
El presidente de la Nación, Javier Milei, dejó entrever cuál podría ser uno de los movimientos en la cúpula del Gobierno nacional luego de las elecciones del próximo 26 de octubre, y el asesor estrella, Santiago Caputo, pica en punta para asumir un rol más público.
Si bien el primo del ministro de Economía ha sido un actor preponderante de La Libertad Avanza, ya desde la estrategia electoral que derivó en el ascenso al poder, y luego durante la gestión como parte del 'triángulo de hierro', hasta el momento lo ha hecho siempre desde las sombras de un asesor con atribuciones excepcionales.
En diálogo con LN+, Milei fue consultado sobre la posibilidad de que Caputo pase a cumplir "una función central en el Gabinete" y respondió de manera tajante: "Absolutamente".
Sin embargo, evitó brindar mayores precisiones respecto a los cambios que puedan sucederse del otro lado del umbral electoral y definió: "No se adelantan los nombres. La mejor forma de arruinar a un funcionario es anticipar que va a tener un cargo, lo mata".
La reconfiguración de la cúpula gubernamental era un secreto a voces tras la derrota categórica en las elecciones legislativas de la Provincia de Buenos Aires: la coronación de un ciclo de comicios provinciales desdoblados que fueron desmontando las altas expectativas que reinaban en el ecosistema oficialista al arribar al período legislativo.
El jefe de Estado se permitió -además- transmitir un mensaje más que optimista, augurando "inflación cero" para agosto del año que viene y evaluó que un buen resultado para LLA en las elecciones sería "el que permita conseguir el tercio (en Diputados) para defender las medidas del gobierno"
Una de las urgencias que debe atender el oficialismo es comenzar a trazar vías más saludables institucionalmente, no sólo de cara a la ciudadanía, sino también al entorno político y financiero: la estabilidad política es una condición excluyente para proyectar confianza, y no es algo que pueda lograr un Gobierno fácilmemente doblegable en el Congreso; ni tampoco uno que gestiona a fuerza de Decretos de Necesidad y Urgencia y vetos presidenciales a las Leyes sancionadas por el Poder Legislativo.
El corolario de esta situación es la advertencia que han lanzado desde Washington sistemáticamente en los últimos meses. Desde la titular del FMI, Kristalina Georgieva, como el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, o su seretario del Tesoro, Scott Bessent, insistieron -cada uno a su manera- en la necesidad de que Milei y compañía sean respaldados por la ciudadanía.
Georgieva lo había insinuado como condición necesaria para profundizar las reformas macroeconómicas que viene llevando adelante la administración libertaria, mientras que los funcionarios norteamericanos lo plantearon como un requisito para continuar apoyando financieramente el desgastado programa económico del ministri de Economía, Luis Caputo, y su equipo.
Milei se refirió al camino que tomará en la segunda mitad de su mandatao, tras los comicios de medio término y consideró que "hay un consenso de a dónde tiene que ir la Argentina. Mi compromiso es con los argentinos, bajar la inflación. El 30% me produce asco".
En otro pasaje de la entrevista, buscó subir al ring al "kirchnerismo", o al menos recordar que es quien ubica en la vereda de enfrente, y aseguró que "Venezuela, Cuba, ese es el modelo de ellos, son una minoría ruidosa".
Respecto a la administración precedente, Milei aseguró que "la joda keynesiana de incentivar el consumo destruyó el ahorro" y pidió: "Basta de políticos demagogos, que buscan atajos".
Con todo, la sostenibilidad del plan económico viene bordeando con límites de carácter político y financiero: la absorción sistemática de pesos ralentizó la actividad económica y produjo estragos en sectores productivos y comerciales, al tiempo que produjo una turbulenta volatilidad en las tasas de interés -que también atentan contra cualquier voluntad productiva-.
Esto fue deteriorando la imagen del Gobierno en una buena parte de la ciudadanía, que puede palpar la magra situación de la economía en su día a día. El "ajuste más grande de la historia" y sus reformas monetarias produjeron tres veces más desocupados en el sector privado que en el público (al que supuestamente se iba a enfocar la motosierra).
Agotados los "puentes" financieros como el blanqueo de capitales, exenciones impositivas al complejo agroexportador, deuda con bonistas y crédito con el FMI, Caputo debió solicitar la intervención directa del Tesoro de los Estados Unidos. Evento tan extraordinario como sintomático de la insolvencia del programa económico.
Los cambios drásticos en el Gabinete y el sendero de la economía, en este contexto, parecen una obviedad. Sin embargo, deberán ejecutarse con precisión quirúrgica, gestionando incentivos a la reactivación microeconómica que habiliten cierta esperanza entre los ciudadanos; pero que a la vez sean compatibles con el control inflacionario y no pongan en jaque el equilibrio fiscal.
Así lo anticipó el ex presidente, Mauricio Macri, en un comunicado reciente donde dejó claro que Milei deberá avanzar hacia una postura más abierta al diálogo y el acuerdo, y que el control de la inflación fue un logro, pero que ya no alcanza como objetivo último.
Una propuesta apalancada en numerosos sondeos que arrojan que la inflación dejó de ser la principal preocupación de la mayoría de los argentinos. El próximo desafío del Gobierno implica diversificar los aciertos, ante el pronto vencimiento del capital político otorgado por la estabilización monetaria.