
Por: Miguel Di Spalatro
El domingo 19 de noviembre los argentinos dieron un volantazo y eligieron un camino alternativo que serpentea al borde del abismo. Con una inflación superior al 120 % que licúa sueldos, quita previsibilidad a emprendedores y comerciantes y expulsa a la pobreza al 46.6% de la población, no se puede juzgar y menos condenar a los electores que consagraron presidente a Javier Milei.
Por primera vez en la historia un candidato gana una elección prometiendo ajuste y sufrimiento, recortes y perdida de derechos, entrega de la soberanía, desempleo y represión. Con un discurso violento y motosierra, escudado en la palabra “libertad”, Milei le vendió al 55% de los habitantes de este país ideas viejas envueltas en celofanes nuevos.
En 1989, en el “Consenso de Washington”, los poderosos de la tierra (léase Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, G7; Departamento de Estado de los Estados Unidos y los bancos privados más importantes del planeta) “sugería” a los países endeudados -entre ellos Argentina- reformar el Estado minimizando sus funciones sociales como la salud y la educación, privatizar las empresas de servicios públicos, enajenar las reservas energéticas y liberar el sistema financiero.
Cualquier coincidencia con las propuestas de La libertad Avanza y sus socios de Cambiemos, no son casualidad. El ojo del águila observa a su presa desde hace mucho tiempo. Habitamos tierras en las que abundan el agua, el petróleo y el litio y donde crecen los alimentos que el norte necesita.
En 1991, para referirse a la política exterior del entonces presidente Carlos Menem, el canciller Guido Di Tella dijo que tendría “relaciones carnales” con los Estados Unidos. Javier Milei viajará a los Estados Unidos e Israel antes de asumir la presidencia, aunque según sus propias palabras son “viajes espirituales” y no políticos, algo difícil de creer teniendo en cuenta la admiración que expresa por esas dos potencias.
Para entregar el país a las empresas extranjeras es necesario ajustar el salario de los trabajadores, flexibilizar las relaciones laborales, liberar la economía, combatir a los sindicatos y paralizar las demandas a través del miedo.
Un anticipo de lo que se viene es el anuncio de paralización de la obra pública. “Cada intendente o gobernador deberá buscar la forma de financiamiento, puesto que vamos a ir a un sistema de iniciativa privada, a la chilena", dijo Milei.
El solo anuncio de esta medida provocó los primeros despidos y puso en alerta a gobernadores e intendentes de todos los partidos políticos.
El titular de la Cámara Argentina de la Construcción, Gustavo Weiss, aseguró que "si las obras se paran como dice Milei, y vuelven a licitarse, se quedarían en la calle miles de empleados y muchas empresas quedarían complicadas. Ya hay telegramas de despido en empresas ligadas a la obra pública".
Solo en la Provincia de Buenos Aires, a través de Argentina Grande, el Plan de Obras Públicas para el Desarrollo de la Nación, el Ministerio de Obras Públicas desarrolla 21 grandes obras estratégicas con una inversión de $171 mil millones.
Entre estas obras se encuentran la continuación de la Autopista Buenos Aires- La Plata; en Bahía Blanca la construcción de la autopista semiurbana de las RN3 y RN33, en la red de accesos a la ciudad; la Ruta Nacional 7, entre Luján y Junín; la Autopista Ruta Nacional 3, entre Cañuelas y Azul; las obras de ampliación de la capacidad del Río Salado; la Planta Depuradora de Líquidos Cloacales, de General Madariaga; la restauración del Hotel N° 4 en la Unidad Turística Chapadmalal, en Mar del Plata; la restauración del Descanso del Peregrino y la Basílica de Luján; las Plantas de Tratamiento de Líquidos Cloacales para los Municipios de Villa Gesell y Pinamar; la Ruta Nacional 226, en el acceso a Sierras Bayas, partido de Olavarría; la Planta Depuradora de Líquidos Cloacales en Carlos Casares, de San Antonio de Areco, y el traslado de la Planta Depuradora de Líquidos Cloacales de Carmen de Patagones, citando solo algunos ejemplos de obras que quedarían paralizadas ya que se ejecutan con financiamiento de la nación.
Si bien el gobierno de Alberto Fernández no pudo frenar la inflación, suspendió la obra pública solo durante la pandemia, y finalizará su mandato con más de 7 mil obras -entre terminadas y en ejecución- puestas en marcha en los últimos 4 años abarcando todas las provincias.
"Ojalá revise (Milei) esta premisa de suspender la obra pública porque es negativa para todo el país, más allá de quién lo haya votado. No se puede llevar adelante una gestión sin apoyo del gobierno nacional. Todos los municipios, de todo el país, manejamos dos niveles de presupuesto: el que se compone con recursos locales y el que se compone con recursos provinciales y nacionales. En nuestro caso, este último es mayor, por lo que dejar de recibirlo impactaría en más de 50 obras", dijo el Intendente de Morón, Lucas Ghi, que fue el primero en pedir al presidente electo que revise su decisión.
En Mar del Plata. donde según especificó el ministro de Obra Pública, Gabriel Katopodis, el Estado Nacional financia obra con una inversión total de $ 20.431 millones, peligra la continuidad del Paseo Costanero Norte, el colector Marcos Sastre y la segunda etapa del acueducto Norte. También el módulo de acceso a la Casa sobre el Arroyo.
En el noroeste del territorio provincial, a 312 kilómetros de la Capital Federal, el intendente de Leandro N. Alem, Charly Ferraris, está preocupado por la continuidad de obras sociales, que no le interesarían a ningún privado, pero que son necesarias para la gente de su pueblo.
“El cese de la obra pública nacional, es como decirles a los intendentes vean cómo pueden arreglarse, busquen financiamiento privado. Yo pregunto: ¿qué privado va querer venir a Vedia a construir el CDI? ¿Qué clase de negocio es para un privado un Centro de Desarrollo Infantil? Estamos hablando de obras con un contenido puramente social, que no resultan atractivas ni rentables para un empresario", explicó Ferraris a su comunidad.
"A nosotros nos honra estar en todas, acudir a atender todas las necesidades de la comunidad, así que veremos cómo hacemos para que esto no nos afecte. Las obras que se logran, repito, tienen su rentabilidad en el contenido social, que es el bienestar de los vecinos”, agregó el jefe comunal.
Una sensibilidad social que parece molestar al gobierno libertario próximo a asumir. Quizás porque en su ecuación de oferta y demanda, el ser humano es un número que debe encajar en la casilla de Excel que le corresponde o ser borrado definitivamente. Como lo determinó en 1989 el “Consenso de Washington”, 34 años después volvemos a la economía de libre mercado, que busca acabar con el modelo de sustitución de importaciones y eliminar las políticas sociales de inclusión. Algo así como decir “sálvese quien pueda”.