
La aprobación de la Ley Bases y el paquete fiscal propuesto por La Libertad Avanza constituye el primer triunfo del oficialismo en la Cámara de Diputados desde que gobierna la Argentina. Este paquete de reformas estructurales y cambios impositivos fue acompañado por referentes de la política nacional, que si bien no estuvieron de acuerdo con las medidas libertarias, le dieron su apoyo general para “garantizar al Presidente herramientas de gobernabilidad”.
La política argentina parece haberse acostumbrado al uso indiscriminado de frases, palabras y términos que, puestos en boca de algunos protagonistas, resultan tan contradictorias que nos hacen pensar en la utilización del concepto “oxímoron” como herramienta para el análisis discursivo y entender más el comportamiento político de los representantes del pueblo en el Congreso.
Empecemos por afinar la composición lingüística: la Real Academia Española define al concepto oxímoron como la “combinación en una misma estructura sintáctica de dos palabras o expresiones de significado opuesto, que originan un nuevo sentido”.
La génesis
Sin forzar sus características y a riesgo de desvirtuarse, en este caso en su accionar, los “políticos oxímoron” son capaces de argumentar posiciones en contra del desguace estructural del Estado y a la vez aprobar medidas de gobierno, y abrazarse a una especie de “gobernabilidad custodiada”, tal cual afirmó el diputado radical Rodrigo de Loredo en su intervención.
“Los diputados de la UCR, por amplia mayoría, votamos hoy (por el martes) a favor de la Ley Bases. Lo hicimos porque somos reformistas y porque respetamos la voluntad de cambio que los argentinos expresaron en las elecciones de noviembre pasado. Y también porque muchas de nuestras reformas, orientadas a darle equilibrio y sensatez al proyecto oficialista, fueron aceptadas. Sin excusas, ahora el gobierno debe ofrecer a los argentinos mucho más que una luz al final del túnel”, completó el legislador en su cuenta oficial de X tras el debate en la Cámara.
Esto constituye una variación en la narrativa discursiva devenida en todo lo contrario a lo que pretendía componer su corpus argumentativo. Además de avalar a la reforma laboral de la Ley Bases, que flexibiliza las condiciones laborales de los trabajadores, constituye una clara incongruencia con los principios y defensa de los intereses de las clases populares con el que el radicalismo irrumpió en la escena política nacional allá por 1905.
En su exposición ante el presidente de la Cámara Baja, Martín Menem, el diputado Maximiliano Ferraro (Coalición Cívica), también elevó el tono de voz al no estar de acuerdo con los modos de votación en particular de la ley porque el debate giraba en torno a si la misma debería ser tratada por capítulos o artículo por artículo. Al final, Ferraro aportó otro voto para que la Ley Bases llegara al Senado.
Réplica contundente
Margarita Stolbizer, del bloque Hacemos Coalición Federal, forma parte de los políticos oxímoron. “La votación más importante de la Ley Bases: reincorporar el impuesto al tabaco. Fin al tironeo y lobby de las empresas y sus socios políticos. Perdieron libertarios y kirchneristas. Un triunfo de ‘los del medio’. Un triunfo de la racionalidad y la decencia”, escribió en su cuenta oficial de X. También contribuyó con su voto al proyecto.
No hubo mención ni a la modificación de la reforma jubilatoria ni a las facultades delegadas al presidente Javier Milei, ni mucho menos a la puja por privatizar o desfinanciar organismos públicos. El gráfico que ella misma posteó da cuenta de que el rechazo a reinsertar el impuesto al tabaco solo fue de La Libertad Avanza y el PRO.
“No al cierre del INTA, INTI, CONICET. No a las privatizaciones indiscriminadas y No a ninguna forma de privatizar el Banco Nación. No a facultades delegadas”, había comentado Stolbizer días atrás públicamente. Sin embargo, y pese a tener un dictamen de disidencia, la diputada dio quórum y votó para aprobar, en general, la ley que presentó el oficialismo.
“¿Votaste eliminar las indemnizaciones laborales, el monotributo social, privatizar medio país y decís que esto es lo más importante? Es una cargada esto, mejor no digas nada”, la increpó en un posteo la cuenta de X Arrepentidos de Milei, que recopila todos los testimonios de las personas arrepentidas de votar el proyecto de gobierno de Milei desde el 11 de diciembre de 2023 a la fecha.
En limpio, la máxima de los políticos oxímoron sería: “Me expreso por la negativa en los modos y medidas que quiere impulsar el gobierno pero voto positivo”. Un mamarracho, inentendible, un comportamiento contradictorio digno de tratar en terapia. Lástima que no se logre ver la capacidad de daño económico-social que ocasiona en millones de trabajadores argentinos.
Si analizamos con detenimiento la dinámica de la política en las últimas décadas de la vida social argentina, tendremos la extraña sensación de que el “comportamiento oxímoron” es una construcción permanente, un componente casi excluyente. Diputados que saltan de una banca a otra, que conforman un monobloque o cambian de partido y de proyecto de país pareciera ser una praxis que acompaña todo lo anterior; una contradicción permanente como condimento de la arena política. Con razón la sociedad argentina tiene poca aceptación de la política: la variable coherencia es un recurso escaso.
Certeza en la incertidumbre
Tras el debate, el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, se expresó en sus redes sociales por el futuro de la ley a tratarse próximamente en el Senado: “( …) se tiene que rechazar la Ley Bases de Milei. Es una ley que pretende legalizar los destrozos que ya están haciendo: caída récord de salarios y jubilaciones, recesión, despidos y desempleo, paralización de la obra pública, atropello a las provincias, tarifazos despiadados y entrega del patrimonio nacional”.
“Dicen que ‘hay que darle herramientas al presidente’. Me pregunto ¿para qué usará esas herramientas un presidente que considera que el Estado es una organización criminal, que ataca a la Universidad pública y que llama héroes a quienes fugan dólares? No son las bases para refundar la Argentina, son las bases para fundirla. Entrega a los jubilados, a la clase media, a los trabajadores, a los pequeños productores, a las pymes, para beneficiar al puñado más rico y poderoso”, completó.
La hiperpolarización política de la sociedad argentina hoy se para en una nueva etapa de la grieta conformada por un bloque de extrema derecha, derecha y centro derecha, y otro por el peronismo-kirchnerismo y organizaciones populares. Esta división se come de lleno al conjunto de la sociedad y las actitudes poco felices de los “políticos oxímoron” son vistas desde los cuatro costados por la historia. No constituyen buenas prácticas en el desarrollo democrático de la Argentina, ni mucho menos tienden puentes en la ya deteriorada relación entre política y ciudadanía.
En este cambalache, el debate por las ideas ya no goza de buena salud: el otro es un enemigo a destruir y no un adversario. Mal para la democracia, mientras los odiadores seriales suman puntos en sus argumentos de no reconocer al otro. Todavía la ciudadanía no logra salir de esa encrucijada y los políticos son los grandes responsables al respecto.