Reformas estructurales, apertura “con criterio” y una política industrial explícita fueron los ejes que marcó Paolo Rocca, CEO del Grupo Techint, durante su intervención en la Conferencia Anual de la Unión Industrial Argentina (UIA).
El empresario desplegó una lectura amplia sobre el programa que impulsa el presidente Javier Milei, reconociendo el orden macroeconómico, pero delineó una serie de cambios que considera imprescindibles para el desarrollo del entramado productivo.
Rocca volvió a defender la idea de política industrial, un concepto que -consideró- fue desacreditado en el pasado por “abusos, opacidad e intervenciones improductivas”, pero que no por ello deja de ser necesario para el complejo manufacturero, que explica una gran parte del mercado laboral en regiones clave del país como el AMBA.
Aunque reconoció el ordenamiento macroeconómico que atraviesa la gestión libertaria, advirtió que todavía resta avanzar en dos frentes: “Debemos hacer política monetaria e industrial”, insistió.
También cuestionó la idea de poner el futuro del país en manos de una sola cadena de valor. Sin mencionarla, hizo referencia a la habitual dependencia de los dólares del sector agropecuario en la que suelen recaer las administraciones liberales. Aggiornando la idea, se puede sumar Vaca Muerta.
Según evaluó Rocca, esa estrategia “no alcanza” y exigió adoptar decisiones sectoriales: “Entender en qué cadena de valor aceptamos un rol distinto y a cuál apoyamos y cuidamos”.
Uno de los puntos en los que más énfasis puso el titular de Techint fue el sistema impositivo, al que definió como una barrera decisiva para la actividad fabril.
Planteó que la industria necesita una baja de la carga tributaria, una reducción de la informalidad y una ampliación de la base de recaudación, todo dentro de un esquema de equilibrio fiscal y con un reparto más eficiente del peso del Estado entre Nación, provincias y municipios.
Rocca fue directo al mencionar que su empresa enfrenta entre 4% y 5% de derechos a la exportación industrial. “No hay que desalentar la exportación”, sostuvo, y propuso una reforma tributaria que tome como referencia modelos que distinguen entre utilidades distribuidas y reinvertidas.
Reducir la informalidad, favorecer la inversión y no obstaculizar ventas externas fueron los tres pilares que identificó como guía del cambio.
El capítulo laboral ocupó otro tramo central de su exposición. Rocca consideró que este es el segundo gran eje de reforma, siempre con la reducción de la informalidad como prioridad.
Afirmó que cualquier cambio en la legislación debería apuntar a bajar la litigiosidad y promover mecanismos más flexibles que permitan aumentar la productividad, con la condición de construir acuerdos amplios que habiliten una “transformación positiva”.
Fuera del temario principal, el empresario volvió a reclamar una reforma educativa, tema habitual en sus intervenciones. Recordó que desde la provincialización de 1994, el sistema quedó fragmentado y hoy abarca 9 millones de estudiantes y 800.000 docentes, en su mayoría bajo órbita provincial.
Propuso que el Estado retome el control de contenidos, evaluaciones y desempeño para evitar dispersión y mejorar resultados.
Por último, Rocca subrayó que el desarrollo de infraestructura y logística es determinante para la competitividad del sector industrial. “Para ser competitiva, la empresa necesita logística”, sostuvo, y remarcó que este es un elemento decisivo para impulsar la transformación productiva.