Nabucco, un rey que se creyó Dios: las reminiscencias de la historia que suenan en el presente - Política y Medios
26-07-2025 - Edición Nº6385

OPINIÓN

Nabucco, un rey que se creyó Dios: las reminiscencias de la historia que suenan en el presente

La conversión al judaísmo de Milei lo llevó a un fundamentalismo mesiánico bastante frecuente en los conversos. Llora conmovido en el muro donde todos lo ven y se encierra tras los muros para no ver la necesidad y la pobreza. 

Por: Nicolás Mujico 

 

Nabucco, un rey que se creyó Dios. Parece increíble remitirse a esta historia para hablar del presente. Estamos en tiempos particularmente confusos. Nuestro presidente afirma que es un divulgador del mensaje de su hermana, la señorita Karina Milei. Son, según su visión, Moisés y Aarón. Cuenta también con su falange, conocida como "Las fuerzas del Cielo". Sin embargo, no parece estar destinado a conducir al pueblo por un desierto hacia la tierra prometida, sino más bien lo contrario. Dios ciega a quien quiere perder y solo él sabe cómo el presidente transformó un desierto en un laberinto. Sin embargo, aquí estamos, perdidos, tratando de cruzarlo.

Nabucco fue el emperador babilónico que destruyó el templo de Jerusalén construido por el rey Salomón donde se guardaba el arca de la alianza. En la ópera de Verdi, enloquece minuto a minuto. La ira de Dios cae sobre el pueblo. En nuestro caso, como un moderno Aguirre, nos lleva a todos tras un proyecto descabellado. Se sentó en el sillón de Rivadavia un loco impío con un enorme desprecio por los hijos de la patria. En el tercer acto de tan genial obra, se canta el coro Va Pensiero.

Verdi, nacido en 1813 y muerto en 1901, rechazado y empobrecido durante su juventud, recibió un ofrecimiento del dueño de la Scala de Milán allá por 1840. Giuseppe despreció el ofrecimiento y arrojó el manuscrito que se abrió en un verso: “Ve pensamiento en alas doradas”

La obra trataba sobre Nabucodonosor, quien tenía esclavizado al pueblo judío. Rápidamente se transformó en una alusión al sometimiento de los italianos al poder austriaco. La metáfora siempre le habla a cualquier pueblo sojuzgado. La alegoría transformó a Verdi en el maestro de la revolución. El Va Pensiero fue cantado también en su funeral por una multitud. El libreto fue escrito por Temístocles Solera. Rebelde, hijo de Rebeldes independentistas de Ferrara que peleaban por la Italia Unita contra la dominación Austriaca. Tuvo una vida llena de aventuras. Libretista de ópera, tenor, director de orquesta, amante de la reina Isabel de España, jefe de policía en el Cairo, diplomático y espía. Su vida transcurrió en Italia, España, Portugal y Egipto. Siempre contra la dominación austriaca. Murió pobre. Al contrario de Verdi homenajeado en vida, a Solera nadie le creía cuando decía ser el autor del Va Pensiero. Una vida inexplicable, como la de tantos aventureros.

Va Pensiero, es, en definitiva, un pensamiento que vuela y añora la patria perdida. Aquella canción, en su momento, fue un emblema nacional, una especie de Marsellesa italiana.

En tiempos del célebre compositor italiano, su apellido también era una consigna política a favor de la Italia Unita: VERDI (Viva el Rey De Italia).

Nabucco destruye el templo de Jerusalén. Los judíos perseguidos por un rey enloquecido y acosado por el desamor de dos mujeres que lo desprecian. Una de ellas quiere su trono. El pueblo entonces canta. La canción sigue siendo la misma. 

La conversión al judaísmo de Milei (extravagante por cierto) lo llevó a un fundamentalismo mesiánico bastante frecuente en los conversos. En tiempos de un Papa Argentino, con la iglesia mudando su corazón y su espíritu a nuestro continente, el actual presidente le dió la espalda. No fue el único, pero sí el que más trampas le ha tendido. Llora conmovido en el muro donde todos lo ven y se encierra tras los muros para no ver la necesidad y la pobreza. También olvidó las enseñanzas del evangelio. En especial la de aquella noche trágica en que el maestro enseñó una de las grandes verdades de la política: “Siempre te traiciona el que come de tu plato.”

La historia se torna densa, el ambiente se vuelve ocre, el cansancio se siente. Cuando la gente deja de creer, todo se desmorona porque la fe sin obra no es nada y el rey no viste a los desnudos, no da de comer a los hambrientos, no visita a los presos. El presidente no ama a nadie y odia a sus enemigos y eso no tiene ningún mérito.

La miseria se extiende. La misericordia no existe. El fatuo no lo libera de las ofensas recibidas. Ve enemigos en todos lados, se ciega y se lastima. Construye sobre la arena, ara en el viento, cosecha en el mar, adora dioses falsos, camina con pies de barro y tropieza con todo torpemente. La conciencia popular es siempre una conciencia poética. Es por eso que retornarán los símbolos del pasado. La mitología se descubre, no se inventa ni se logra por medio de un algoritmo.

Los que trabajan y están cansados y los que otra vez en nuestro país se encuentran sin trabajo o con miedo a perderlo, tienen la posibilidad de trazar un nuevo rumbo. Para eso, se debe dejar de creer en el anatema presidencial al que encomendamos nuestra patria. A través del voto se puede revertir la maldición.

Los cambios de guardia son siempre horas peligrosas. La madrugada y el atardecer, esas horas donde ni el día ni la noche se hacen cargo de lo que sucede. Estamos en esos tiempos. No debe tentarnos la violencia ni debemos olvidar las enseñanzas. "Has la obra de Dios y lo demás vendrá por añadidura". En nuestro país, se debe dejar de lado la crueldad y volver a abrazar la misericordia. Estamos en las vísperas de algo verdaderamente nuevo, porque, “el vino nuevo debe servirse en odres nuevos”. Nuestro país y nuestro continente de paz, humanismo y amor, serán siempre la esperanza.

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