
Los gobernadores aliados del Gobierno nacional comienzan a enfriar las posibilidades de un acuerdo electoral, ante las crecientes pretensiones del oficialismo, inflado por una vigorosa performance en capital federal que -por el momento- no se vio revalidada en ninguna otra contienda provincial.
Las condiciones de Casa Rosada dejan a los mandatarios provinciales con poco que ostentar y no termina de quedar claro que el traccionamiento de La Libertad Avanza (LLA) vaya a justificar las concesiones que busca imponer Karina Milei desde Buenos Aires.
El oficialismo supo capitalizar los desdoblamientos distritales, en primera instancia interpretándolo como una expresión de aversión a competir con la marca LLA y luego para nacionalizar sus buenas elecciones, empleándolas como plataformas para discutir acuerdos en los distritos que restan.
Tal como rubricaron durante la semana pasada con el PRO en la Provincia de Buenos Aires, una de las demandas fundamentales del Gobierno es que los denominados frentes lleven tanto el nombre del partido libertario y conserve la paleta de colores violeta que los caracteriza.
Si la deglución de un actor político central de las últimas décadas por parte del incipiente movimiento encabezado por Javier Milei puede sorprender, en definitiva se encuadra en la empresa de dar la madre de todas las batallas electorales: de visitante en territorio peronista y en calidad de oposición.
La traspolación de estas condiciones ante fuerzas políticas que ejercen el oficialismo en sus distritos, sin mayores credenciales que las buenas elecciones logradas fundamentalmente en ciudades capitales -en particular la de CABA-, puede resultar menos seductor para gobernadores que para un PRO bonaerense malherido.
La negativa de un frente electoral en Corrientes generó un cimbronazo en Casa Rosada, donde acusaron recibo y sobrevuela un temor de que la decisión del radical Gustavo Valdés tenga un efecto de contagio sobre los mandatarios provinciales más cercanos.
De cara a los comicios del próximo distritales del 31 de agosto, desde el entorno del gobernador Valdés acusan la imposición de condiciones inaceptables para el acuerdo.
En tanto, los libertarios deslizaron a la prensa que “Valdés quería poner a su hermano de candidato a gobernador y no abría la fórmula del intendente de la capital. Nosotros queríamos poner al primero, el cuarto y el sexto de la lista de legisladores pero tampoco lo dio. Por todo esto no se arregló”.
Allí es donde resuena la incógnita de cuánto vale la pena, para una fuerza que Gobierna Corrientes desde el año 2001, conceder piezas estratégicas a un Gobierno nacional que -en estas elecciones de medio término- no demostró aún ser un fenómeno de masas federal equiparable al del Área Metropolitana de Buenos Aires.
Algo similar ocurre en Mendoza, donde el gobernador Alfredo Cornejo desea rubricar un frente electoral, pero el Gobierno le pide desdoblar las provinciales hacia 2026 y borrar de la boleta la marca Cambia Mendoza por una nueva que lleve el nombre del partido de Gobierno.
Nuevamente, el mileísmo dialoga con una fuerza local sumamente consolidada, con una década de gestión ininterrumpida, buscando imponer credenciales políticas difícilmente justificables en esas geografías.
En Chaco, el también radical Leandro Zdero ya consumó la alianza de las elecciones provinciales de mayo (“Chaco Puede+La Libertad Avanza”), con perspectivas de reproducirla en las nacionales. Sin embargo, la inflamada vanidad libertaria vuelve a constituir un escollo al intentar invertir, sobre la marcha, el orden en el nombre. La idea de LLA es que en primer lugar se lea el nombre del flamante partido libertario.
Pero a los conflictos de marca y de armados en las listas, se le suma un creciente malestar incluso entre los gobernadores que se han mostrado más predispuestos al diálogo y las alianzas estratégicas, con base en la desfinanciación de los distritos.
En San Luis, el gobernador Claudio Poggi arrasó en las provinciales de mayo sin necesidad de acordar con los Milei. Sin embargo, no opone mayores resistencias a entregar la marca del oficialismo provincial a voluntad de Casa Rosada. El drama corre por otro carril: necesitan que el Gobierno nacional cumpla con compromisos vinculados a la financiación de obras.
En Entre Ríos, donde el acuerdo viene bien encaminado, tampoco está libre de obstáculos. El incentivo para el gobernador Rogelio Frigerio es la fuerza latente del peronismo, que de ser subestimada puede significar un riesgo.
Como contraparte, el otrora macrista es uno de los gobernadores que encabeza el reclamo articulado desde las provincias al presidente por la desfinanciación de los distritos. En este marco se enmarca un proyecto para coparticipar el impuesto a los combustibles y los Aportes del Tesoro Nacional (ATN).
Distinta es la suerte de los peronistas aliados o cercanos al Gobierno: en Tucumán (Osvaldo Jaldo), Catamarca (Raúl Jalil), Salta (Gustavo Sáenz) y Misiones (Hugo Passalacqua) seguramente compita una lista de LLA.
En Ciudad de Buenos Aires, los hermanos Milei buscarán consolidarse como una de las alternativas a la administración de Jorge Macri. Aliados de un lado de la General Paz y adversarios del otro. Tanto interesa asestarle un golpe de gracia al macrismo que se maneja la posibilidad de que la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, encabece la lista de senadores.
También en Santa Fe los libertarios competirán directamente contra el gobernador Pullaro, que vio revalidado el respaldo a nivel distrital en las elecciones comunales y municipales celebradas el último fin de semana de junio.
En Córdoba, el titular del bloque de Diputados del oficialismo, Gabriel Bornoroni, armará una alternativa puramente libertaria para medirse ante el peronismo local. Allí podría tener como aliado al ex macrista Luis Juez (Frente Cívico), que se viene mostrando cada vez más estrechamente vinculado al presidente.