Este martes por la tarde, el ministro de Desregulación, Federico Sturzenegger, concluyó la conferencia de prensa en la que se detallaron los nuevos proyectos que el Poder Ejecutivo envió al Congreso y se encaminó directamente al recinto.
Su misión era tan clara como urgente: explicarle, uno por uno, los textos a los legisladores de La Libertad Avanza, responsables de conseguir los votos para transformar los anuncios en leyes antes de fin de año.
Aunque pretendía llegar acompañado por parte de su equipo técnico, terminó entrando solo. Buena parte de sus colaboradores seguía ajustando el articulado de la reforma laboral, la pieza más conflictiva del paquete, que aún sumaba resistencias de empresarios, gremios y especialistas del sector.
La tensión sindical ya había quedado expuesta en la última reunión del Consejo de Mayo. Allí brilló por su ausencia Gerardo Martínez, líder de la UOCRA y hasta entonces asistente infaltable a esas convocatorias. Mientras en Casa Rosada alegaron que “no llegó a tiempo” por un viaje, en su entorno hablaron de un gesto político contra los cambios al sistema de trabajo.
En el borrador final, el Gobierno decidió excluir la limitación a las cuotas solidarias, una de las exigencias más sensibles para los sindicatos por su impacto en el financiamiento gremial. Sin embargo, se abrió paso una modificación estratégica: la afiliación pasará a ser optativa y sólo se descontará “siempre que medie conformidad expresa del trabajador y acuerdo entre las partes”.
La publicación del texto debía conocerse de inmediato, pero se retrasó por un -nada despreciable- detalle: exige la firma del presidente Javier Milei, quien se encuentra en Oslo para participar de la ceremonia del Nobel de la Paz a María Corina Machado. Por eso, el envío formal al Senado recién se concretará el jueves, cuando el mandatario regrese al país.
En paralelo, el oficialismo busca avanzar todo lo posible con las seis propuestas incluidas en el llamado a sesiones extraordinarias, que arrancó este miércoles y se extenderá hasta el 31 de diciembre. Sin embargo, dentro del propio bloque reconocen que el margen es mínimo: “Entre las fiestas y las semanas que ya pasaron, este mes termina teniendo 10 días”, graficó un legislador encargado de los poroteos.
La distribución de tareas quedó equilibrada entre ambas Cámaras. Diputados quedó a cargo del Presupuesto 2026, la Ley de Inocencia Fiscal y el Compromiso nacional para la estabilidad fiscal y monetaria, mientras que el Senado deberá abordar la reforma laboral, las modificaciones a la Ley de Glaciares y el nuevo Código Penal.
Antes de recibir a Sturzenegger, los senadores mantuvieron una reunión interna encabezada por la flamante jefa del bloque, Patricia Bullrich, enfocada en ordenar la transición tras la renovación legislativa. El recambio obliga a redefinir autoridades y comisiones, un trámite que consume tiempo justo cuando el reloj empieza a apretar.
Bullrich planteó un objetivo ambicioso: debatir la reforma laboral en una sesión el 23 o el 26 de diciembre. Para lograrlo, era indispensable acelerar todos los pasos previos.
Pero una fuente conocedora de las negociaciones relativizó la chance: “Difícil que se llegue. El Senado tiene el protocolo de los 7 días entre el dictamen y su tratamiento en el recinto. Solo se puede evitar si se aprueba el tratamiento por 2/3, lo cual es complicado. Yo creo que, con suerte, la semana que viene puede haber dictamen. Hay que conformar comisiones, debatir y después dictaminar”.
En Diputados, el panorama es similar. La prioridad está puesta en el Presupuesto 2026, y es el presidente de la Cámara, Martín Menem, quien lidera las conversaciones. El Gobierno pretende volver a dictaminar el proyecto -debido a que el dictamen previo perdió vigencia tras el recambio legislativo- el lunes y martes próximos, para intentar una votación general esa misma semana.
En medio de este operativo contrarreloj, el jefe de Gabinete, Manuel Adorni, presentó a Ignacio Devitt como nuevo secretario de Asuntos Estratégicos, un rol clave para coordinar el vínculo entre la Casa Rosada y el Congreso.
En Balcarce 50 saben que el tiempo juega en contra. Por eso ya tomaron una decisión: convocar a un nuevo período de sesiones extraordinarias desde la segunda quincena de enero hasta fines de febrero. Aun así, la apuesta inmediata es avanzar lo máximo posible en los próximos días, antes de que el calendario cierre definitivamente la ventana política de diciembre.