
El Gobierno no terminó de celebrar la interrupción de la corrida cambiaria de las semanas previas, que comenzó a sufrir la inestabilidad en el mercado de pesos. Las tasas se dispararon en los días posteriores a la escalada del dólar y, aunque amagaron a estabilizarse, en las últimas horas la situación volvió a descontrolarse.
La presión financiera alcanzó un punto de ruptura, y el ministro de Economía, Luis Caputo, metió mano. Sin anuncio formal, el Banco Central (BCRA) habilitó una ventanilla de liquidez para los bancos, una respuesta de último momento para contener una escalada de tasas que ya rozaba el 80% de Tasa Nominal Anual (TNA) en cauciones.
Los bancos exigían algo de oxígeno, y la solución fue habilitar la oferta de pases activos respaldados por Letras del Tesoro con vencimientos de más de 60 días, buscando aliviar la tensión del sistema. La medida se activó en la antesala de una licitación de deuda por cerca de $15 billones.
La jugada complementa la limitación impuesta a las Lecaps de menor plazo. Caputo, buscando alargar el vencimiento promedio de la deuda, estableció techos en esas letras más cortas, empujando a los inversores a volcar sus fondos en instrumentos de mayor duración o en bonos dólar-linked o ajustados por CER.
El Gobierno apuesta a que esa combinación ofrezca una contención efectiva, pero los riesgos son previsibles. La inyección de pesos de forma rápida y amplia podría reactivar una presión sobre el dólar, especialmente si esos fondos migran hacia el paralelo. Es un costo difícil de calibrar, y el margen de error, escaso.
En este contexto, la licitación de deuda se presenta como un cruce decisivo: de lograr renovarse sin disparar tasas o dólar, la medida podría consolidarse como una "válvula de emergencia". Pero si el sistema financiero retrae su demanda, el efecto adverso puede ser abrupto.
La apuesta refleja una cóctel de emergencia técnica y escasez de alternativa política. Las tasas se dispararon y el Tesoro no cuenta con suficiente respaldo para sostener el financiamiento sin escalada del costo financiero. La urgencia y la improvisación conviven en esta medida.