Las intenciones del Gobierno nacional y del partido Propuesta Republicana (PRO) de constituir una alianza política que otorgue mayor volumen político a la administración de Javier Milei se vienen enfriando en las últimas horas, como consecuencia de las diferencias entre el ex presidente Mauricio Macri y la secretaria General de la Presidencia, Karina Milei.
Es que la hermana del presidente no ve con buenos ojos las ambiciones del fundador del partido que fuera parte de las coaliciones Cambiemos y Juntos por el Cambio, a tan solo dos meses de trayectoria del Gobierno de La Libertad Avanza.
Las fricciones se incrementaron luego de que la secretaria -quizás la persona de mayor confianza del jefe de Estado- ofreciera como incentivo la formación de un interbloque entre diputados de ambos partidos otorgándole la presidencia a Cristian Ritondo; oferta rechazada por Macri, que gradualmente recobra el liderazgo entre las sombras.
Ocurre que el acompañamiento parlamentario a las iniciativas oficialistas por parte del PRO ya viene siendo un hecho que no requiere de una fusión entre bloques; y en definitiva desde el partido que lideró el Gobierno de Cambiemos tienen más que claro que la labor parlamentaria viene dirigida desde Balcarce 50 y la figura del jefe de bloque tiene más que ver con los mecanismos para hacerla eficaz.
En contraste, las intenciones del macrismo tienen más que ver con adquirir una hegemonía más contundente en el Gabinete y, por ende, en la deliberación de las decisiones de Gobierno y su gestión.
En este sentido, los planes que el PRO tiene para Ritondo en una presunta alianza lo ubican como presidente de la Cámara de Diputados en reemplazo de Martín Menem; donde consideran que robustecería el volumen político del oficialismo.
Además, las ambiciones del empresario ex presidente incluyen un fuerte avance en la presencia de su partido en el Gabinete de Ministros. La intención es ‘infiltrar’ a Guillermo Dietrich, María Eugenia Vidal y Diego Santilli. En el diseño de Macri, lo sustancial es desplazar a Nicolás Posse de la jefatura de Gabinete, lugar que quedaría para su ex ministro de Transporte; al cual se atribuye una sólida llegada territorial federal.
No obstante, el desmesurado avance previsto del que en la previa a las elecciones había definido a La Libertad Avanza como “una agrupación fácilmente infiltrable” sin la capacidad de “garantizar un cambio” no cae nada bien en el entorno de Milei, y no cuenta con el visto bueno de su mano derecha.
En el marco del viaje diplomático del mandatario por Medio Oriente y Europa, las tratativas se fueron enfriando de la mano de estas diferencias; más allá de las declaraciones de Milei aceptando que la alianza es algo que “fluye naturalmente” en el devenir político, guiño compartido por la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, que anticipó que “se viene” un reordenamiento político y que “puja” hacia la formación de una coalición.
La idea del Ejecutivo es continuar con las conversaciones al retorno de Milei y la comitiva al país, donde deberá dirimir algunas discrepancias hasta ahora irreconciliables con Bullrich y Macri: entre ellas, el sólido respaldo a Posse y al ministro del Interior, Guillermo Francos, donde el macrismo busca ubicar a Santilli.
En esta empresa, el oficialismo se aferra a su investidura electoral y el ala más dialoguista de la oposición a su estructura política, su red de gestión provincial, municipal y la representación parlamentaria que detenta; factores clave para garantizar la gobernabilidad de un proyecto que en poco más de 60 días ya viene quemando las naves de la tolerancia social y tuvo su primer desencanto institucional en el Congreso.
Al momento, las pulsiones de una coalición oficialista forman parte del horizonte de ambos partidos, aunque se ven rígidamente obstaculizadas por los diseños estructuralmente disidentes que las partes han previsto. Por estas horas, no se percibe un desenlace que no deje malherido de poder al que ceda para rubricar el acuerdo.