
El distinguido empresario Paolo Rocca dejó de lado su perfil bajo y volvió a alarmar al presidente de la Nación, Javier Milei, luego de sumar 200 nuevos despidos en la planta de Ternium de San Nicolás, en el marco de un conflicto gremial y productivo que ya lleva 350 despidos y medidas de fuerza de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM).
El titular de Techint venía advirtiendo desde hace meses el daño que estaba generando en el sector metalúrgico el cóctel letal de apertura indiscriminada de importaciones, drástica retracción de la demanda local por la crisis económica y aranceles impuestos desde Estados Unidos.
“Impactarán la rentabilidad y los costos”, advirtió el empresario en diálogo con inversores.
El Gobierno, por ahora, ofrece poco alivio. El secretario de Industria, Pablo Lavigne, viaja cada quince días a Washington con la misión de destrabar excepciones, pero los resultados son nulos. Trump, tomó distancia de Milei desde hace un tiempo y las gestiones avanzan a paso de tortuga. La paciencia de Rocca empieza a agotarse.
Ernesto Sanz, amigo íntimo del coloso metalúrgico e histórico dirigente del radicalismo nacional, reapareció tras años de silencio para ser vehículo del mensaje del titular de Techint y muchos otros empresarios de menor calibre: “A la política del Gobierno la calificaría como amateur”.
El ex senador advirtió que, sin un cambio de rumbo, Milei enfrentará dos años finales de parálisis económica, luego de una primera mitad de mandato signada por una brutal pérdida de poder adquisitivo para la mayoría de los asalariados, que le permitieron bajar la inflación -pero no eliminarla-, y donde mes a mes los ingresos continúan deteriorándose.
Las elecciones bonaerenses fueron un aviso: el conglomerado más habitado del país está sufriendo el ajuste y el congelamiento de la actividad económica, que lleva cuatro meses consecutivos de caída interanual -contra un 2024 que fue, en líneas generales, un año bastante magro-.
La estabilización monetaria sostenida con el fuerte respaldo político (y financiero) del FMI fue el combustible que estiró la paciencia de las mayorías, que todavía esperan un rebote que cualquier analista financiero descarta con tasas elevadas establecidas para amortiguar la presión sobre el dólar y así evitar un repunte inflacionario.
Pero la paz de los cementerios (reducción de la inflación por congelamiento de la actividad económica y vaciamiento de moneda circulante) ya comienza a constituirse en el problema que sustituye al aumento de precios entre las preocupaciones de la ciudadanía, y ahora también de la clase empresaria.
El malestar también se trasladó al Congreso. Miguel Ángel Pichetto, otro dirigente con vínculos aceitados con el poder económico, incomodó al jefe de Gabinete, Guillermo Francos, al reclamar por los aranceles al acero y al aluminio en plena sesión.
Pero además, a Milei se le abre un frente de conflicto con un sentido más bien político, aunque de trasfondo siempre hay negociados. Héctor Magnetto, CEO del Grupo Clarín, atraviesa su propia guerra fría con el jefe de Estado.
La compra de Telefónica Argentina, financiada con cientos de millones de dólares de deuda, permanece congelada por decisión oficial. Y el tuit fijado de Milei contra Clarín funciona como un recordatorio permanente de la tensión.
La incomodidad de dos de los pesos pesados del empresariado nacional sacudió al círculo rojo. Rocca y Magnetto, socios fundadores de la Asociación Empresaria Argentina (AEA), comparten el diagnóstico: el plan económico acumula costos, el clima social se deteriora y el peronismo empieza a recuperar oxígeno tras el triunfo en Buenos Aires.
El fantasma del regreso del justicialismo, con nuevos liderazgos que parecen ir definiéndose a partir de las elecciones legislativas, activó reuniones reservadas. La más importante se celebró en Vicente López, con la presencia de figuras como Luis Betnaza (histórico lobbysta de Techint), José Aranda (Clarín), Gonzalo Arias (Pecom) y Eduardo Eurnekian.
El menú de discusión no fue sólo económico: también circularon nombres de posibles relevos políticos con proyección, desde Juan Schiaretti hasta Martín Llaryora, pasando por Pichetto y Jorge Brito.
El círculo rojo, pragmático por naturaleza, ya tantea alternativas. Lo que está en juego no es sólo el presente de la economía, sino la posibilidad de que Milei llegue debilitado a 2027. En esa ecuación, los empresarios parecen menos dispuestos que nunca a resignarse al libreto libertario.