Rocca vuelve a alertar a Milei por las importaciones chinas: “Tienen una actitud predatoria, de conquista hegemónica” - Política y Medios
12-12-2025 - Edición Nº6524

INDUSTRIA EN CRISIS

Rocca vuelve a alertar a Milei por las importaciones chinas: “Tienen una actitud predatoria, de conquista hegemónica”

10:21 |El CEO de Techint volvió a pedir intervención para que la industria nacional pueda competir. La paradoja de Milei: alineado con EE UU geopolíticamente, pero funcional al mercado chino por fundamentalista del libremercado.

La irrupción acelerada de China en los mercados globales dejó de ser un fenómeno comercial para transformarse en un factor estructural capaz de modificar economías enteras. Su expansión alteró precios relativos, forzó reacomodamientos en cadenas de valor y obligó a países de todo el mundo a rediscutir sus estrategias productivas.

En paralelo, la respuesta norteamericana -potenciada por tensiones geopolíticas crecientes- redibujó las reglas del intercambio internacional y empujó a gobiernos y empresas a revisar decisiones de inversión. En ese tablero movedizo hizo incapié el eje del nuevo Seminario Propymes, organizado este jueves por el Grupo Techint.

Allí, el CEO del holding, Paolo Rocca, la senadora Patricia Bullrich y los principales directivos de la compañía intentaron descifrar hacia dónde se dirige el comercio mundial y qué implica para una economía como la argentina. Las exposiciones remarcaron una idea repetida durante la jornada: el mapa internacional mutó a una velocidad que requiere otro tipo de respuestas estratégicas.

Javier Martínez Álvarez, vicepresidente institucional del grupo, graficó el momento como un “proceso de cambios tectónicos”. Recordó el ingreso de China a la OMC y afirmó que buena parte de Occidente actuó con cierta ingenuidad al abrir el paso a una economía conducida por un Estado centralizado.

Según él, ese modelo basado en planificación estricta de la actividad productiva y férreo control social, provocó daño profundo en industrias de terceros países. La ingeniería sostenida y sincronizada de gigante oriental dio por tierra con la competitividad del resto del mundo

En ese sentido, se refirió al vendaval de aranceles que ejecutó Estados Unidos a lo largo de este año, y consideró: “La figura de Donald Trump no representó el origen del problema, sino una reacción política ante el fenómeno chino”.

El ejecutivo sostuvo que las naciones occidentales despertaron tarde, pero finalmente reaccionaron, lo que creó “un escenario completamente distinto”. Desde esa lectura surgió la pregunta que atravesó el seminario: ¿qué debe hacer Argentina?

Martínez Álvarez planteó que el mundo adoptó nuevas reglas y que el país quedó obligado a interpretar cómo integrarse. Según su opinión, la apertura comercial es necesaria, pero la clave es el modo de implementarla.

Utilizó incluso una metáfora deportiva para describir el desajuste argentino: expresó su temor a que el país siguiera jugando al fútbol cuando el partido global ya se transformó en hockey sobre hielo. El tablero cambió y las tácticas también.

En esa línea se inscribió Rocca, que remarcó la necesidad de abrir canales formales de comunicación con Casa Rosada: “Yo creo que tenemos que abrir un diálogo con el Gobierno y sus autoridades, y explicar de verdad que China tiene una actitud predatoria y responde a una necesidad estratégica de conquista hegemónica. Tenemos que competir igualmente con la competitividad de nuestras empresas”.

Una visión que sintoniza con la postura geopolítica de la administración de Javier Milei, aunque paradójicamente resulta sumamente contradictoria con su visión ultraliberal del comercio y la economía. La decisión, al final del día, termina configurando una oportunidad inmejorable para la industria del país presidido por Xi Jinping, más allá de cualquier prédica ideológica que evoca antagonismo.

El vicepresidente de Techint, por su parte, también advirtió sobre la falsa dicotomía en que se encuentra el debate público y político nacional, y puso de relieve que asociarse con China presenta un riesgo concreto de primarización, sin garantía de desarrollo industrial sostenido.

En contraste, describió un escenario mucho más favorable con Estados Unidos, justo cuando el vínculo entre Milei y Donald Trump atraviesa su mejor momento. “La alianza es clarísima”, aseguró, y anticipó que un acuerdo comercial en ciernes podría abrir oportunidades para ambos países.

El asunto es que, como se explicó algunas líneas atrás, a Beijing no le hace falta ninguna alianza para avanzar sobre la demanda de bienes en nuestro país. Su supremacía comercial es perfectamente compatible con una alianza entre Casa Rosada y la Casa Blanca, siempre y cuando la política comercial continúe supeditada al libreto de economía austríaca del mandatario nacional.

Esta es la gran piedra en el zapato que Trump y su secretario del Tesoro, Scott Bessent, aún no logran erradicar, de cara al objetivo geopolítico de alinear a Argentina con los intereses de Wahington.

En el terreno energético, Martínez Álvarez observó complementariedades clave. Dijo que EE.UU. es importador de petróleo y que en gas podría consolidarse una convergencia estratégica, especialmente en un contexto donde la Casa Blanca busca reducir su dependencia de Medio Oriente.

Agregó que la ubicación de Argentina en una “zona de paz” y el histórico rol de Estados Unidos como importador industrial crean condiciones propicias para capitalizar la reconfiguración global, siempre y cuando el país logre una inserción inteligente.

[Los desafíos internos, más allá de la geopolítica]

Más allá del tablero geopolítico, el directivo advirtió que Argentina enfrenta retos domésticos. Según su visión, la industria debe mejorar su competitividad interna y el Gobierno avanzar en reformas laborales y tributarias. El orden de esos factores -sugirió- incide de manera determinante en la posibilidad de capturar los beneficios del contexto internacional.

Martínez Álvarez consideró que la administración Milei ejecutó el “primer ajuste real” de la economía, redujo el gasto, bajó la inflación, recortó la pobreza y logró una caída del riesgo país.

Ese marco, dijo, abre una base para imaginar otro país. Identificó tres sectores con potencial destacado: agro, Vaca Muerta y minería, aunque advirtió que incluso con un salto fuerte en exportaciones energéticas y mineras hacia 2030, solo se duplicaría el nivel actual. Por eso insistió en la importancia de desarrollar industrias asociadas a los recursos naturales.

Ricardo Markous, CEO de Tecpetrol, aportó otro ángulo y destacó que “Vaca Muerta es posible porque hay industria nacional”. Recordó que en 2025 se rozaron los 800 mil barriles diarios, un récord histórico, y anticipó que podrían trepar al millón y medio hacia finales de la década.

El abastecimiento interno de gas -explicó- se sostuvo gracias al gasoducto Perito Moreno, que redujo las importaciones de 80 a 25 barcos por año.

Markous detalló además que Fortín de Piedra, inaugurado en 2017, produce 25 millones de metros cúbicos diarios de gas, equivalente al 20% de Neuquén y al 15% del país. Un dato ilustra la magnitud: uno de cada cinco hogares argentinos se abastece en invierno gracias a ese proyecto. Y destacó el rol de las pymes, que integraron la cadena de valor y permitieron que Vaca Muerta no sea solo un enclave exportador, sino un trampolín para futuros desarrollos industriales.

[China en cifras: un impacto insoslayable]

La exposición de Martín Berardi, presidente ejecutivo de Ternium, puso números al fenómeno chino. Describió un escenario global de crecimiento moderado, hipercompetencia y volatilidad de commodities. Recordó que China ya explica el 35% de las manufacturas del planeta y que su superávit comercial con el mundo se triplicó en siete años. Su industria automotriz pasó de exportar un millón a casi siete millones de vehículos.

Explicó que, mientras caía la inversión en vivienda por la reducción de nacimientos, crecía abruptamente la inversión en activos manufacturados. En Latinoamérica solo Brasil logró superávit con China; México y Argentina exhibieron déficits profundos. El déficit comercial total argentino con Beijing llegó a USD 9.000 millones, y el de manufacturas industriales trepó a USD 16.000 millones.

El panorama del acero fue todavía más elocuente. El consumo interno chino cayó 17% por la desaceleración de la construcción, pero las exportaciones se dispararon: pasaron de 54 a 132 millones de toneladas en cinco años, volumen que duplica todo el consumo de América Latina. Hacia la región, las ventas chinas saltaron de 6 a 17 millones de toneladas, hasta representar un quinto del acero que se consume en el continente.

La reacción global también quedó cuantificada: más de 1.000 medidas de defensa comercial contra China, 300 de ellas en el acero. Aranceles del 50% y hasta del 100%, niveles inéditos desde los años sesenta. Estados Unidos picó en punta, seguido por Canadá, México, Europa y Brasil.

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