
Este 22 de abril, se conmemoran 40 años del Juicio en las Juntas. Durante el gobierno de Rául Alfonsín se juzgó a los máximos responsables de la última dictadura cívico militar de 1976 a 1983 y por esa razón, el Juicio marcó un hito en la historia de la democracia del país.
A partir de este hecho, Argentina se convirtió en el único país de América Latina que ha llevado adelante un proceso continuo y estructurado de juicios por lesa humanidad, sin amnistías permanentes.
El 22 de abril de 1985, durante la presidencia de Alfonsín, comenzó un acontecimiento fundacional para la vida democrática argentina: el Juicio a las Juntas Militares, en el que fueron condenados cinco integrantes de las Fuerzas Armadas y otros cuatro fueron absueltos. A lo largo de 17 semanas de audiencia se expusieron 709 casos de violaciones a los derechos humanos, un número acotado en relación con la cantidad de víctimas de la última dictadura pero suficiente para demostrar que el terrorismo de Estado fue un plan sistemático. El fiscal del Juicio, Julio César Strassera, concluyó su alegato con palabras que aún hoy resuenan en la memoria popular: “Señores jueces, nunca más”.
Los juicios se realizaron en tribunales civiles desde 1985 y se reabrieron en 2003, abarcando no sólo a militares de alto rango, sino también a policías, empresarios y médicos cómplices.
De este modo, Argentina ha condenado sistemáticamente el secuestro y apropiación de bebés, con un fuerte apoyo de Abuelas y Madres de Plaza de Mayo y organismos de derechos humanos, convirtiéndose en un modelo internacional de justicia transicional.
El trabajo de los equipos de antropología forense en la búsqueda de personas desaparecidas logró la identificación de restos humanos. Además, gracias a la genetista Mary Claire King y la colaboración de un grupo de científicos, a mediados de 1980 se logró el índice de abuelidad, pedido por las Abuelas de Plaza de Mayo. Este índice establece la posibilidad de parentesco entre un nieto y sus abuelos a partir del análisis del material genético.
El juicio fue televisado, por lo que la sentencia fue seguida por toda la sociedad. Los testimonios de las víctimas, los argumentos de la fiscalía y la contundencia del fallo, permitió que se tomara real dimensión de los acontecimientos.