
Sin foto, sin anuncios posteriores y sin grandes expectativas pasó la reunión que mantuvieron Cristina Fernández de Kirchner y Axel Kicillof en el departamento de San José 1111 donde cumple prisión domiciliaria la presidenta del Partido Justicialista.
Más allá de haber cumplido con la formalidad que tanto había sido exigida por la dirigencia de La Cámpora, el gobernador entiende que no hay solución posible al enfrentamiento que lo mantiene alejado de su mentora.
Kicillof considera que asumir el liderazgo de una construcción de cara a las elecciones presidenciales de 2027 es condición sine qua non para que el sistema político lo considere seriamente como presidenciable; mientras que Cristina se mantiene firme en la decisión de seguir conduciendo los destinos del kirchnerismo y en el mejor de los casos lo ve al gobernador como una pieza importante siempre y cuando se mantenga bajo su órbita.
Ambos saben que, de ceder ante la posición del otro, implicaría la pérdida absoluta del poder de maniobra justo cuando el gobierno de Javier Milei ve seriamente amenazada la gobernabilidad y todos intuyen que en el mejor de los casos llegará con la lengua afuera al 10 de diciembre de 2027.
Si bien todos los actores de Fuerza Patria han contribuido a que este debate pase por debajo del radar y no haya declaraciones estridentes como las que nos tenían acostumbrados Mayra Mendoza, Facundo Tignanelli o Carlos Bianco, en ambos campamentos prosiguen con los preparativos para una batalla que saben que tarde o temprano volverá a emerger.
El primer terreno de disputa es el propio gabinete del gobernador que vuelve a estar bajo todo tipo de especulaciones. Esta semana un importante funcionario alineado con Axel señaló a sus colegas que, si tras la derrota de las elecciones de 2021 le habían intervenido el gabinete, tras la victoria de 2025 en calle 6 tendían las manos libre para reducir el peso de La Cámpora y de “los soldados de Cristina” en el organigrama.
Parecen cantadas las salidas de Florencia Saintout del Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires, de Daniel Vilar de Medio Ambiente y de Juan Martín Mena de Justicia, quien busca un lugar preponderante en el Poder Judicial.
No correría la misma suerte Nicolás Kreplak, quien pese a estar enrolado en las filas de Máximo Kirchner, cuenta con una consideración positiva del gobernador. Quien aparentemente tendría los días contados es Homero Giles en el IOMA, por los serios cuestionamientos en el funcionamiento de la obra social de la Provincia.
Merece atención también la situación de Silvina Batakis quien hace un raro equilibrio entre el Movimiento Derecho al Futuro y Cristina Fernandez de Kirchner. En el axelismo cuestionan -tanto a la ministra como a su jefe de gabinete Juan Manuel Pignocco- esa indefinición y juego acomodaticio para quedar bien con unos y otros.
También esperan su oportunidad para desembarcar en el Gabinete provincial los intendentes que jugaron fuerte el proceso emancipatorio de Kicillof. No es un secreto que Jorge Ferraresi, intendente de Avellaneda, busca un lugar en el gobierno provincial.
Mientras tanto en el campamento de San José 1111 avanzaron esta semana en la puesta en valor de un mecanismo de contención para los dirigentes kirchneristas del interior a los que por perfil les cuadraba perfecto el MDF. Máximo Kirchner estuvo presente en el acto de “Primero La Patria”, una agrupación que integran el sanjuanino Sergio Uñac, el salteño Juan Manuel Urtubey, la riojana Hilda Beba Aguirre -quien toma con este gesto distancia del Gitano Quintela- y el jujeño Guillermo Snopek entre una veintena de dirigentes que alguna vez fueron díscolos y hoy vuelven a alinearse con CFK.
No pasaron desapercibidas las firmas de Teresa García, Carlos Castagneto y Rodrigo “Rodra” Rodriguez. Su presencia en la nueva corriente es garantía de identidad kirchnerista y alineamiento con la presidenta del Justicialismo.
Mientras en calle 6 sostienen la idea de que para construir una alternativa política para el 2027 se necesita entonar “nuevas canciones”, en el cristianismo más duro consideran que a Axel le falta volumen político para manejar una etapa de extrema complejidad como la que viene. Por ahora se mantienen unidos y en campaña, el 27 de octubre será otra la historia.