
La estabilización de la economía de la que se ufana el Gobierno nacional viene trayendo complicaciones para gran parte de la ciudadanía en su economía cotidiana y, a pesar de que parece haber encontrado la manera de consolidar la reducción de la inflación, no ha sido gratuito.
El Informe Especial de Endeudamiento de Hogares realizado en mayo de este año arrojó que el 91% de los hogares argentinos arrastra algún tipo de compromiso financiero, mostrando una leve baja del 93% registrado en julio del año pasado, pero sosteniéndose en niveles alarmantes.
Otro de los datos que preocupan es que más de la mitad de los hogares cargan con dos o tres deudas simultáneas, mientras que el 12% tiene más de tres deudas a la vez.
Uno de los aspectos que apunta directamente al duro programa económico que implementó el presidente Javier Milei desde su asunción, es que el 75% de las deudas existentes fueron contraídas en el transcurso del año 2024, primero de gestión de La Libertad Avanza.
El cóctel de brutal devaluación, inflación descontrolada de los primeros meses por liberación de precios y el ancla impuesta desde Casa Rosada a los salarios dejó tierra arrasada en las economías domésticas; que venían de surfear en una economía inflacionaria pero basada en una despreocupada emisión para financiar la capacidad de consumo de las mayorías.
En todo caso, la victoria de Milei en las elecciones marcó un límite social a la incertidumbre derivada del desorden macroeconómico del Gobierno del Frente de Todos, y un reclamo de generar condiciones más previsibles.
El éxito momentáneo en este rubro es el que aún le permite al oficialismo conservar niveles de apoyo competitivos, a pesar de la dura situación que atraviesa la mayor parte de las familias argentinas.
A la hora de distinguir el destino de las deudas, las tarjetas explican el 30,5% del endeudamiento, empleándose mayoritariamente para la compra de alimentos (58%), seguido de indumentaria, combustible y servicios.
A las tarjetas, le siguen los servicios privados con un 10,5%, el fiado con comercios de cercanía en un 8,8%, pago de impuestos y expensas (8,5%), préstamos del entorno personal (8,4%) y alquiler (8%). Las diferentes variables informales de endeudamiento también revelan la elusión de mecanismos tradicionales de financiación, que apenas explica el 2,1% de las deudas de los argentinos.
Otro dato preocupante es que el 76% de las deudas contraídas exhiben una mora en los pagos o se encuentran en instancias judiciales, situación que creció un 6% respecto a mayo del año pasado. Una cifra que ilustra la problemática es que el 15% de los hogares ya sufrió algún embargo sobre sueldo, bienes o cuentas bancarias.
Volviendo al excesivo empleo de las tarjetas para adquirir alimentos, indumentaria o servicios, la refinanciación de estos consumos por imposibilidad de pagar es el origen del 34% de las deudas con los bancos. Esto explica por qué, en general, se busca acudir a instancias informales antes de entrar en compromisos con entidades financieras.
Entre las familias que componen el amplio espectro de argentinos endeudados, a más de la mitad se les va entre el 40% y el 60% de los ingresos a cumplir con estas obligaciones. El 12% más comprometido destina más del 60% de su dinero a las deudas, evidenciando la inviabilidad de la situación.
Respecto a las expectativas a futuro, el 54% considera que durante este año podrá regularizar su situación, pero un 24% ya tiene asumido que no podrá frenar la bicicleta financiera originada por unos gastos corrientes superiores a los ingresos.
El endeudamiento en la argentina libertaria se convirtió en una rueda de auxilio cotidiana para la supervivencia de las familias. La norma indica que la mayoría adquiere compromisos para garantizar comida, vivienda o ropa, y no ya para inversiones o adquisición de bienes.
La reactivación económica que celebran en Casa Rosada todavía no impacta en la calle, y si bien la inflación se redujo respecto al pasado reciente, continúa siendo considerable para unos salarios demolidos por el cada vez más elevado costo de vida. De no mediar mejoras asequibles para la ciudadanía, octubre quedará cada vez más lejos para el Gobierno.