
La unidad y la tensión parecen ser la marca registrada en Juntos por el Cambio, con duelos entre los referentes, reuniones fallidas y una disputa permanente entre halcones y palomas.
Patricia Bullrich, referente de los primeros, volvió a jugar fuerte, pero esta vez se quedó sin aliados en la UCR: intentó, sin éxito, demorar la sanción de la ley para aprobar el acuerdo con el FMI como contraataque por el aumento a las retenciones sobre las exportaciones de harina y aceite de soja.
Con Mauricio Macri había buscado boicotear el tratamiento del acuerdo en Diputados pero no pudieron y cuando se iba a tratar en el Senado encontraron un motivo para intentarlo otra vez.
El retoque a los derechos aduaneros se conoció el fin de semana previo a la exposición del ministro de Hacienda Martín Guzmán en la Cámara alta y Bullrich volvió a la carga.
Convocó a una reunión de la mesa de Juntos para la tarde y filtró con periodistas afines que se podía impedir el acuerdo con el FMI si se confirmaba la suba de retenciones.
Macri nunca quiso que los documentos firmados por Guzmán con el Fondo pasaran por el Congreso, porque entiende que así se legitima la querella en su contra por el crédito que tomó con el organismo en 2018.
En Diputados no pudo vencer la resistencia de la UCR, liderada por su presidente Gerardo Morales. Y en el Senado creía contar con el respaldo de algunos radicales, pero volvió a tropezar.
Llamó a su exministro de Defensa Julio Martínez, con quien logró tanta complicidad que alguna vez logró que lo defendiera por la causa de Correo Argentino en un debate de comisión.
Morales tiene como emisario en el Senado al jefe de los radicales Luis Naidenoff, pero nunca tuvo buena relación con Alfredo Cornejo, presidente del interbloque.
Sin embargo, nadie quiso ayudar al tándem Macri-Bullrich. El gobernador de Jujuy no se conectó al zoom de la mesa que había pedido la jefa del PRO, porque estaba de gira en Dubai con Cafiero. Y Cornejo, cuando reunió a los senadores, descartó obedecer al e presidente y su pupila.
“Si hay una ley para subir las retenciones, la votamos en contra. Pero no podemos amenazar con boicotear el acuerdo con el FMI. Es otro tema”, se enfureció.
La voz de Macri la levantó Alfredo De Angeli pero, para variar, no fue claro: insistió en mezclar la pelea del campo con el FMI y nadie le siguió el juego.
El plan B del expresidente era demorar una semana la votación de la ley, el tiempo reglamentario entre dictamen y sesión.
De cumplirse, Argentina hubiera entrado en mora con el FMI por unas horas, porque el 22 de marzo vencía un pago. Y tal vez Alberto hubiera apelado a un decreto, el mejor escenario que imaginan los abogados de Macri.
Advertida, Cristina Kirchner convocó a sesión para el jueves, dos días después del dictamen, e invitó a los opositores a rebelarse.
Morales y Cornejo no mordieron el anzuelo y se enojaron con Macri y Bullrich por permitirle a la vicepresidenta meter presión, cuando la previa debía ser su enfrentamiento con Alberto.
La exministra, como siempre, dobló la apuesta y se fue a Córdoba a participar de la cumbre del partido liberal de esa provincia, aliado de Ricardo López Murphy.
La moderación de la UCR y la Coalición Cívica le empezó a resultar incómoda. Ya no es bien recibida.