
Cristian Ritondo aparece poco por el Congreso, aunque es el jefe del bloque PRO de diputados, el más grande de la oposición. En la última sesión ni siquiera fue, porque estaba en el exterior, y su rol lo tomó su vice Gerardo Milman, mano derecha de la presidenta del partido Patricia Bullrich.
El ex ministro de Seguridad pasó el último semestre de 2021 peleando puertas adentro del parlamento para ser elegido presidente del interbloque Juntos por el Cambio y parecía un lugar ganado cuando el radical Mario Negri no evitó la división de los radicales. Pero la interna se descontroló, prefirió desatender los temas legislativos y abocarse a recorrer la provincia de Buenos Aires, donde quiere ser gobernador en 2023.
No es el único interesado en reemplazar a Axel Kicillof: Diego Santilli se anotó después de su triunfo en las legislativas y, aunque garantizaron por ley una reelección más, los intendentes quieren jugar. Néstor Grindetti (Lanús) y Diego Valenzuela (Tres Febrero) ya se anotaron. Pero Ritondo, que hasta ahora sólo tenía el respaldo de María Eugenia Vidal, sumó la última semana el de Mauricio Macri, quien irrumpió para acompañarlo en una recorrida por La Plata.
Macri no abandonó la actitud que tomó cuando volvió de Zurich en octubre, en plena campaña para las las legislativas. Llama, pide participar de una jornada y si no le dan señales va igual. Sus asesores, como el legislador porteño Darío Nieto, lo siguen mencionando como el jefe de todos y por ahora no hay nadie que lo desmienta.
Tampoco Ritondo y Vidal, quienes en 2020 se animaron a hablarle de igual a igual, pero ante el primer llamado para sumarse a las recorridas cedieron sin chistar. Los timbreos, se sabe, recorren zonas con vecinos oficialistas, chequeadas con el sofisticado big data PRO. En La Plata no fue la excepción.
Macri se mueve en el PRO como un líder mesiánico, sólo resistido a escondidas. "Si él es candidato, yo me bajo. Si no juega, soy presidenta", repite Bullrich a quien le pregunte por su relación con él. El abrazo a Ritondo puede ser visto como un golpe a Santilli y Larreta, pero la presencia de Vidal obliga a dobles lecturas. O triples.
El rumbo de la ex gobernadora no está claro desde que la desplazaron de la gobernación en 2019. Estuvo meses sin pronunciarse sobre temas de actualidad e irrumpió el año pasado para ser candidata por la Ciudad. "Le erraste, tendrías que haberte mostrado antes. Te va a costar", le anticipó Sergio Massa, con quien por esos días hablaba seguido. Se rompió el diálogo cuando Vidal se animó a anunciar que pelearía la presidencia de la Cámara de Diputados. No fue posible porque en noviembre Juntos tuvo menos votos de lo esperado en Salta y La Rioja. Sólo por eso.
Empujada por un blindaje mediático que le trajo más confusiones que otra cosa, "la Leona" recorre el país y le dice a cada dirigente que recibe que no descarta pelear la presidencia. "En marzo veremos si Larreta mida más que yo", desafía. Pero ni el círculo rojo ni los dirigentes territoriales se la toman en serio y así es muy difícil construir una candidatura.
Ya se lo advirtió el jefe de Gobierno a Burrllich en enero, la última vez que se vieron a solas, cuando se animó a advertirle que sin plata no podrá enfrentarlo. "No tengo esa guita, pero te voy a ganar igual", lo amenazó la ex ministra. Vidal suena para todo: jefa de gobierno y compañera de fórmula de un candidato PRO, como Larreta o el propio Macri, si se anima.
En cualquier caso, ya tiene a Ritondo como candidato a gobernador, lo más importante para un presidenciable, porque las elecciones son simultáneas con la provincia de Buenos Aires. Y Macri, parece, está dispuesto a acompañarla. ¿Acaso es una buena noticia? Las encuestas no le sonríen al calabrés en el conurbano, pero tampoco a Vidal y a Santilli, quien si bien ganó en 2021 obtuvo menos votos positivos que la ex gobernadora en 2021. Superó a Victoria Tolosa Paz porque mucha gente se quedó en la casa.
La UCR, para variar, no aprovecha la situación para imponer un candidato a gobernador. El diputado provincial y presidente del Comité Maxi Abad y el intendente de San Isidro Gustavo Posse son los anotados, pero ninguno va a fondo para beneficiarse de las grietas del PRO. Tampoco se animan a hablar mal de Macri, decidido a recorrer la provincia que le impidió la reelección en 2019. Cree que ayuda. Está convencido.