
La intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza, reavivó la llama de la interna peronista y, a pesar de su candidatura en la Tercera Sección electoral, le bajó el precio al éxito de los comicios; y particularmente al triunfo de la estrategia del gobernador Axel Kicillof, que desafió la lectura de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner.
La referente de La Cámpora, que había sido protagonista del reclamo de Máximo Kirchner al gobernador por replicar en Quilmes las obras que se estaban realizando en La Plata, fue parte de las celebraciones en el búnker de la capital bonaerense -aunque relegada a uno de los márgenes del escenario- pero rápidamente cambio el chip.
En las últimas horas, relativizó la importancia del desdoblamiento electoral definido desde la gobernación y enfatizó que hubiera sido “mejor todo junto en octubre”.
Los números aplastantes de la victoria de Fuerza Patria sobre la Alianza La Libertad Avanza no alcanzaron a disipar las tensiones del movimiento, que claramente tienen que ver más con una disputa de conducción que con desencuentros ideológicos o programáticos.
Mendoza reconoció que “con el resultado puesto, salió bien el desdoblamiento”, pero insistió en que hubiera sido mejor capitalizar ese apoyo en las elecciones nacionales de octubre. En La Plata este tipo de gestos desde el camporismo ya no sorprenden, habituados a la agenda propia de la orga kirchnerista por antonomasia.
En el marco de los festejos, aunque Kicillof se tomó el tiempo de agradecer a Cristina -a quien consideró "injustamente condenada"- la militancia presente coreó cánticos que incluyeron el pedido de "la conducción" para el gobernador, y también auspiciaban su candidatura presidencial.
Los gestos a San José 1111 se vieron rápidamente empañados por la definitiva insinuación del gobernador de tomar el mando del movimiento peronista.
Mendoza no se limitó al reclamo administrativo: advirtió que “si bien el desdoblamiento salió bien”, la convocatoria unificada en octubre podría haber ofrecido más claridad, menos sobreposición de campaña y una narrativa más consolidada.
Desde su óptica , “era mejor unificar… y ahora hay que trabajar de nuevo para sacar el mismo resultado o más”, sumándose a un coro crítico que considera al ajuste económico como un factor sensible de desgaste para la estrategia electoral actual.
En las horas previas a los comicios, ni el más optimista de las filas del peronismo se hubiera atrevido a imaginar un escenario tan próspero. Sin embargo, ni el extraordinario desempeño del domingo logra amalgamar las partes de un frente que parece tener poco más que la conveniencia electoral en común.
El día después, volvieron a proliferar los intereses particulares sobre los del proyecto de Nación y los del movimiento. La coyuntura parece haber invertido el tradicional mantra peronista: primero la patria, luego el movimiento y por último los hombres.