
La apología al individualismo no sólo configura parte de la filosofía del proyecto de Nación libertario, sino que también abre grietas al interior del Gobierno nacional. Es así que en las últimas horas, el ministro de Desregulación, Federico Sturzenegger, no titubeó en apuntar indirectamente a su par de Salud, Mario Lugones, por las muertes a causa del fentanilo contaminado.
En una de las primeras menciones de parte del Poder Ejecutivo a un auténtico escándalo nacional que se cobró, hasta el momento, 96 vidas.
Sturzenegger afirmó que "la Anmat falló, porque el señor que tiene el laboratorio es un amigo del poder y logró que el poder le permitiera hacer esto", apuntando a la vez al grupo HLB Pharma -al cual el Gobierno asocia al kirchnerismo- como a la agencia dependiente de la cartera de Salud.
En una entrevista con el periodista Lucas Morando, el ex funcionario de Cambiemos y la Alianza enfatizó: "El Anmat me desprotegió, al decirme que me protegía sin protegerme y al decirme que el fentanilo lo revisaba".
Sin perder la línea que fundamenta no sólo su cargo sino también la existencia del Ministerio que conduce, Sturzenegger no perdió la chance de apuntar contra la ineficacia de organismos estatales. El pequeño detalle es que, en esta ocasión, se refirió a un grave hecho ocurrido bajo el mandato de La Libertad Avanza y, por tanto, bajo responsabilidad de Lugones.
Desde el el entorno del ministro de Salud, por el momento, el silencio es atronador. Los tiros por elevación llegan en un momento crítico de su capital político, con el frente abierto de los profesionales y trabajadores del Hospital Garrahan, que desde hace meses reclaman recomposición salarial y financiamiento para el establecimiento.
El trasfondo del cruce es una frágil cohesión institucionalidad del Gobierno y un sentido del 'sálvese quien pueda' que Sturzenegger encarna como pocos. El hombre con arraigo en Washington aprovechó el llamativo silencio oficial respecto a un escándalo de dimensiones, y lo capitalizó a su conveniencia sin reparo por los efectos colaterales.
La jugada llega mientras el Gobierno intenta desviar la atención política, ante la posibilidad de la creación de una comisión investigadora en Diputados. Las pocas menciones al respecto, a cargo de voceros y de las milicias digitales de Milei, se limitaron a insinuar vínculos entre el kirchnerismo y los dueños HLB Pharma.
A pesar de que la demonización del polo de poder enarbolado en torno a la familia Kirchner siempre ha sido un dispositivo eficaz a partir de la segunda década de este siglo, es una tecla que comienza a gastarse a casi dos años de gestión libertaria -y con el fracaso de la gestión Macri en la cuenta del antiperonismo-.
Es en este marco que uno de los pilares del plan desregulador de Milei buscó, al menos, llevar agua para su molino con un mecanismo ya habitual en los Gobiernos liberales: vaciar organismos estatales, dejarlos disfuncionales y justificar su cierre o privatización acusando un mal funcionamiento.
Mientras algunos analistas observan el movimiento como una cortina de humo para embarrar la cancha, el desgaste político parece inevitable. No se puede esperar que la narrativa contorsionista de responsabilizar al kirchnerismo resuene más allá del núcleo duro de simpatizantes y militantes del Gobierno.
Allí parece haber decantado la decisión de entregar la cabeza de Lugones -o al menos facilitar el deterioro de su autoridad- al tiempo que se ratifica el concepto de 'Estado ineficaz' al servicio del desguace.
Una última incógnita se abre irremediablemente, y es la de las responsabilidades penales que le pueden caber a los funcionarios apuntados por el propio Gobierno como responsables por decenas de fallecimientos de ciudadanos argentinos.