
Javier Milei logró su objetivo: la campaña de la ciudad de Buenos Aires giró sobre su agenda, con consignas como eliminar el Banco Central, bajar impuestos, liberar el mercado de alquileres o facilitar la creación de pymes.
Sedujo a jóvenes porteños desencantados con las sucesivas crisis económicas, que le dieron la espalda al Gobierno y al PRO.
Mauricio Macri y Patricia Bullrich advirtieron hace un año que, si la tendencia se sostenía, podrían sufrir en estas elecciones y empezar un lento proceso de extensión. Lo curioso es que, después de intentar neutralizarlo sin éxito, optaron por invitarlo a sus filas. Para cuando quiera.
El expresidente lo recibió esta semana y lo apoyó como si fuera un dirigente propio, cuando su rival es nada menos que María Eugenia Vidal. En el cierre de las primarias lo había elogiado en un acto en Pinamar, con su leal seguidor Martín Yezza.
En los papeles, la jugada de Macri se presenta como un intento de quitarle a autoridad a Larreta y a la exgobernadora, pero es también una rendición ante el fenómeno liberal, que obliga al PRO a definir si consolida su imagen de guardián del establishment o gira hacia un experimento de centro.
Esta última opción es para el jefe de Gobierno y la mayoría de los radicales la única alternativa para volver a la Rosada con chances de no hacer otro papelón.
La novedad que siguió a las primarias es que Milei se animó a meterse en la interna PRO. Se abrazó con Bullrich en el primer estudio de televisión que se cruzó y confirmó que se aliará con “los halcones” del partido de Macri.
Sólo unos días antes había calificado a Larreta como un “zurdo de mierda” al que había que aplastar. Nunca se retractó ni se lo pidieron.
Macri lo recibió junto a la hermana y asesora full time, con quien habló un largo tiempo de la situación de Boca, pasión que comparten.
Elogió cada uno de sus conceptos sobre liberalismo económico y se aventuró con una alianza para 2023 para destronar al peronismo, sin importar la opinión de sus socios.
Un elemento más a una interna de Juntos por el Cambio por el 2023 que la debacle electoral Gobierno dejó en segundo plano mediático, pero no tiene una resolución fácil.
Milei también sacudió a la UCR: Martín Lousteau fue el encargado de cruzarlo al cierre de la campaña, mientras salía de gira por el país con Larreta.
Planteó discrepancias de fondo y atadas a una dinámica geopolítica, como son sus posiciones en contra el aborto y del cambio climático, importadas de las usinas conservadoras que apadrinaron a Donald Trump y Jair Bolsonaro. Ahora apuestan a Milei.
Casi no hay radicales que acepten una alianza con los liberales, sobre todo porque si se les meten en sus distritos podrían quitarle poder para siempre. Y les asusta.
En la provincia de Buenos Aires el presidente de comité Maximiliano Abad no quiso sumar a José Luis Espert a Juntos.
Y si bien el excandidato presidencial no alcanzó las dos cifras como Milei, estuvo cerca en varios distritos del interior bonaerense, donde la UCR aún luce sus imponentes comités. La buena elección de Facundo Manes les dejó alta autoestima como para volver a resistir.
En Mendoza, el aún presidente del Comité nacional Alfredo Cornejo hizo uso y abuso de su poder local para impedir una candidatura a senador del liberal Luis Rosales, que le hubiera restado muchos votos. El periodista nunca explicó bien por qué no se animó a competir después de varias recorridas veraniegas y encuestas que lo colocaban con chances de salir segundo.
Y en Córdoba Ramón Mestre apeló a sus contactos en la justicia electoral para que los intentos liberales de presentar un frente quedaran a mitad de camino. Moraleja: ningún líder local de la UCR quiere un Milei que les complique la existencia.
Claro que, si Macri ofrece a los liberales a una interna presidencial opositora para facilitar un triunfo en la elección general, no será fácil negarse sin pagar un costo político ante el electorado antikirchnerista. Tal vez sea imposible.
Desde la Capital Federal, Milei mira con asombro como Juntos baila su música y repite sus consignas.
Hasta logró alterar a Marcos Peña, quien se exasperó de tanto ver a Vidal y Tetaz correr de atrás. Quiso explicarles que promesas con negaciones (tales como “No voy a hacer…”) sólo exhiben debilidad, pero no los convenció. El economista platense está muy confiado en sus creaciones visuales.
Tras la charla entre Macri y Milei, Vidal dobló la apuesta y convenció a Ricardo López Murphy de hacer una convención liberal, con Tetaz en primera fila.
Parecía una reunión de gabinete de 2001: estuvo Federico Sturzenegger, asesor Domingo Cavallo cuando en ese año reemplazó a López Murphy en Economía.
Las diferencias opositoras se visualizarán desde diciembre en el Congreso, cuando liberales y halcones PRO quieren marcar la agenda.
¿Alguien arrastrará a Manes a votar con Milei y Espert? ¿Vidal y Santilli se dejarán correr por los halcones de Patricia? La respuesta estará en el día a día Y en el voto a voto.