Kicillof esquiva las fricciones con Máximo Kirchner, pero las críticas aumentan el malestar en el PJ bonaerense - Política y Medios
27-08-2025 - Edición Nº6417

A DÍAS DE LAS ELECCIONES

Kicillof esquiva las fricciones con Máximo Kirchner, pero las críticas aumentan el malestar en el PJ bonaerense

10:13 |Las críticas del titular de La Cámpora al gobernador en plena campaña generaron sorpresa e incomodidad en el peronismo. En La Plata optaron por el silencio institucional, mientras las molestias son un secreto a voces en todo el peronismo bonaerense.

El peronismo no logra transitar en paz ni siquiera las horas más críticas del Gobierno de Javier Milei, tanto e nivel político como económico, en medio de apuros cambiarios y un escándalo de corrupción en plena investigación.

Las críticas públicas del líder de La Cámpora, Máximo Kirchner, al gobernador bonaerense, Axel Kicillof, reavivaron la llama de la interna y le impidieron a la oposición capitalizar la vulnerabilidad del oficialismo, en franca investigación por el presunto esquema de coimas en la compra de medicamentos para la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS).

Kicillof evitó responder públicamente al reclamo que hizo Máximo Kirchner desde Quilmes, que cuestionó la asignación de obras en La Plata y sugirió que en Quilmes -distrito gobernado por la camporista Mayra Mendoza- también vendrían bien las inversiones en infraestructura.

En la recta final de cara a las elecciones bonaerenses, que desdobló con intenciones de plebiscitar su gestión, el mandatario provincial busca enfocar el discurso en las obras realizadas y bajarle el precio a la interna en el movimiento, comparándola con las crisis que atraviesan otros partidos como el PRO y la Unión Cívica Radical (UCR).

Sin embargo, desde el kirchnerismo camporista no dan tregua ni ante la inminencia de las elecciones, y continúan reclamando a viva voz la porción que -consideran- les corresponde en el reparto de listas, recursos y decisiones.

La escena recalca un desaguisado que incomodó al PJ provincial: las críticas de Máximo fueron valoradas más por el momento que por su contenido: en plena campaña y con todas las cámaras apuntando a un escándalo autoinflingido del Gobierno nacional, cuyas consecuencias son difíciles de calcular.

La tarea del peronismo, en este contexto, parecía ser la más simple de todas: no intervenir y dejar que el daño al presidente y su entorno se profundice. El diagnóstico del camporismo fue evidentemente diferente, y optó por el ya habitual fuego amigo para obtener los favores del gobernador más preponderante del movimiento y principal figura opositora a Milei.

En el justicialismo bonaerense hubo incluso margen para la ironía: “Debe tener una habitación con fotos de Axel en la pared”, bromeó un funcionario en referencia a la fijación por limar al ex ministro de Economía.

Un intendente del Movimiento Derecho al Futuro, que encabeza el gobernador, calificó el reclamo como “desafortunado e inoportuno”: “El fuego amigo, en este momento, no tiene ningún sentido”.

Verónica Magario, vicegobernadora, salió a descomprimir la situación con una respuesta cautelosamente institucional: “Todos tendríamos que mirar quién destruye el país y no estas discusiones de inversiones”. Palabras teledirigidas al titular del PJ bonaerense, que a pesar de jactarse de hacer la autocrítica puertas adentro, poco se ha privado de limar públicamente al gobernador.

La misma actitud han adoptado los alfiles camporistas en la Provincia, como la propia Mendoza, que junto al intendente de Lanús, Julián Álvarez enarboló un antojadizo reclamo de compensaciones por el deterioro del asfalto de sus municipios a raíz del traslado de camiones provenientes del puerto de Dock Sud, partido de Avellaneda.

No es de extrañar, entonces, que la interna se extienda también al vínculo entre jefes comunales: siendo Jorge Ferraresi (Avellaneda) un devenido kicillofista y destinatario directo del reclamo de sus vecinos camporistas, el malestar se fue extiendendo también a las dirigencias territoriales.

Desde el entorno de Kicillof se refuerza la estrategia de “menor ruido político posible”. En ese contexto cobran relevancia las planificaciones de cierre de campaña: sin actos públicos formales -por veda electoral-, el gobernador realizará recorridas, charlas sectoriales y encuentros como “La Fuerza de la Salud”, en Pilar, junto a Nicolás Kreplak y referentes sanitarios para reforzar la visibilidad de la gestión.

Enfrente, el camporismo se aferra a símbolos de campaña que refuerzan su presencia territorial. El cruce entre Máximo y Kicillof visibiliza que esa unidad electoral está al límite; y, aunque no se pronostica ruptura formal, la convivencia opera bajo presión. Situación que abona la crítica al “fetiche paralizante de la unidad” esbozada por la dirigente del movimiento, Ofelia Fernández.

Un jefe comunal del PJ sintetizó, en esa misma línea, que “si Axel quiere competir en 2027, tiene que romper con el cristinismo y La Cámpora.

La elección del 7 de septiembre, que determinará buena parte del mapa político en Buenos Aires, se juega con el peronismo a una tensión interna que ya no está disimulada. Kicillof apuesta todo a que su marco de acción eclipse la grieta interna; pero la foto que dejó Máximo esta semana sacó la interna a la superficie.

Este escenario de tensión institucional es tan explosivo como estéril para el objetivo común de frenar a Milei, o deja una ventana abierta a la interpretación de que -para algunos sectores- la doctrina justicialista que pone primero la patria y luego el movimiento se viene desdibujando para priorizar los nombres, 'la orga' y luego pensar en los objetivos generales. 

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