Por Patricio Ballesteros Ledesma
El Banco Nación Argentina informó ayer que otorgó créditos en agosto por el equivalente a US$1.700 millones a empresas y familias de todo el país, sumando así más de US$9.000 millones en lo que va de 2024, un récord de desembolsos que hizo crecer la participación de la entidad (15%), con relación al resto de las que integran el sistema financiero.
“Estos resultados, medidos en pesos, implican un 635% de aumento con relación a agosto del año pasado y permitieron estimular la actividad económica en las mipymes, grandes empresas y las familias, y profundizar los niveles de consumo de bienes y servicios del segmento individuos”, remarcó el comunicado de prensa.
Es bueno aclarar que ese aumento medido en la moneda nacional es en términos nominales, incluida la acumulación de la inflación, la megadevaluación de diciembre y el crawling peg mensual, pero en términos reales ese porcentaje no sería ni la mitad.
El presidente del BNA Daniel Tillard declaró que “sería muy favorable que el resto de los bancos se sumen a las iniciativas de crédito que impulsamos desde nuestra institución. La promesa de inflación cero tiene que venir acompañada del crecimiento de los préstamos a favor de las pymes y las familias”.
Esta verdad de perogrullo esconde una realidad que de hecho, en los primeros meses de la nueva gestión impedía su materialización en el mercado financiero, ya que el BCRA mantenía una alta tasa de interés, primero con los títulos públicos y luego con los pases, que en cada licitación ofrecía a los bancos como principal tomador de créditos.
Recién con la progresiva baja de tasas de referencia, que fue implementando la autoridad monetaria, hubo oportunidad para que el sistema financiero dejara de financiar al sector público con esas extraordinarias ganancias, que además generaban un déficit cuasi fiscal como bola de nieve.
Hasta tanto no se cortara con la estrategia creciente de remunerar los pasivos del BCRA con extraordinarios intereses, los bancos y fondos de inversión conocidos como formadores del mercado no iban a distraer el dinero de sus depósitos en ofrecer créditos en una plaza que no podía igualar esas tasas y en un contexto de depresión económica.
Además, con un pase de magia y para mostrar solidez ante el FMI se pasó esa deuda acumulada del BCRA al Tesoro, por lo que en lugar de continuar financiando al Estado en el mercado, el repago de los pasivos ahora dependerá de un mayor ajuste en el ya multi ajustado gasto público, el que encima está cada vez más restringido por la caída en la recaudación de impuestos producto de la crisis económica.
“Para que el BNA pueda sostener el crecimiento de los créditos, es imprescindible la transformación de nuestra entidad en sociedad anónima, tal cual establece la Ley de Bases. La mayor transparencia y eficiencia que ganará el banco redundará en la multiplicación de la oferta de préstamos” declaró Tillard, presidente del BNA, ex titular del Banco de Córdoba y liquidador de Obras Sanitarias de la Nación durante el menemismo.
Eso mismo ya había adelantado en marzo pasado el funcionario al presentar el balance cerrado el último día del año pasado, en que se señalaba que en el último año de la gestión anterior, los préstamos al sector privado se redujeron al mínimo histórico: 25,8% sobre el total de los depósitos. Al mismo tiempo, la irregularidad de la cartera de créditos se incrementó al 12,2%, lo que representaba un deterioro en comparación al resto del sistema financiero.
Lo que no se explica allí es que en 2023, la cartera del banco público enfrentaba miles de créditos otorgados al sector agropecuario, sobre todo a miles de pequeños productores y cooperativas de economías regionales, que enfrentaban la peor sequía en un siglo, lo que complicaba la regularidad en el pago de sus obligaciones bancarias. La alta inflación y una incipiente recesión también complicaba a las pymes y los particulares para cancelar las cuotas en tiempo y forma.
De hecho, este año, en un contexto climático diametralmente opuesto, la línea Agronación de la entidad es la líder en el mercado de servicios financieros agropecuarios, con un market share del 58% y más de $450.000 millones en créditos otorgados al sector en lo que va del año, según el portal Noticias Agropecuarias.
El BNA, por ser una entidad pública federal con la función social de inclusión financiera implementaba una política de sostener la producción y la industria para mantener las fuentes de trabajo involucradas, como lo demostró en gran medida durante la pandemia, algo que el grueso de las entidades financieras privadas no tienen como prerrogativa.
Al contrario, sus carteras estaban a salvo de la coyuntura apalancadas por ser fuertes acreedoras del Estado, algo que también realizaba el banco oficial por su calidad de entidad pública, con autoridades nombradas por el Poder Ejecutivo de turno.
Por eso la actual conducción del BNA, agrega que mientras que el banco restringía los préstamos a familias y pymes, adquirió Leliq y títulos públicos para financiar el déficit del Tesoro.
Al cierre del ejercicio el 31 de diciembre pasado, la entidad exhibió una ganancia que equivale a US$2.200 millones o 47% sobre el capital, que provino en mayor medida de los títulos públicos, acorde con la política monetaria vigente en la gestión anterior, que direccionó a los bancos a financiar el déficit del gobierno.
La conducción que arribó al BNA con la asunción de Milei, ahora resalta el cambio de estrategia de la entidad y muestra resultados positivos, aún en el contexto de fuerte caída de todas las variables económicas (inversión, consumo), con indicadores de uso de la capacidad instalada industrial y niveles de pobreza inéditos.
En el comunicado destaca que, del monto total de préstamos otorgado en agosto, el banco destinó más de US$140 millones para financiar acciones vinculadas al comercio exterior, con lo que facilitó las operaciones de importación y exportación de insumos para la industria, así como el acceso al consumo de otros bienes y servicios.
Los datos desagregados -en moneda nacional- reflejan que en agosto se destinaron $1,46 billones para financiar inversiones y capital de trabajo en favor de mipymes y grandes empresas de todo el país. Además, otorgó a las familias más de $260.000 millones a través de préstamos personales para consumo de bienes y servicios, y otros múltiples destinos.
En abril pasado, los diputados de la Nación Sergio Palazzo y Carlos Cisneros, presentaron un proyecto de ley en defensa de la entidad, el que tenía por objeto garantizar la organización y funcionamiento del BNA como institución bancaria de propiedad del Estado nacional, de acuerdo con la función social establecida por su Carta Orgánica.
En el texto dice que el banco no podrá transformarse en sociedad anónima y las empresas del Grupo Banco Nación no estarán sujetos a privatización alguna, ni total ni parcial, por lo que se pide exceptuar al BNA de lo dispuesto por el artículo 48 del DNU 70/2023 mientras esté en vigencia, o la norma que en futuro la reemplace.
Además se transcribe parte de un detallado informe del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), con diversos datos sobre la evolución del banco en el último gobierno e indicadores en particular del año pasado que dan cuenta de monto total de depósitos públicos y privados, calificaciones de riesgo, préstamos totales del sistemas, rentabilidad, liquidez y capitalización, entre otros.
En 1999 el Congreso nacional desestimó la privatización de la entidad con la aprobación de ambas cámaras por mayoría. Con la Ley de Bases aprobada tampoco se admitió esa opción, pero quedó abierta su transformación en sociedad anónima y la búsqueda de socios por hasta el 49% de su paquete accionario.
No es fácil encontrar comprador: el valor de libros está en US$25.000 millones, aunque la cotización en el mercado no superaría la mitad de ese monto. De todas maneras, ya a principios de año el Gobierno tenía en sus planes poner una parte del paquete accionario del banco a cotizar en la Bolsa de Nueva York, con una IPO en etapas para apalancar su revalorización.
Con una historia de 130 años al servicio del desarrollo del país y líder en el ranking por activos ($32,7 billones), tiene presencia en todo el territorio con 739 sucursales y casi 17.600 empleados, 2.793 cajeros automáticos y un carácter federal como ninguna otra entidad, por eso su valor para el mercado es indiscutible.
Para los potenciales interesados locales y extranjeros, también es un diferencial su presencia en el exterior con sucursales, agencias y oficinas en las principales ciudades del mundo, como Nueva York, Miami, Madrid, San Pablo, Montevideo, Asunción, Santa Cruz de la Sierra y Pekín.