otras con Cristina, no faltó alguna bastante atemporal que pedía anarquía. Bienvenida la diversidad si el reclamo no se desvirtúa. No debe haber ni una mujer menos en la Argentina, para eso no debe haber ni una violencia más.