Daño a la democracia - Política y Medios
02-10-2025 - Edición Nº6453

ANÁLISIS

Daño a la democracia

La confección de una narrativa erigida desde la violencia verbal del propio presidente Javier Milei —ya más que un estilo, una estrategia— se replica en las cuentas oficiales de las redes sociales y programas de streamings partidarios.

Por: Mg Lautaro González Amato*

 

En la Argentina que vivimos, el discurso público ha dejado de ser debate y se ha convertido en un choque. La confección de una narrativa erigida desde la violencia verbal del propio presidente Javier Milei —ya más que un estilo, una estrategia— se replica en las cuentas oficiales de las redes sociales y programas de streamings partidarios. Esto que se reproduce mediante una alquimia digital por los algoritmos deteriora el diálogo democrático. 

Este fenómeno no es fortuito: es cuidadosamente cultivado y amplificado por inteligencias artificiales diseñadas para premiar el impacto emocional. En este contexto urge la aparición de una mirada crítica: ¿cómo incide este discurso en nuestra cultura

La incivilidad como estrategia política 

Los estudios de Patricia Nigro y Mario Riorda evidencian un fenómeno sistemático: la incivilidad discursiva de Milei no es descuido o exceso aislado, sino parte de una estrategia para deslegitimar al adversario representándolo como enemigo.

Desde antes de la campaña y durante todo lo que va del mandato de La Libertad Avanza la descalificación despectiva hacia periodistas y oposición es parte de la narrativa constitutiva del gobierno. Los elementos agresivos que toman a los que piensan distinto al gobierno como enemigos de la patria, traidores o agentes del caos, no solo refuerzan la imagen anticonvencional, sino que minan la deliberación y densifica un clima de polarización institucionalizada.

Según varios estudios que circulan por internet los insultos mensuales en las redes sociales en Argentina se duplicaron entre 2023 y 2025, alcanzando 1,3 millones. Milei lidera esta escalada, con más de 1.500 agravios publicados en ese lapso. Estas cifras no solo reflejan una comunicación ofensiva, sino el éxito de una lógica basada en el punch emocional por sobre la reflexión.

Democracia bajo cerco emocional 

Nigro y Riorda advierten que esta forma de comunicar —con base en la exclusión, la descalificación y el negacionismo del otro— erosiona la cohesión social y abre la puerta a tendencias autoritarias. De esta manera un 39,2% de los propios simpatizantes del presidente Milei, no se sienten identificados con su estilo discursivo y 32,9% solamente algo identificado. Apenas 19,8% de los simpatizantes libertarios aprueban completamente su estilo de comunicación y 22,1% lo desaprueban por completo. 

En este encuadre la deslegitimación del adversario es la principal característica discursiva del relato oficial, seguida por actos de habla caracterizados como concentración del poder.

En paralelo, el observatorio Pulsar UBA de la Universidad de Buenos Aires especializado en el estudio de la opinión pública se propuso indagar cómo se vinculan la sociedad argentina con el régimen político en el que vivimos. El estudio confirma el quiebre: si bien un 85 % prefiere la democracia, la división entre los que avalan o no que el gobierno funcione mejor si las decisiones fueran tomadas por expertos independientes en vez de políticos, es clara. Un 53% avala que gobernar sin políticos ayudaría al desarrollo democrático. 

Además el observatorio advierte que quienes se identifican simbólicamente con el gobierno nacional están más satisfechos que quienes se ubican en la vereda opuesta. La identificación política no solo expresa ideas, también organiza el estado de ánimo social. Todo un indicador del rol de la política en la vida cotidiana de los argentinos.

El rol de la IA y la “verdadIA”

En un paisaje mediático atravesado por algoritmos emocionales, la retórica violenta encuentra estímulos automáticos de amplificación. La “verdadIA” —relatos generados sin contraste con hechos— desdibuja el campo real en favor de burbujas de resentimiento y afecto tribal. Esto alimenta un ciclo de defensas afectivas reaccionarias, en el que ganar likes vale más que razonar en comunidad.

La incivilidad de Milei no es sólo un riesgo comunicativo, sino una amenaza estructural a la democracia. En vez de construir consensos, se alimenta la división. La IA magnifica esa estrategia, amplificando lo más emocional, lo más radical, hasta convertirlo en norma. El desafío no es prohibir o callar, sino repensar una comunicación política que vuelva a priorizar la deliberación, los hechos y el respeto institucional.

La forma importa. Ejerce poder también quien decide callar con cortesía. Frente a la cultura algorítmica del odio, actuemos —como periodistas, ciudadanos e instituciones— para recuperar una verdad democrática que no dependa de emociones manipuladas, sino del diálogo informado y el respeto mutuo.

 

 

*Autor del ebook “Unir la cadena. IA & comunicación política. Guía práctica para asesores”, LAMATRIZ, 2024.

 

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