El papa digital: cómo Francisco utilizó la comunicación digital para llevarle paz al algoritmo - Política y Medios
04-07-2025 - Edición Nº6363

ANÁLISIS

El papa digital: cómo Francisco utilizó la comunicación digital para llevarle paz al algoritmo

Lejos del conservadurismo solemne que solía caracterizar a la comunicación vaticana, Francisco comprendió, desde el inicio de su pontificado, que si quería conectar con el mundo, debía hablar su idioma: el digital.

Por: Mg Lauraro González Amato*

 

En una época donde la inmediatez domina y la atención se disputa a golpe de scroll, la figura del papa Francisco logró hacer lo que parecía impensado: devolverle la centralidad religiosa a la Iglesia Católica en la conversación de los asuntos públicos, a través de una estrategia silenciosa aunque profunda, que tiene a las redes sociales y las nuevas plataformas como protagonistas centrales.

Lejos del conservadurismo solemne que solía caracterizar a la comunicación vaticana, Francisco comprendió, desde el inicio de su pontificado, que si quería conectar con el mundo, debía hablar su idioma: el digital. Así, el primer papa latinoamericano se transformó también en el primer pontífice realmente trascendente, no solo por su origen, sino también por su capacidad de comunicar de modo directo, humano y accesible a millones de personas en todo el planeta.

Un liderazgo que comprendió el signo de los tiempos

La estrategia comunicacional de Francisco no fue azarosa. En marzo de 2013, apenas asumido como Sumo Pontífice, su primera aparición pública fue ya una declaración de estilo: sencillo, directo, sin estridencias. Ese mismo año heredó la cuenta oficial de X del Vaticano, @Pontifex, creada por Benedicto XVI, y le imprimió su sello: mensajes breves, cargados de humanidad, esperanza y llamados al diálogo y la fraternidad. De acuerdo a datos oficiales, esta cuenta alcanzó los 44 millones de followers y mantuvo siempre un crecimiento constante. Todos los días, cerca de las 13:30 -hora de Roma-, el Papa publicó un tuit con estas características.

Sin embargo, el verdadero salto llegó en 2016, cuando Francisco se convirtió en el primer papa en abrir una cuenta de Instagram. En menos de 24 horas ya tenía más de un millón de seguidores. Desde entonces, las redes se convirtieron en una herramienta clave de su liderazgo pastoral, no solo para transmitir la doctrina de la Iglesia Católica o mensajes religiosos, sino para abordar temas de actualidad: crisis climática, migración, justicia social, conflictos bélicos, los desafíos de la juventud y los peligros de la desinformación. Cada publicación se pensó no tanto como contenido, sino como acto político-cultural.

En plataformas como X (ex Twitter) e Instagram, el Papa acumuló más de 53 millones de seguidores en múltiples idiomas, y más allá de los números, lo central fue cómo se comunicó: apeló a un lenguaje simple, comprensible, directo. El suyo no fue un mensaje litúrgico, sino cotidiano. Habló de paz, abrazos, cuidar al planeta, escuchar a los pobres, tender puentes. En un mundo hiperpolarizado, su tono pausado y empático fue disruptivo.

Esto no implicó la ausencia de posicionamiento: en 2020, denunció los males del “tecnopopulismo”, el avance de los discursos de odio y la violencia digital. Ya en 2023 lanzó un mensaje claro sobre el uso responsable de las redes sociales, alertando que “la red puede atrapar o puede conectar”, por lo que convocó a los jóvenes a “usar la tecnología para tender lazos y no para aislarse”.

Mientras algunos líderes políticos convirtieron las redes en trincheras ideológicas, Francisco las convirtió en un lugar de diálogo y paz. Donde otros tuitean desde el odio y la furia, él lo hizo desde la empatía y la misericordia. En un contexto donde la comunicación política tiende a incrementar el volumen y agudizar los gritos, el Papa optó por el susurro y la interpelación desde la calma.

La fe, el algoritmo y el legado

La estrategia digital del Vaticano bajo Francisco modernizó la imagen de la Iglesia, pero también tuvo un efecto concreto: rejuvenecer su audiencia, especialmente en América Latina, donde volvió a crecer el número de fieles católicos en países como México, Colombia, Paraguay y, por supuesto, Argentina. 

Según datos recientes del centro de investigación independiente Pew Research Center, su imagen positiva se ubica en más del 60% de los consultados en la región, con fuerte presencia entre jóvenes de 18 a 35 años.

De todos modos, el mayor legado de Francisco no está únicamente en los seguidores que acumuló, sino en el cambio de paradigma que instaló: mostró que una institución milenaria como la Iglesia puede dialogar con el presente sin renunciar a su identidad y que el mensaje de fe puede difundirse con ética y responsabilidad en entornos digitales.

El Papa demostró que no se trata solamente de estar en redes, sino de saber para qué se está; que comunicar no es viralizar frases, sino acercarse al otro; que no hay liderazgo trascendente sin escucha ni sensibilidad; y que, en tiempos de saturación informativa, el mensaje más poderoso es el que se transmite con autenticidad y coherencia.

En definitiva, Francisco reformó la estructura eclesial, pero también el modo en que la Iglesia se mira a sí misma y se comunica con el mundo. Y esa transformación, silenciosa pero firme, quedará como uno de los rasgos más innovadores de su pontificado. En un tiempo donde lo espiritual parece diluirse, el Papa lo devolvió al centro del algoritmo sin perder el alma en el intento.

 

 

*Autor del ebook “Unir la cadena. IA & comunicación política. Guía práctica para asesores”, LAMATRIZ, 2024.

 

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