
[Rosatti, al ataque]
El presidente de la Corte Suprema Horacio Rosatti está decidido a asumir al frente del Consejo de la Magistratura, a partir del fallo de diciembre de ese tribunal en diciembre que le dio cuatro meses al Congreso para sancionar una nueva ley.
El Senado la aprobó y en Diputados nunca se trató. El jefe del oficialismo Germán Martínez pidió una prórroga, pero Rosatti no se la concedió y está dispuesto a aplicar la ley derogada en 2006 y presidir el organismo que selecciona y remueve jueces.
Logró unir al oficialismo: kirchneristas y albertistas lo declararon enemigo eterno, con amenazas de juicios políticos y, sobre todo, la promesa de mirar con lupa cada decisión que tome. No es poco.
Y eso que Rosatti era peronista: fue ministro de Justicia de Néstor Kirchner y hasta fue tentado para sumarse a la política santafesina, hace ya 17 años. Hoy la historia es otra.
[Massa se fue]
Justo cuando iba a compartir el segundo evento con Cristina Kirchner en 10 días, en la cumbre de la Eurolat, Sergio Massa se fue a una visita a República Dominicana y volvió cuando ya había terminado.
Dejó que la vicepresidenta lo inaugurara ante una multitud de legisladores que la vitorearon, pero no quiso participar del cierre al día siguiente, en el recinto de Diputados.
¿El motivo? No parecía interesado en continuar mostrándose como aliado de la vice y enfrenado al presidente, quien ya bastante molesto está con él por la parálisis de Diputados.
Por si acaso, la cumbre la cerró el presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara, Eduardo Valdés, un albertista declarado, aunque sin ganas de romper con Cristina.
[El desconcierto de Milei]
Javier Milei asumió su banca en diciembre sabiendo que poco y nada podría hacer en dupla con Victoria Villarruel, aunque al menos quería ser parte de la comisión de Finanzas.
Se lo pidió a Cristian Ritondo, jefe del PRO, en la única reunión que tuvieron, se fue de su despacho con un sí, pero cuando vio la nómina no estaba. La interna de halcones y palomas se lo impidió.
Sin un lugar en la Comisión de Presupuesto, su actividad en comisiones será nula, como también la de su despacho, escondido en el edificio anexo. No entra mucha gente.
Su plan hasta 2023 es la campaña presidencial. Está decidido a presentarse con o sin Juntos por el Cambio de aliado. Su enemigo es Larreta, repite. Cristina es su rival.
[¿Dónde están los albertistas?]
El presidente se llevó a Chile a los diputados cercanos para presenciar la asunción de Gabriel Boric, un grupo que integraron Victoria Tolosa Paz, la mendocina Liliana Paponet, la entrerriana Carolina Gaillard y Leonardo Grosso, del Movimiento Evita.
Pero no volvió a dar señales de jugar a la interna, al menos activar una Cámara de Diputados paralizada. Ningún ministro se comunicó con el cuarteto, que bien puede extenderse a otras figuras como los porteños Leandro Santoro y Eduardo Valdés.
Hasta se sorprendieron al saber, por los medios, que Agustín Rossi podía reemplazar a Eduardo De Pedro en el Ministerio del Interior.
El santafesino es también el jefe del presidente del bloque oficialista en el Frente de Todos Germán Martínez, quien dice que pronto el congreso va a activarse como en las viejas épocas, pero no lo logra. Los albertistas puros se cansaron de esperar. Y no saben con quién hablar.
[¿Hay un acuerdo para paralizar la Cámara de Diputados?]
Se escucha en pasillos, en diálogos por chat y es la especulación de más de un diputado: Sergio Massa habría acordado con Cristian Ritondo, el jefe del PRO, que la Cámara cierre hasta nuevo aviso.
O que abra sólo cuando no quede otra. Unos y otros se responsabilizan por no haber creado las comisiones, pero ningún bloque, ni oficialismo ni oposición, hace una acusación pública para victimizarse. Sería lo lógico si están enojados de verdad.
Y, así las cosas, cada comisión se crea sólo cuando un tema lo impone. Hasta ahora sólo hay 3 de las 46 que están funcionando. El resto sigue en negociación, si es que todavía alguien negocia.
De esta manera, Massa y Ritondo se liberan de las internas de sus bloques y de la responsabilidad de controlar una sesión con diputados que no le responden. Ninguno pierde con esta parálisis. Por eso tanta sospecha.