Mal de muchos, consuelo de tontos: el poder en manos de lentos, tontos y aburridos - Política y Medios
13-07-2025 - Edición Nº6372

OPINIÓN

Mal de muchos, consuelo de tontos: el poder en manos de lentos, tontos y aburridos

Decía Hegel que la historia se repite dos veces. Decía Marx que Hegel se olvidaba de decir, que la primera vez ocurre como tragedia y la segunda como farsa. Digo yo, con total falta de respeto por estos grandes, que la historia se repite tres veces y la tercera es como número de circo.

Por: Nicolás Mujico 

 

Es sabido que, a lo largo de la historia, los presidentes, humanos al fin, son cuidados para no evidenciar sus torpezas. En el pasado, eso no era nada difícil dada la ausencia casi total a excepción de algunas publicaciones que den cobertura a las acciones de los mandatarios. Todo fue sucediendo de forma escalonada: la fotografía, primero, implicó una mayor exposición. Más tarde, el cine testimonió los primeros accidentes en aquel registrado saludo fallido de Bartolomé Mitre en su visita al museo de historia en noviembre de 1901, en lo que puede ser considerado el primer blooper presidencial, en este caso de un expresidente.

Las torpezas fueron creciendo y cada vez quedaron más expuestas al aparecer la caricatura. La revista Caras y Caretas fue impiadosa con más de un político renombrado. La radio, la televisión, el cable, la aparición de los canales de noticias con cobertura 24x7 y, finalmente, internet y las redes sociales completaron el panorama. Todos a la vista, todo el tiempo.

El modo en que la política y los medios se imbrican para construir la imagen de un actor político es, a veces, azaroso y, a veces intencionada. A unos les toca ser serios, a otros picaros, al de mas allá autoritario o autoritaria. Nadie quiere que se lo considere estúpido y, hasta cierto momento de la historia, era impensable que un presidente fuera imputado de tal.

Fue quizá Illia el primer presidente ridiculizado al máximo al punto tal de que varios medios utilizaban la figura o el dibujo de una tortuga para martirizarlo. Confirmado, Panorama, Crónica y Primera Plana, publicaciones políticas prestigiosas con incidencia en la opinión pública, llevaron la burla hasta lugares antes no explorados. El presidente era lento y, por cierto, medio sonso. Nadie lamentó el derrocamiento del presidente y hubo de pasar mucho tiempo para un desagravio que fue incompleto y en cómodas cuotas en libros de historia no tan leídos como las publicaciones que construyeron la figura de la tortuga Illia. 

Poco mas de 30 años mas tarde, otro radical y cordobés, llegaba a la presidencia bajo dos consignas. Una, sin duda, era novedosa: “Somos más”. Una alianza que prometía una nueva mayoría frente al peronismo. La hipótesis fue brevemente cierta en aquel año 99 y, quizás, históricamente cierta en esta segunda y tercera década del siglo XXI.

La otra consigna, era bastante llamativa. “Dicen que soy aburrido…”, es decir, “dicen que soy un b….”. La hipótesis cerraba proponiendo terminar con la avivada. Honestidad frente a la corrupción. Finalmente, honestidad no hubo y todo saltó por el aire luego de que Pontacuarto se encargara de confesar hasta donde llegaba la corrupción de los b….

El presidente no era aburrido e hizo el ridículo en los principales programas televisivos. En Showmatch de Tinelli, se perdió en vivo equivocando la salida, dejando al imitador del presidente en la sátira del gran cuñado sin ninguna posibilidad de hacer reír frente a tanto desconcierto. Decía Hegel que la historia se repite dos veces. Marx completaba, la primera como tragedia, la segunda como farsa. El intento de imponer autoridad, con golpe sobre la mesa y estado de sitio incluido, duro 5 horas. Las ultimas de su mandato presidencial.

Alberto Fernández tenia la pose, la cadencia y la historia para ser "el mas piola de la cuadra". Llegó a la calle Balcarce con seguridad y solvencia. Durante mucho tiempo nadie se atrevió a insinuar siquiera que había en él algo de torpeza. Al año de gestión, que ciertamente no ponía primera, en parte por la pandemia y en otra parte por impericia, la jefa máxima del peronismo lanzó sus primeras críticas. No al presidente, sino a sus funcionarios que no funcionaban. Los meses fueron acumulando tensiones y los gestos de fastidio de Cristina se hicieron frecuentes. Finalmente, la autorización para criticar y la diputada Vallejos diciendo a cielo abierto toda clase de improperios, lo catapultaron a la tierra de los tontos. El presidente era un ocupa, un inquilino y su gobierno un desastre. No hubo reto ni disciplina. La diputada siguió siendo diputada y todos pudieron maltratar al presidente que, poco a poco, fue perdiendo la pose de porteño canchero hasta llegar con la lengua afuera a entregar el gobierno, primero a su principal ministro y, luego, a Javier Milei. El presidente del gobierno peronista era un b….. , toda una novedad en el peronismo. Para ser justos, Alberto no era un boludo, pero ¿qué puede la verdad frente a la opinión de la mayoría?

El caso del actual presidente está en pleno debate. Sus extremas participaciones como invitado a programas de televisión donde frecuentemente el chiste era hacerlo reaccionar con comentarios keynesianos o cuestiones relacionadas con la agenda 2030, lo transformaron en un personaje pintoresco. Un loco fanático dispuesto a todo. Rodeado de un equipo de influencers se transformó en un proyecto político serio o, por lo menos, todo lo serio que puede ser un colifa. Es decir, en algo casi grave. Rodeado ahora de personajes vinculados al establishment financiero y a un sector de la casta politica, se hizo de la presidencia y desde el primer día aceleró con la motosierra. Hasta hoy, no se sabe si se trata de locura o torpeza, pero en la medida que las tonterías se hacen mas frecuentes y la economía no arranca ni el país va para ningún lado, el debate comienza a saldarse para un lugar inconveniente para el quintero de Olivos. El argentino promedio acepta votar a un pícaro, a un libertino, a un fiolo y también a un corrupto. No hay problemas tampoco con votar a un loco, pero de ninguna manera quiere tener en su curriculum sufragante el historial de haber votado a un b…...

Decía Hegel que la historia se repite dos veces. Decía Marx, que Hegel se olvidaba de decir, que la primera vez ocurre como tragedia y la segunda como Farsa. Digo yo con total falta de respeto por estos grandes que la historia se repite tres veces y la tercera es como número de circo.

No está sin duda dicha la ultima palabra, pero cada vez son mas los que se preguntan, ¿Qué hace?, ¿es loco? ¿No será un flor de locudo?

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