
En medio de la campaña electoral de cara a las PASO del próximo 12 de septiebre, este lunes se realizó la “Marcha de las Piedras” en diferentes ciudades del país, en particular en la Casa Rosada y la Quinta de Olivos. En principio, como homenaje a las víctimas fatales de COVID-19, pero con la convocatoria, asistencia e intencionalidad política clara de la oposición.
Allí, las emotivas escenas de allegados y familiares encontrando un espacio colectivo donde canalizar un duelo atípico, desde la distancia y por ello doblemente doloroso; se mezclaron con manifestantes con pancartas y carteles de contenido político explícito.
Si desde la asunción misma del Frente de Todos la estrategia matriz de la mayor parte de la coalición Juntos por el Cambio -devenida en Juntos- fue una oposición de trinchera, sistemática y combativa, en plena carrera a los comicios, este paradigma no podía sino exaltarse.
La propuesta vino de la mano de un tema sensible. La oposición apeló a interpelar, acercando a esta manifestación a quienes habían perdido familiares o seres queridos a causa del COVID-19. Manifestación donde se sostuvieron -una vez más- pancartas y carteles responsabilizando a las autoridades nacionales por los decesos.
Tras finalizar la "Marcha de las Piedras" realizada en conmemoración de las víctimas del covid-19, el Gobierno nacional recogió las piedras con los nombres de las personas fallecidas y las guardó adecuadamente para luego encarar la construccion de un espacio en su memoria.
— Casa Rosada (@CasaRosada) August 17, 2021
El anuncio del Gobierno en la noche de este lunes.
Un afiche colocado sobre el asfalto de la avenida Libertador, frente a la quinta de Olivos, decía, por caso: “Por la corrupción, negligencia e insensibilidad social, prohibido olvidar, QEPD”.
En tanto, tras la realización de la manifestación, de la cual participaron activamente diputados opositores como Jorge Enríquez (PRO-) y Luis Petri (UCR), y precandidatos como Ricardo López Murphy (UCR), Fernando Iglesias (PRO) y Sabrina Ajmechet (PRO); el Gobierno nacional tuvo un gesto inesperado.
Desde el entorno presidencial anunciaron que se recogerían aquellas piedras que llevaban escritos los nombres de las víctimas y se realizaría un “espacio de memoria” en conmemoración a las mismas.
En esa decisión, no sólo se le dio entidad a una manifestación de orientación decididamente opositora -algo que no es usual en la política nacional- sino que se manifestó la adhesión del propio Gobierno al respetuoso recuerdo de las víctimas. En pocas palabras: sacar a los fallecidos de la grieta y mostrar prudencia por sobre el apremio electoralista.
Esta respuesta, que evidentemente sorprendió a muchos, propulsó un nuevo contraataque en las redes sociales, donde había surgido la propuesta a través de los hashtag #MarchaDeLasPiedras y #VoluntariosMarchaDeLasPiedras. En horas del mediodía, la tendencia, impulsada por influencers, trolls y hasta periodistas en teoría independientes, era #DevuelvanLasPiedras.
#DevuelvanLasPiedras Si no devuelven las piedras borremos los pañuelos de las viejas subversivas en todo el país. pic.twitter.com/Vs9lyttNvy
— Be💙triz Mistral (@beatriz_mistral) August 17, 2021
Queda claro que, por fuera del golpe por golpe, alejada de la atomización política y social, la oposición no se siente cómoda. Y por ello lleva cada tópico y cada debate hacia ese ring. Desde el Frente de Todos -que tampoco le hace asco al eterno antagonismo- parecen haber reconocido un límite y prefirieron un movimiento de cierta altura ante un tema delicado.
Para la oposición, no se trata de una estrategia novedosa: la adhesión del votante emocional ha sido la base de la fuerza política de Cambiemos y de sus formas posteriores. El caudal de indignados con la serie de Gobiernos kirchneristas fue la condición sine qua non para que Mauricio Macri llegara a la presidencia en 2015.
No está de más recordar la capitalización sistemática del PRO -y posteriormente sus alianzas- de tragedias donde se perdieron vidas: desde Cromañón hasta Once, la mesura nunca fue una opción para un espacio que, cuando le tocó gestionar, perdió a 44 compatriotas a bordo de un submarino con falta de mantenimiento sin que esto le costara su cargo a ningún funcionario.
Si bien la vieja receta de la grieta siempre rinde ante los núcleos duros, también es cierto que es cada vez más amplio el núcleo de indecisos o desencantados que ya no soporta la puesta en escena del enfrentamiento constante. A fin de cuentas, estos son los que terminan de inclinar la balanza en las urnas y los partidos deben tomar nota para no enamorarse del discurso radicalizado.