
La crisis económica que atraviesa la Argentina se refleja con crudeza en la situación de sus empresas. Desde grandes industrias hasta pequeñas y medianas empresas (pymes), el panorama actual está marcado por la caída del consumo, la escalada de costos, la presión impositiva y la falta de previsibilidad. En un contexto de alta inflación, tasas de interés elevadas y escasez de crédito, la supervivencia se ha convertido en el principal objetivo para muchos empresarios.
Según datos recientes de la Unión Industrial Argentina (UIA), el nivel de actividad manufacturera cayó un 6,3% interanual en el primer semestre de 2025. En tanto, la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) reportó que más del 70% de las pymes registraron una disminución de sus ventas en los últimos meses, mientras que el 40% enfrenta dificultades serias para pagar salarios y mantener su plantilla.
Uno de los factores más críticos es la inflación, que acumuló más del 100% en los primeros siete meses del año, erosionando el poder adquisitivo y reduciendo el consumo interno, principal motor de la economía argentina. A esto se suma la incertidumbre cambiaria, que dificulta la planificación de inversiones y genera tensiones en las cadenas de suministro.
La carga impositiva también es señalada como uno de los mayores obstáculos. Empresarios de distintos sectores coinciden en que el sistema tributario es complejo, distorsivo y poco incentivador para la formalización y el crecimiento.
El panorama se agrava aún más por la falta de financiamiento. Las tasas de interés reales positivas, impuestas para contener la inflación, encarecen el crédito al punto de volverlo inaccesible para muchas empresas. A su vez, los bancos han endurecido sus condiciones para otorgar préstamos, ante el aumento de la morosidad.
Frente a este escenario, algunas compañías han optado por reducir su estructura, suspender inversiones o incluso cerrar sus puertas. En sectores como el textil, el calzado, la construcción y el comercio minorista, los cierres se multiplican y generan una creciente preocupación en el mercado laboral.
"Estamos en modo supervivencia", resume un empresario pyme del conurbano bonaerense. “No sabemos si llegamos a fin de año”.
Mientras tanto, el Gobierno nacional busca implementar medidas de alivio fiscal y programas de financiamiento productivo, aunque hasta ahora los efectos no han logrado revertir la tendencia negativa.
El futuro inmediato dependerá, en buena medida, de la estabilización macroeconómica, la recuperación del poder adquisitivo y la reconstrucción de la confianza. Pero, a corto plazo, el tejido empresarial argentino continúa en estado crítico.