
El Ministerio de Salud de la Nación anunció oficialmente este lunes la salida de Argentina de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y una reforma de los criterios y parámetros sanitarios del país, luego de la visita oficial del secretario de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos, Robert F. Kennedy Jr.
La decisión fue informada a través de un comunicado de redacción errática, donde se repitió -llamativamente con pocos renglones de distancia- que se modificarán "estructuras obseltas", organismos con "funciones superpuestas" y "escasa supervisión". Otra de las inconsistencias se dio en la denuncia de la excesiva intromisión del Estado seguida de una denuncia de baja supervisión.
En definitiva, se trata de un cóctel entre la conocida postura del Gobierno de reducir el gasto y la estructura burocrática a cargo del Estado y una postura ideológica global en contra del establishment de cooperación multilateral.
Tras advertir que, de ahora en más, se adoptarán decisiones en base a “la evidencia científica”, el comunicado precisa que “se impulsará que las vacunas sean sometidas a estudios clínicos con grupo placebo como estándar mínimo, tal como se exige a otros productos médicos”.
Al respecto, profundizaron: “Un ejemplo claro de esta necesidad es la vacuna contra el COVID-19, aplicada sin grupo de control y bajo condiciones de aprobación excepcionales. Revisar no es negar: es exigir más evidencia, no menos”.
La reforma fue presentada como un “nuevo paradigma sanitario libre, transparente y preventivo”, que busca “cuidar la salud con base en evidencia científica” y no “reproducir burocracia sin control”.
Lo que enciende las alarmas es que el anuncio se da en medio de la visita de Kennedy Jr., funcionario de Donald Trump reconocido en Estados Unidos por sus polémicas posturas sanitarias.
Tanto es así que el ascenso a la Secretaría de Salud norteamericana del hombre recibido este martes en horas de la mañana por el presidente Javier Milei fue acompañado por un mensaje del presidente estadounidense dirigido a desactivar las alarmas en la industria farmacéutica.
— Ministerio de Salud de la Nación (@MinSalud_Ar) May 26, 2025
El exsenador republicano es una de las figuras más conocidas que se oponen a las vacunas. En sus audiencias de confirmación, negó constantemente ser antivacunas, tras declararse en apoyo a ciertas vacunas como la de la polio.
Kennedy consiguió la confirmación de la Cámara de Senadores al prometerle al senador republicano Bill Cassidy, médico y presidente de la comisión de salud del Senado, que no interferiría en la actual política de vacunas.
Sobrino del asesinado expresidente John Fitzgerald Kennedy e hijo del ex fiscal general Robert Kennedy, también asesinado, el ex senador se dio a conocer inicialmente como abogado ecologista y más tarde como férreo opositor a las vacunas.
El 14 de noviembre, fecha en la que fue nominado para el cargo, Trump prometió que su funcionario defendería los intereses de los ciudadanos ante el “complejo industrial de alimentos y las compañías farmacéuticas”.
Por su parte, Kennedy Jr, garantizó “limpiar la corrupción y terminar con las puertas giratorias entre la industria y el gobierno" con la intención de “volver a hacer a los estadounidenses la gente más sana del mundo”.
El pasado cinco de abril, volvió a estar en el foco de la tormenta luego de que varios hospitales en Texas reportaran casos de niños intoxicados por consumir dosis elevadas de vitamina A como tratamiento alternativo para el sarampión, luego de que el secretario de Salud de Estados Unidos promoviera públicamente su uso como opción terapéutica.
El brote de sarampión en el gigante del Norte es el peor en décadas. Al 28 de marzo, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) detectaron casi 500 casos en 21 estados, con un aumento del 360% respecto a la semana anterior, y se registraron dos muertes, las primeras en una década. El 97% de los infectados no estaba vacunado.