
Este lunes, en una sesión exprés, ambas cámaras de la Legislatura bonaerense aprobaron sin sobresaltos la modificación de los plazos electorales, una demanda técnica de la Junta Electoral provincial ante un cronograma que, con normas de 1946, era imposible de aplicar en una elección con más de 13 millones de votantes.
La medida, que recibió apoyo transversal desde el PRO hasta La Libertad Avanza, demuestra que cuando hay consenso en cuidar los tiempos de campaña, el engranaje legislativo funciona como reloj suizo.
El senador Christian Gribaudo fue una de las voces que celebró el avance: “Por fin la provincia empieza a tener plazos electorales claros”, dijo, al tiempo que responsabilizó al gobernador por haber generado confusión con su anuncio de desdoblamiento.
“Actuamos con responsabilidad”, aseguró. Pero en esa misma línea, evitó hablar de los proyectos que el Senado sigue sin tratar: desde políticas para pymes y seguridad, hasta la discusión presupuestaria.
En el día de hoy, el @Senado_BA aprobó la modificación del artículo 61 de la Ley 5.109, de plazos del cronograma electoral, por única vez para el período 2025. El proyecto establece que el cierre de listas sea 50 días antes de la elección y la oficialización de las boletas de los… pic.twitter.com/GEJ4dFdnNq
— Verónica Magario (@magariovero) May 12, 2025
Y es justamente allí donde comienza el contraste. Porque mientras la Legislatura dio un paso al frente para ordenar los papeles electorales, decidió volver a archivar los problemas reales. Uno de los proyectos más urgentes —la condonación de la deuda del Fondo Covid a los 135 municipios— fue deliberadamente postergado tras la intervención del gobernador Axel Kicillof, quien propuso un contra-proyecto que implica tomar más deuda, por hasta 1.045 millones de dólares.
La diputada Alejandra Lordén (UCR) sintetizó la sensación de muchos: “No podemos seguir postergando por una cuestión electoral lo que realmente aqueja a la ciudadanía: la inseguridad, los problemas en IOMA, la presión fiscal y el colapso del sistema de salud”. Su reclamo, aunque genuino, fue más bien testimonial: la votación se centró en los plazos y el resto quedó, otra vez, en espera.
Mientras tanto, el oficialismo y la oposición vuelven a mostrar que pueden trabajar juntos cuando sus intereses coinciden. La misma velocidad que demostraron para ajustar los tiempos de las elecciones, falta cuando se trata de discutir el endeudamiento provincial, exigirle explicaciones al ministro de Seguridad —aún ausente en el recinto, como recordó Gribaudo— o atender la urgencia fiscal de los municipios.
Con el nuevo cronograma aprobado, la política bonaerense celebra tener certezas. Lo paradójico es que esa certeza no se traslada a los temas que definen el día a día de los vecinos. La Legislatura no puede seguir actuando solo cuando le aprieta el zapato electoral. Porque si la agenda parlamentaria se activa solo cuando lo exige la Justicia Electoral, ¿quién va a presionar por las urgencias sociales?